Los economistas-espectáculo invaden la TV

Jesús Cuadrado *

Último hallazgo televisivo: la economía convertida en espectáculo. Hace unos días nos asesoraba en La Sexta sobre el mercado de la vivienda quien en 2004 negaba con pasión la existencia en España de una burbuja inmobiliaria. Con pizarra y profusión de gráficos de colores, a gritos, Gonzalo Bernardos, presentado como experto en asesoría inmobiliaria, informaba a los españoles sobre la posibilidad de crear, ya mismo, dos millones de nuevos empleos en el sector de la construcción. Este mismo “experto”, hace diez años, en plena borrachera del ladrillo, en otro debate en TVE (aquí, a partir del minuto 4), se hartó de insultar a quienes allí advertían de los riesgos de una economía basada en la explosión especulativa de los precios de la vivienda.

Cuando Jesús Gago, arquitecto urbanista, decía en esa tertulia en 2004, que hacer descansar la economía sobre el ladrillo era poner al país sobre una bomba de relojería, cuando Julio Rodríguez, uno de los mejores expertos españoles en el mercado de la vivienda, advertía sobre los riesgos serios para la economía española de la burbuja para años y años, este Gonzalo Bernardos, que ahora “gallea”, tiza en mano, en La Sexta, les contestaba que las viviendas, pagadas a precio de oro, eran “activos garantizados para toda la vida”, que el precio crecía y crecía, que no podía bajar, porque “ si la gente lo paga es porque lo vale”, y punto. A quienes, casi acomplejados en aquel plató entusiasmado con la burbuja, advertían al país de los enormes riesgos, don Gonzalo les llamaba, les gritaba, “populistas”, más aún, un aliado suyo en el debate, un empresario de la construcción, les llamó “terroristas”, directamente.

Al volver a ver hoy ese debate, diez años después, impresiona la radiografía de un país intoxicado por una borrachera especulativa, impacta ver cómo los charlatanes se imponen a los expertos serios, pero aún asombra más comprobar cómo, cuando ya no hay dudas sobre la naturaleza del desastre, no se convoca para explicarle hoy a los españoles los secretos del mercado de la vivienda a los expertos que tenían razón entonces, aunque no se les hizo caso, sino a uno de esos charlatanes que intoxicaban a los españoles desde la TV. Y no es una cuestión menor; tiene que ver con la formación de la cultura económica de un país que sigue necesitando, hoy como entonces, cambiar su modelo productivo, aunque mucha gente angustiada por el desastre que vivimos crea que aquellos tiempos de la economía artificial pueden volver. En ese escenario, estos “vendedores de crecepelo” son puro veneno.

Bernardos no es el único. Otro habitual de estas clases de economía como espectáculo televisivo, José Carlos Díez, quien tiene un historial similar. Este economista, que pronostica el Apocalipsis si gana Podemos, calificó la burbuja inmobiliaria como un mito en multitud de ocasiones. Como muestra, en la revista del servicio de estudios de Ibercaja, en abril de 2007 (página 79), en plena fiebre del ladrillo, escribía, con el sosiego propio de un artículo de fondo, un texto titulado “El Pura Sangre español: la historia de los tres choques y de los tres mitos”. Lo de pura sangre hace referencia a la fortaleza que, en su opinión, tenía la economía española entonces. Según él, los aguafiestas del momento utilizaban tres mitos o falacias, “la burbuja inmobiliaria, la insostenibilidad del déficit por cuenta corriente y el bajo crecimiento de la productividad”. Menos mal que sólo era tres mitos. Pues, ahí sigue, dando lecciones televisivas y promocionando “mi libro”.

Cuando la sociedad española necesita vacunarse contra lo que Galbraith llama “la economía del fraude inocente”, estos vendedores de ungüento de la serpiente expanden el peor de los virus, la idea de que el milagro del ladrillo puede volver. En aquella década nefasta, en la que, como señala Julio Rodríguez, el crédito inmobiliario pasó del 28% del PIB en 1997 al 102% en 2007, ocurrió lo que el reconocido economista Raghuram Rajan califica como políticas mediocres orientadas, en vez de a mejorar la economía real, a “expandir el crédito a las familias” como quien inocula un veneno en la sangre de la nación. Sí, mejor dejarse guiar por economistas como Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía de 2013 y autor del índice más reconocido de la evolución precios de la vivienda, cuando advierte en su libro El estallido de la burbuja que “el único elemento importante que puede extrapolarse en la dinámica de un boom especulativo es el contagio social del pensamiento que lo provoca, influenciado por la observación común de que los precios crecen rápidamente”. Esa epidemia a la que se refiere Shiller es la que propagaban nuestros “economistas-espectáculo” impulsando el vicio del ladrillo con sus “los precios de la vivienda sólo pueden seguir creciendo” y “si la gente los paga será porque lo valen”. El equivalente del “si el precio de la vivienda sube es porque España va bien”, de Álvarez Cascos y otros.

En estas mismas páginas he criticado el documento para Podemos elaborado por los economistas Navarro y Torres, pero tienen poca autoridad para darles lecciones quienes contribuyeron a propagar el “contagio social” de la fiebre del ladrillo. Si, en vez de economistas, se tratase de cirujanos, hoy nadie les dejaría operar. Pero estos “economistas- espectáculo” ahí siguen, de estrellas televisivas. No son los únicos, hay más. Como el economista Niño Becerra, éste directamente entregado a la astrología, con escritos como Las grandes crisis socioeconómicas en la era de Piscis o La realidad astrológica del sistema capitalista. Con esas pistas, a nadie extrañará que pronosticara para este año un barril de petróleo a 250 dólares o que propusiera, para una Cataluña independiente viable, la expulsión de medio millón de inmigrantes que “no le corresponden”. Pero él también es tratado en los platós de TV como una figura del rock. No son economistas estrella lo que necesita un país con tantas incertidumbres sobre su futuro, que es el desafío al que, según Keynes, debe responder la Economía.

(*) Jesús Cuadrado es militante y exdiputado del PSOE.