Tentaderos

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El torero mexicano Joselito Adame lanza la montera al rey Felipe VI, durante el primer festejo de la Feria de San Isidro celebrado el pasado día 8 en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. / Emilio Naranjo (Efe)

Mientras doña Letizia recordaba a sus súbditos, durante la celebración del día de la Cruz Roja, la obligación de “defender la dignidad” de los más vulnerables, su marido, el rey Felipe VI, asistía sonriente a un espectáculo festivo basado en la tortura de hervíboros. Cada uno en su sitio. Ella con el lema “Cada vez más cerca de las personas”. Él, como su padre, cada vez más lejos de los animales vivos.

Así es la monarquía moderna, un cúmulo de sorpresas. O si lo prefiere, un amasijo de contradicciones. Como suele suceder en esta sociedad enrevesada y compleja que permite las más sorprendentes paradojas. Le cuento una de ellas… No puedo asistir con mi hija de catorce años a un concierto de Quique González en una sala cercana porque, dicen los organizadores, hay una barra donde se venden bebidas alcohólicas. Pero puedo entrar con ella en el bar de la esquina y tomarme diez copas de coñac mientras vemos una corrida de toros en la enorme televisión de plasma. Es más, puedo irme con la niña a los toros y beberme diez litros de cerveza mientras ella contempla cómo el picador destroza el espinazo del animal.

TVE, la televisión pública, cree que las corridas de toros no perjudican a la infancia. Y el Gobierno comparte plenamente esta opinión, como no podía ser de otra manera: el maltrato animal es Marca España, y la normativa vigente en la materia “respeta escrupulosamente” los derechos del niño. Quizá por eso María Dolores de Cospedal y José Ignacio Wert inauguraron hace solo unas semanas el I Congreso Internacional de Tauromaquia, un evento celebrado en Albacete en el que niños de entre dos y siete años fueron instruidos en el toreo de salón. Es una escuela de torturadores, pero le llaman “Tentadero didáctico”.

“Castilla-La Mancha es una comunidad valiente, sin complejos, con un Gobierno que defiende la libertad de los ciudadanos de acudir a los festejos taurinos”, afirma Marcial Marín, consejero de cultura de Cospedal en Castilla La Mancha. Sentencia: “El Gobierno de Cospedal ha querido dar las máximas garantías y la máxima protección a la tauromaquia siguiendo el mandato de la sociedad, ya que el 89% de los castellano-manchegos está a favor de los toros”. ¿El 89% de los castellano-manchegos son taurinos? Nadie lo diría viendo las entradas a las plazas: según datos del Ministerio del Interior, entre 2009 y 2012 el número de festejos ha bajado un 31% en Castilla-La Mancha.

Cospedal apuesta por los toros y los jóvenes en Castilla La Mancha, una comunidad en la que desciende el número de asistentes a corridas mientras aumenta el número de desempleados menores de 25 años: según la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) del pasado marzo, el 63'5% de menores de esta edad se encuentra en paro, casi dos de cada tres. Líderes de España en un paro juvenil que, desde la llegada de Cospedal a Castilla La Mancha, ha subido en un 15'4%.

Hablamos de una de las regiones con mayor paro de toda la Unión Europea. Y de una presidenta que invierte en “tentaderos didácticos” y “escuelas taurinas”. Una presidenta que es carne de barrera, una mosca en la sombra, una política que maneja su territorio a la antigua: gobernando con el retrovisor. Los ciudadanos, entretenidos con sus tradiciones, se sienten orgullosos de su inmovilidad, de su modorra, de su controlada miseria. No importa que el mundo avance a su alrededor. Mientras puedan empapuzarse con la Semana Santa, el atascaburras y las faenas de dos orejas, no dejarán de votar continuismo. "Solo pienso en el pacto con los ciudadanos", dice la presidenta desde los tentaderos mediáticos.

Mientras tanto, no demasiado lejos, en Madrid, la reina Letizia continúa metamorfoseándose en Victoria Beckham mientras visita una exposición, el lado cool de la monarquía. Al mismo tiempo, en el otro lado de la ciudad el rey Felipe aplaude el segundo par de banderillas a un herbívoro, la España negra de siempre. Todos contentos. Todo sigue igual.

2 Comments
  1. Selito says

    Como supongo que tan magnifica actividad para los muchachuelos y muchachuelas castallano-manchegos no será obligatoria (¡supongo!), el éxito de la porpuesta dependerá de que los padres den o no el visto bueno para la actividad. Se verá entonces cuando padres pro-taurinos y anti-taurinos hay y/o cuan responsables o irresponsables son.
    No es mi caso, pero si lo fuera, mi hijo no iba ni de coña.

  2. Piedra says

    A mi me parece una verguenza que subvencionen con el dinero de mis impuestos ese espectáculo cruel y sanguinario y la manipulación de la infancia para intentar garantizar su pervivencia. Por lo demás, los Borbones han sido y son unos golfos y vividores, una rémora para este país que no hay manera de quitarse de encima.

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