Rajoy y el Programa de estabilidad para una economía fallida

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Alejandro_InurrietaEn la reciente historia económica y política se ha escrito mucho sobre Estados fallidos, pero poco sobre economías fallidas. En la actualidad, con la presentación por parte del Gobierno en funciones del supuesto Programa de Estabilidad para los próximos tres años, se puede hablar claramente de una economía fallida en la UE, la española, junto a la griega y portuguesa.

Las bases para poder concluir esto se asientan, primero, en la ausencia de un marco de conocimiento estadístico fehaciente y de calidad que permita llevar a cabo un análisis riguroso de la verdadera situación de la economía española. Hay verdaderas lagunas en el sistema estadístico español, como las hubo en el caso griego, que trató de confundir a la propia Comisión Europea, con la ayuda incluso del que hoy es el máximo responsable del BCE, que esconden una situación manifiestamente peor que la que se trata de presentar. No hay que olvidar los numerosos casos aparecidos, por no citar los que no han visto la luz, sobre falsedad en determinadas partidas de las cuentas regionales (Madrid, Valencia, Andalucía), por lo que la verdadera magnitud, por ejemplo, del déficit público es toda una incógnita que tendrá que resolver el Tribunal de Cuentas, cuando despierte del letargo al que le han sumido el PSOE y el PP.

También hay dudas razonables entre muchos economistas sobre cómo se mide el PIB y el empleo, con severas discrepancias entre fuentes estadísticas del sector exterior, turismo o Seguridad Social y un alarmante retraso en la medición de otras, como las referidas a Gasto Social, que se llevan a cabo de forma homogénea con la metodología SEEPROS.

Lo que si podemos saber con cierta seguridad es que España es de los pocos países, precisamente las economías fallidas, que aún no ha recuperado el PIB del año 2008, mientras que la UE en su conjunto lo ha alcanzado en este primer trimestre de 2016 gracias a la economía más estatalizada como es Francia, que ha avanzado un 0,5% en el primer trimestre. España, si las previsiones no fallan y teniendo en cuenta la cuestionada medición del PIB, no lo logrará antes de 2017, si es que avanzamos a un ritmo del 2,5% de media. Pero mientras, seguiremos teniendo una tasa de paro de economía fallida, no inferior al 15% en las mejores expectativas, con una composición tan injusta como improductiva, ya que deja al albur de la beneficencia a gran parte de los parados de larga duración. Cuando una economía no es capaz de generar empleo de calidad, de incorporar mecanismos de corrección de la avaricia y codicia del mundo empresarial global y abandona a su suerte a gran parte de esta población, junto a enfermos crónicos o mayores sin recursos, estamos ante un Estado y una economía fallida.

Con estos parámetros económicos, muchos de ellos no ajustados a la realidad, y sociales, con información retrasada, de mala calidad y retorcida en las sedes estadísticas de origen, este gobierno en funciones se atreve a salir en sede del Consejo de Ministros de oficio con un mitin incalificable en un país democrático con un Gobierno en funciones, por supuesto sin consensuar nada con quienes podrían ser los próximos inquilinos de la Moncloa. Para esta puesta de largo, Rajoy elige a sus dos ministros estrella: Economía y Hacienda, justo los responsables directos de los errores de previsión en gastos e ingresos públicos, y que se han vuelto a inventar un cuadro macro nutriéndose de los echadores de cartas y chamanistas que tanto el FMI como otras instituciones tienen al mando de los servicios de estudios y departamentos de previsión.

Según este nuevo cuadro macroeconómico, España tendrá unos ingresos públicos que son una constante de aquí a cuatro años. Pase lo que pase, los ingresos públicos serán un 38% del PIB, décima arriba o abajo, mientras que los gastos sí se reducirán, por supuesto sin tener en cuenta que habrá nuevas elecciones regionales en 2019 y que seguramente se repetirán anticipadamente las generales tras el 26J. Esta reducción, sin recortes en gasto social como manda el manual y argumentario del buen mentiroso, será de tres puntos porcentuales, para que Bruselas se crea el ejercicio de funambulismo estadístico que también se le da a Montoro al utilizar el Excel.

Esta faena de aliño en materia de maquillaje estadístico, que alguien tendrá que romper abriendo todos los cajones y sacando a la luz de una vez todas las facturas pendientes, las sometidas al control judicial y las otras, para que se pueda saber de verdad lo que se debe. Sólo así se podrá empezar a cuadrar un presupuesto realista de cara no a vender humo en Bruselas, sino para que los ciudadanos puedan elegir libremente a sus representantes sobre la base de un escenario creíble. Por supuesto, también será esencial para la próxima legislatura cambiar el estatus jurídico del INE, despolitizarlo y acometer un proyecto de inversión de fondos para ponerlo al nivel de los mejores centros de elaboración de estadísticas, pero no veo que nadie lo lleve en su programa.

Siguiendo con el mitin, lo más delirante es la previsión de crecimiento para los próximos años, una constante anclada en el 2,5%, después de que ya el FMI ha reculado y sus chamanes han pronosticado que en 2017 apenas llegaremos al 1,6% y que en 2016, con suerte, nos iríamos al 2,4%. Por tanto, no es coherente un crecimiento estable en el 2,5% y una reducción de la tasa de paro de más de 5 puntos porcentuales en un contexto de ralentización económica mundial, como ya se está notando, por ejemplo, en EEUU. Y además, reduciendo drásticamente el déficit público, drenando del sistema más de 15.000 millones en los próximos ejercicios. Si estudiasen un poco, sabrían que España ha podido crecer en 2014 y 2015 gracias al dopaje del BCE, el precio del petróleo y el déficit público, porque para los que agnósticos o descreídos del gasto público, éste sí genera crecimiento y empleo.

Por tanto, y teniendo en cuenta el escenario internacional, donde se agostarán los efectos de viento de cola, será imposible crear esos 1,8 millones de empleos que el principal responsable de los errores en España, De Guindos, anunció ayer tras el Consejo de Ministros. Se sabe que España apenas crea empleo estable, un 1,8% en el último año, y solo genera empleo barato y de mala calidad, por lo que el déficit de la Seguridad Social se cronificará. No hay ninguna medida para paliar el problema demográfico, la industria se desangra, la inversión mundial se contrae y Europa sigue teniendo más de 23 millones de desempleados, de los que casi 5 millones, más de 6 si sumáramos los subempleados, se deben a la economía española.

En resumen, la economía española, casi como el país, se presenta como un milagro, cuando en realidad somos la rémora, ya que no hemos sido capaces de recuperar el PIB de 2008, algo que ya hicieron las grandes economías de la UE. El empleo, desempleo y actividad demuestran que la economía española no solo no se recupera, sino que va dejando atrás mucho crecimiento potencial que le hace ser claramente, junto a Grecia y Portugal, una economía sin futuro para jóvenes que no pueden emigrar, mayores sin recursos, parados de larga duración, científicos y enfermos crónicos. Las malas estadísticas pueden maquillar las cifras, pero si se quiere elaborar un verdadero y creíble Plan de Estabilidad no se deben utilizar las cifras oficiales, porque adolecen de actualidad y calidad en muchas de ellas, y porque, por otro lado, las cuentas regionales y municipales son el gran misterio que algún investigador privado no contaminado deberá emplearse a fondo para desenmascarar.

La doctrina oficial acrítica, tanto de políticos como de medios de comunicación y economistas de cabecera, es que somos el milagro y todo se restaurará sin recortes sociales. La inteligencia social está por encima de estos mítines y mentiras oficiales. Lean a los críticos y no se dejen llevar por el argumentario oficial. España está mucho peor que de lo que se dice desde los púlpitos del sistema. De hecho, volveremos a ver una situación recesiva en este ciclo 2016-2019.

(*) Alejandro Inurrieta es economista y director de Inurrieta Consultoría Integral.

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