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Luis Goytisolo *

Luis _GoytisoloCarmen, Carmen Balcells, Carmen Balcells Segalá, la Agencia Balcells, la Balcells... No conozco otro caso en el que la persona y su actividad profesional hayan llegado a tal extremo de fusión. Para mí, en lo que a ella respecta, siempre ha contado más la persona, su entusiasmo, su capacidad de contagiártelo. Pero sospecho que para ella, en lo que a mí concierne, la persona y el novelista configuraban la misma cara de una moneda.

Yo fui su primer autor, como ella misma no se cansaba de proclamar. Por aquel entonces estaba asociada con Ivonne Hortet, mujer de Carlos Barral, muerta también hace pocas semanas. Y fue Ivonne quien me metió por así decir en la Agencia, al poco de haber ganado el Biblioteca Breve con Las afueras. Carmen y yo nos entendimos de inmediato. No dudó, por ejemplo, en consultarme cuando surgió la posibilidad de cambiar la modesta oficina inicial por la que habría de ser la definitiva. "Diagonal, 580, cinco y ocho trece, el trece es mi número de la suerte", argumentó mirándome como ensimismada. Y sin duda acertó.

En los años 70-80 desempeñó un papel muy importante en la conexión del Boom latinoamericano y Barcelona. Fueron sus años de gloria. Su empeño era que García Márquez residiera temporal pero regularmente en París, Vargas Llosa en Londres y yo, en Nueva York. Lo consiguió en los dos primeros casos y si yo no fui a N.Y. es porque tampoco surgió la oportunidad. "Allí podrías ligar con Jacqueline Kennedy", sugirió.

Esa creciente propensión a intervenir en mi vida privada -encargó a una encantadora colega italiana, Lisa Morpurgo, experta en astrología, mi carta astral- fue precisamente lo que me indujo a cortar la relación profesional entre ambos en un momento determinado. Mi intención era conservar la relación personal, cosa que en la práctica fue imposible. No hubo ruptura pero sí distanciamiento, algo que sin duda ambos lamentábamos. "Una relación de 32 años", tengo entendido que iba comentando.

Lo que no se perdió fue el mutuo afecto. La última vez que la vi fue cuando el ingreso de Carmen Riera en la Real Academia. Arrebujada con su túnica blanca en la silla de ruedas, se echó a llorar al verme. "¡Luisito!", pudo apenas decir a modo de saludo. ¿Intuiría tal vez que ésa iba a ser la última vez que nos viéramos?

Una personalidad en cierto modo única.

(*) Luis Goytisolo. Escritor y académico de la RAE. Premio Nacional de las Letras Españolas 2013.
2 Comments
  1. Gardenia says

    Breve, sin florituras y auténtico. Me gusta

  2. Me says

    Mala estrella la de esa carta astral…

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