¡Vaya par de gemelos!

En una entrevista en Antena 3, Pablo Casado, vicesecretario de comunicación del Partido Popular, advierte a Pedro Sánchez de los peligros de “subirse al tren de los proetarras, la CUP y Podemos”. Al votante socialista, dice el hombre considerado la savia nueva del PP, “no le convienen las estanterías vacías de Venezuela”. Asegura que Podemos en lugar de asaltar el cielo “han asaltado el cajero de los pensionistas”. Y recuerda a Sánchez que los socialdemócratas auténticos, los realmente interesantes, son Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, “e incluso Zapatero”. Tiene razón: González ha confesado que apuesta “por un gobierno del Partido Popular y Ciudadanos, aupado gracias a la abstención del PSOE”. Es decir, que prefiere que gobierne el PP con Ciudadanos a que lo haga el PSOE con Podemos. Normal. Como Cebrián. Como cualquier socialdemócrata de verdad, de los de toda la vida.

Las declaraciones de González y de Casado coinciden, vaya por dios, con la detención de 24 personas en relación con cobros ilegales en el PP valenciano. El partido del renovador Casado, la apuesta de gobierno del progresista González, se ve implicado en un nuevo caso de corrupción. Cuando aún no nos hemos recuperado de la imputación del Partido Popular por destruir pruebas en el caso Bárcenas, y no terminamos de asimilar la grandeza del entramado mafioso del caso Aquamed, explota una bomba en el epicentro de los populares valencianos, durante años la joya de la corona del imperio popular. Nada que no sepamos.

González y Casado, el pasado y el futuro, resultan entrañables en sus contradicciones y patéticos en sus semejanzas. La primera transición y la segunda transición cogiditas de la mano, camino de un acuerdo de esos que dignifican la política española, del pacto que exigen los ciudadanos, del trato que necesita esta España en descomposición. Dos políticos de diferentes generaciones, similares ideologías e idénticas obsesiones. El renovador Casado reconoció en una ocasión que “los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién”. González quiso darle la razón y fue aún más lejos: “el estado de sitio del Chile de Pinochet respetaba más los derechos humanos que el paraíso de paz y prosperidad de Maduro”.

¡Vaya par de gemelos! González y Casado, los Bertín Osborne y Arévalo de la política nacional, deberían contar a sus fans, ultra conservadores y socialdemócratas de pacotilla en lucha constante contra el populismo chavista bolivariano, que la exportación de armamento español a Venezuela aumentó un 21% en el primer semestre de 2015, con Rajoy en Gobierno.

“Estos son nuestros poderes, Mariano”, aullaba Alfonso Rus, expresidente de la diputación valenciana y exalcalde de Xàtiva, en un mitin al que asistió el actual presidente del Gobierno en funciones. Mitin en el que no desentonaría el ex presidente del Gobierno, Felipe González.