Abusador

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Juan Luis Cebrián, en un momento de la entrevista con Jordi Évole. / @lasextaTv (Twitter)

Juan Luis Cebrián salió reforzado de la entrevista, se supone que comprometida y dura, con Jordi Évole en La Sexta. Con un Jordi Évole que venía vendiendo esa charla como un interesante trabajo periodístico, cuando en realidad se trataba de un nuevo ejercicio promocional. Cebrián, entrevistado horas antes en la Cadena SER, vendió su nuevo libro en terreno enemigo. Con dos cojones. Es decir, con solvencia, con descaro y con la complicidad de un Évole que en ningún momento llegó a arrinconar a un presidente de Prisa que parece de vuelta de todo. ¿Hubo pacto de no agresión?

Cebrián, que convirtió la supuesta encerrona en una oportunidad para vender la primera parte de su biografía, llegó incluso a cachondearse de Évole. “¿Eres tú más establishment que yo o menos? Sería discutible. Lo que no es discutible es que tú eres establisment”, dijo el veterano periodista-empresario, entre carcajadas, a un Évole que encajó de mala manera que le recordaran que era un Lara-Boy.

Puede parecer fácil vapulear en una entrevista a un tipo como Cebrián, ejemplo de decadencia periodística y soberbia desbocada. Error. Para entrevistar a personajes como Cebrián hacen falta enormes dosis de seguridad y de humildad y, por supuesto, saberse muy bien la lección. A veces ni con esas. Évole arrancó confiado, invocó a la agresividad de los entrevistadores estrella de la cadena y se documentó en Google. “El País es rentable”, dijo Cebrián. Y el unos segundos antes incisivo y repreguntador Évole aceptó el dato y calló. Suspenso: El País cerró 2015 con unos números rojos de 12,9 millones de euros. Y ha recibido una inyección de 30,6 millones de euros al encontrarse incurso en causa de disolución por su situación patrimonial, a causa de las continuas pérdidas.

Jordi Évole lleva dos semanas tratando temas de enorme dureza. Los abusos. Hace dos domingos entrevistó al pianista James Rhodes, violado de manera brutal entre los seis y los diez años. El pasado domingo charló con Juan Luis Cebrián, máximo responsable del ERE de El País que puso en la calle de mala manera, por la retaguardia, a 129 trabajadores. Y por momentos Cebrián abusó de un Évole al que, a golpe de hipocresía y cinismo, redujo a un capítulo más de su gira promocional.

Quizá Cebrián no es consciente de que destrozó las vidas de 129 personas y sus familias, mientras disfrutaba de un sueldo de otra galaxia: Prisa cerró el ejercicio 2011 con unas pérdidas de 451 millones de euros y ese mismo año Cebrián ganó 8,2 millones. Unos meses después puso en marcha el expediente de regulación de empleo. “Juan Luis Cebrián se ha convertido en el símbolo del capitalismo de rapiña que se ejerce en este país”, dijo en su día Victorino Ruiz de Azúa en Jot Down, revista que poco después paso a formar parte de la nómina de Prisa. De lo que es plenamente consciente Cebrián es de su importante papel en la transición, la pomada, epicentro de su biografía.

Lo que quizá no sepa el presidente de Prisa es que ha vivido al menos dos transiciones. La política, de la que habla constantemente, en un pulso por contar mejores anécdotas y chascarrillos que Felipe González, el otro gran abuelo cebolleta de la izquierda caviar. Y la profesional. En esa transición que va desde que en 1976 fundó y dirigió El País, entonces uno de los mejores periódicos del mundo, y el momento actual, en el que ese mismo diario insulta gravemente a un líder socialista o impide la publicación de un texto de John Carlin sobre el caso Football Leaks porque no fueron ellos, sino El Mundo, quien firmó la exclusiva.

Pese a contar con diferentes formas de apoyo (políticos, grandes bancos, empresas del Ibex) Cebrián no ha vuelto a repetir el éxito de El País. Es más, se ha especializado en el cierre de medios de comunicación. Ahora es El País, la joya de la corona de Prisa, quien está en grave peligro, acosado por los cambios en el modelo de negocio y años de decisiones equivocadas. La censura del texto de John Carlin es una anécdota. Se podrían poner decenas de ejemplos sobre la deriva de El País en los últimos tiempos. Ejemplos que van desde el falso Chávez iluminando su portada, al ERE que desmontó una redacción histórica, pasando por el cúmulo de disparates que comete día tras día una dirección de perfil bajo.

¿Fue algún día El País un periódico progresista? Lo que resulta evidente es que hoy es un periódico conservador. En los últimos tiempos El País ha calificado al secretario general del PSOE Pedro Sánchez de “insensato sin escrúpulos”, ha incorporado a Rubalcaba a su consejo editorial (y a Susana Díaz a su cuadra de posibles caballos ganadores), ha despreciado a Pablo Iglesias de todas las formas y maneras posibles, ha censurado a Enric González… Lo de Carlin es una anécdota, insisto. La última en un medio sin rumbo.

P.D.

Solo unas horas después de hablar con Évole, Cebrián fue entrevistado por Carlos Alsina en Onda Cero. Parecía otra persona. Ante las mismas preguntas se mostró incómodo, nervioso, agresivo, por momentos maleducado y hasta desquiciado. Dio una imagen terrible. Curioso teniendo en cuenta que se trataba de un directo, algo que siempre puedes controlar más que un programa grabado y editado por el enemigo como el de Évole. ¿Seguro que no había pacto?

3 Comments
  1. Mecacholo says

    Buen análisis.

  2. qq says

    Pues esta vez no estoy de acuerdo, Jefe. Yo creo que Évole, con sus silencios y su cara de no haber roto un plato, le quitó la piel de cordero al lobo y dejó a Cebrián desnudo, tan desnudo que sus vergüenzas le han retratado y le han dejado en ridículo. Este otro análisis me parece más acertado: http://www.eldiario.es/zonacritica/pobre-Cebrian-llantos-establishment_6_590101003.html.

  3. cristina says

    De acuerdo con qq. Vimos al rey desnudo. Y para eso no hace falta sermonearle, sino escucharle.

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