La ‘ley de Gresham’ de los grados universitarios

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Mario Bedera *

Mario_BederaHace casi quinientos años el inglés Thomas Gresham (1519-1579) formuló un principio según el cual cuando en un mismo país circulan dos monedas, la mala siempre expulsa del mercado a la buena. Este principio fue dado a conocer formalmente tres siglos más tarde por el economista escocés Henry Dunning MacLeod en su obra "Elementos de Política Económica" donde por vez primera se cita como ‘ley de Gresham'.

El Ministerio de Educación aprobaba el pasado 30 de enero el Real Decreto de ordenación de las enseñanzas universitarias, más conocido como ‘3+2’, por el que las carreras (grados), hasta ahora sólo de cuatro años, podían empezar a serlo de tres. El Gobierno aducía dos razones para este cambio: converger con la mayoría de países europeos que tienen instalado el ‘3+2’ y buscar la internacionalización de nuestra universidad para atraer estudiantes de otros países. Algunos no estamos cerrados, en abstracto, a la posibilidad de que determinados grados universitarios sean de tres años pero una vez más el ministro Wert, con la falta de mano izquierda que le caracteriza, se ha echado encima a la comunidad universitaria por imponer la medida sin diálogo y por llevarla más allá de lo admisible.

¿Qué hubiera costado hablar con los rectores para escuchar su argumento de que antes de cambiar de sistema se evaluara el anterior? Porque el ministro debería saber que la primera promoción de alumnos conforme al Plan Bolonia se graduaba el pasado mes de junio; por esta razón la Conferencia de Rectores (CRUE) ha aprobado una moratoria de dos cursos para el ‘3+2’.

Si hubiera permitido un mínimo debate, el señor Wert se habría informado de que no se puede converger con el resto de Europa y divergir dentro de España, pues en ningún país una misma carrera puede durar tres años en una universidad y cuatro en la de enfrente como en el nuestro; y se habría informado también de que la atracción de estudiantes en un mundo globalizado no puede limitarse sólo a los europeos, y de que nuestro potencial universitario es especialmente importante en los países latinoamericanos donde los grados son de cuatro años; por cierto, igual que en las mejores universidades del mundo como Harvard, Yale, el MIT, etc.

Pero al margen de los argumentos lógicos hay otros de orden socioeconómico que ponen en solfa los grados de tres años y los másteres de dos. La realidad es que la mayoría de los grados de tres años no permiten el acceso al mundo laboral porque las empresas apuestan por trabajadores ya formados y con mayor cualificación, lo que obliga a cursar el máster; pero con precios de matrícula que duplican los del grado, menos becas y más difíciles de obtener, habrá estudiantes de primera y de segunda según puedan acceder al mercado de trabajo sólo con el grado y por tanto menos preparados (los menos pudientes), o con el máster y por ello más competitivos (los que se lo puedan pagar).

Por último, la voluntariedad de la medida es una trampa que será inmediatamente aprovechada por las universidades privadas para atraer alumnos a sus aulas ofertando grados de tres años porque nadie puede creer que se prefiera hacer derecho en cuatro años, aunque se finalice con más preparación, pudiéndolo hacer en tres. Es la inexorable ‘ley de Gresham’ aplicada a los grados universitarios: como la mala moneda, el grado de tres años desplazará al de cuatro.

 (*) Mario Bedera es portavoz de Educación del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Fue secretario de Estado de Educación.
2 Comments
  1. Román says

    Totalmente de acuerdo. Lo que tantas veces he dicho en público y por escrito: que a este ministro hay que ponerle una albarda, un bozal, o las dos cosas.

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