El (necesario) conflicto catalán

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Sáenz de Santamaría. Conflicto catalán.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, este martes, a su llegada a la sede de la consellería de Economía de la Generalitat para reunirse con el vicepresidente del Ejecutivo catalán, Oriol Junqueras. / Quique García (Efe)

El mismo día, en el mismo diario (El País), y casi en la misma página se podían leer dos noticias sobre lo que algunos llaman “el conflicto catalán”. En la primera, el vicepresidente del Gobierno de Cataluña, Oriol Junqueras, comunicaba a su homóloga española, Soraya Sáenz de Santamaría, que el referéndum era irrevocable. En la segunda era Juan Luis Cebrián, presidente del grupo PRISA y de El País, quien alertaba de que la convivencia está siendo dañada por el conflicto territorial.

Alguien ha dicho que estamos ante el primer gran conflicto europeo del siglo XXI. Se puede enfocar de esta manera, un buen titular con ínfulas literarias: Cataluña como proceso político, una secesión popular que pide aire fresco, que exige cambios en el orden territorial y constitucional, que sugiere dar paso a un proceso constituyente. Cuestión de reuniones, de opiniones, de debates y, finalmente, de urnas.

Pero también se puede orientar de manera mucho más asilvestrada y montaraz. Ahí tienen la noticia de hace solo unos días en La Vanguardia: “Un indigente bebido mata a otro en una discusión por la independencia”. La víctima y el agresor, que no se conocían, se econtraban en un bar. Estaban borrachos, empezaron a discutir de fútbol y, según cuenta el periódico, “acabaron defendiendo uno la independencia de Catalunya y el otro la unidad de España”. Mal asunto: nada bueno puede salir nunca de ese cóctel explosivo que nace de mezclar alcohol y política.

Todo acabó con dos puñaladas, la segunda de ellas mortal. La escena debió parecerse al famoso duelo a garrotazos de Goya. Los hombres enterrados hasta las rodillas sustituidos por hombres arrodillados por el licor. En las manos, navajas en lugar de cachiporras. El resultado es el mismo. Lucha fraticida, sangre y sinrazón.

¿El conflicto catalán es una pintura negra? ¿Los absolutistas y los liberales, los progresistas y los moderados, protagonistas de los tiempos de Goya, siguen en pie de guerra con otros nombres, bajo diferentes siglas? ¿La convivencia civilizada es imposible, el garrotazo/puñalada es el final inevitable?

Quizá. En España, el conflicto se ha convertido en una forma de vida. ¿Profesión? Gestionaconflictos. Sin el problema catalán, ¿qué sería de los políticos, de los periódicos, de los tertulianos, de esos nacionalistas con posturas antagónicas, de esas empresas al rebufo económico de unos y otros? Para que ellos sobrevivan, otros tienen que ejercer de duelistas, y apalearse hasta morir, borrachos y desangrados, en la acera de un territorio neutral.

2 Comments
  1. juanjo says

    ¿Uno, que vive a caballo entre 3 autonomías continúa preguntando, ¿salvo para enriquecer a los políticos profesionales,
    enchufar a sus amigos y familiares,
    ..
    jodernos a impuestos
    y vigilarnos hasta debajo la uretra …
    ….
    ¿para que otra cosa sirven las autonomías?

    el artículo casi, casi, lo deja claro. para hacer comedias y dar cuerda a la farándula ma´s ramplona …,

  2. max says

    Se sabe que defendia el que murio?

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