La capacidad de hacer el mal que tiene el
periodista es devastadora. Jean Daniel.
Fundador de Le Nouvel Observateur.
Esto que va a leer usted en unos pocos segundos, entrecomillado, no es una frase balbuceada por un borracho analfabeto, tras ingerir una docena de cubatas de garrafón, durante una bronca con unos macarras de presidio en un burdel de carretera. No, para nada. Esta frase la firma todo un periodista, escritor y miembro de la Real Academia Española, Luis María Anson, y la publica uno de los principales diarios españoles, El Mundo. El texto, incluido en la sección de Opinión del pasado día 1, dice así: “Me aseguran que el CNI dispone de un arsenal de irregularidades y vergüenzas del líder podemita. Sería mejor no tener que exhibirlas y que Pablo Iglesias, con la Cruz de Borgoña a cuestas, se mese la coleta, embride su ego desbocado y se integre en el sistema que gobierna a los países todos de la Europa unida”.
El lector con algo de sentido común, apenas dedo y medio de frente, debería hacerse algunas preguntas. ¿Éste es el nivel del periodismo actual, tan bajo y perverso como para consentir que se amenace a un político, sin prueba alguna, con “un arsenal de irregularidades y vergüenzas”? ¿Éste es el nivel de la Academia, tan sórdido y maquiavélico como para amparar a quien es capaz de sugerir al líder de un partido democrático, al que han votado cinco millones de personas, que “se integre” en el sistema? ¿No tiene nada que decir el CNI?
El periodismo español toca fondo. O eso parece, que no puede caer más bajo tras cada nuevo ejemplo de manipulación, de soberbia, de ausencia de profesionalidad. Algo que afecta profundamente a la democracia. Podemos ha centrado en PRISA sus críticas por enfocar lo que llaman “la máquina del fango” contra Espinar (es decir, contra Iglesias), pero la cosa es mucho más grave. Todos los grandes medios tienen su propia máquina del fango, más o menos potente y ponzoñosa y la han puesto en marcha contra Podemos. Acabamos de leer a Anson en El Mundo. De PRISA ya hemos hablado. Y si quiere lo hacemos de ABC o La Razón, órganos gubernamentales contra las fuerzas podemitas. O de las grandes televisiones, el duopolio Atresmedia/Mediaset, con una cadena que presume de progresista y de adalides del periodismo, con Eduardo Inda o Francisco Marhuenda entre sus opinadores estrella. Precisamente este último, director de La Razón, llegó a decir la noche del pasado sábado en La Sexta que Rajoy come en su mano: "Si yo hubiera querido ser ministro, sería ministro y de lo que quisiera", aseguró Marhuenda, pensando sin duda en un Ministerio de Información y Propaganda. Lo bordaría.
“Es peligroso para una sociedad que los periodistas se autocensuren”, asegura Ola Sigvardsson, ombudsman de la prensa sueca. Muy peligroso. Pero la mayoría de periodistas, sumergidos en una sopa de medios conservadores y en crisis, no tiene alternativas. Los veteranos quieren mantener sus privilegios. Los jóvenes eligen sobrevivir. Lo dicho por Anson: que Iglesias se mese la coleta, embride su ego desbocado y se integre en el sistema, el muy podemita.
Claro que hay una campaña de los medios y del IBEX contra Podemos! Y muchos periodistas miran para otro lado, la niegan o banalizanahoria sobre algo tan peligroso para la democracia como es el poder de los medios. El caso de PRISA es el más llamativo por su entramado con poderes del estado, como es el CNI y los poderes económicos vinculados al IBEX35. Hoy mismo, en otro artículo de este mismo periódico, se banaliza de forma irónica sobre esta cuestión para negar la campaña de PRISA y otros medios contra Ramón Espinar en medio de las elecciones de Podemos Madrid. De cara a la próxima asamblea estatal de Podemos van a aparecer nuevas campañas de estos grupos de presión para desacreditar a Pablo Iglesias e intentar influir en el proceso interno de esta formación. No es una profecía, es una evidencia que ocurrirá y también que aparecerán los «banalizadores del mal».
Es una amenaza pura y dura, y entiendo que falsa, porque si el CNI tiene indicios de que se ha cometido un delito, tiene la obligación de llevarlo al juzgado. Es increíble que este personaje se considere un gurú de la política con estas maneras fascistoides y más propias del crimen organizado. Vivimos en el siglo XXI y todavía tenemos opinadores que alababan las hazañas del caudillo ¿Hasta cuándo?