Los ‘trolls’ de Joyce

1
gran-hermano-telecinco
Imagen de archivo del programa de televisión 'Gran Hermano'. / Telecinco

Cuenta el historiador literario Kevin Birmingham, en su imprescindible análisis del Ulises titulado El libro más peligroso del mundo (Es Pop ediciones), cómo un siglo de decadencia política, económica y social hizo de Irlanda un país hostil hacia los artistas. “Una rendición ante los trolls”, resumió el mismísimo James Joyce, consciente de que solo el teatro mediocre y chabacano satisfacía entonces a los irlandeses.

En un pueblo de la comarca de Talavera de la Reina se creó una Asociación Cultural de Mujeres. “Por la igualdad con los hombres”, dijeron antes de organizar su primer evento: una excursión a El Corte Inglés. En otro pueblo cercano, una organización similar contrató un bus para ir a Madrid, al teatro. El plan era ver a Los Morancos, en el Nuevo Apolo... y para casa.

La ciudad castellano manchega es, con más de 80.000 habitantes, un erial cultural. Una librería digna, algo de teatro comercial, cine infantil y de acción, ausencia absoluta de música en directo… Los trolls avanzan, los ciudadanos con actividad neuronal se atrincheran en las bibliotecas de sus casas, junto al DVD y el equipo de sonido. En los pueblos de la comarca, los más atrevidos se acercan a la cita quincenal con sus dealers, al frente del Bibliobús, donde devuelven los libros leídos y pillan material nuevo. El resto dormita entre la Champion de Antena 3, el Gran Hermano de Telecinco y las corridas de toros de la televisión autonómica.

Los trolls de la irlanda de Joyce campean desde hace años por la España decadente del PP y el PSOE. Los ciudadanos parecen haberse rendido. Los intelectuales, también. ¿Adivinan quién rentabiliza este desconcierto cultural? Los dos partidos políticos que hasta hace bien poco se alternaban en el poder, que aprovechaban la ausencia de criterio, y de sentido crítico, de unos ciudadanos aborregados.

El cambio social y económico debe comenzar con la derrota de esos seres antropomorfos, defensores de la ignorancia, a los que un genio llamó trolls. Es decir, de aquellos que pretenden robarle la educación a nuestros hijos, que buscan desgastar y desmotivar a los profesores, que ven a los profesionales de la cultura como peligrosos enemigos, que nos quieren asustados y mansos, que buscan una ciudadanía inculta y dócil.

1 Comment
  1. Mecacholo says

    ¡Cuan identificado me siento con lo aquí escrito! Hay trolls por todas las comarcas.

Leave A Reply