OPINIÓN / Cospedal se encargó de sintetizar el apoyo del PP a Cifuentes
Lo suyo y los suyos
En la Convención Nacional del Partido Popular, celebrada este fin de semana en Sevilla, María Dolores de Cospedal quiso dejar las cosas muy claras desde la jornada inaugural: “Hay que defender lo nuestro y a los nuestros”. Las palabras de la secretaria general de los populares no se referían a España, no eran una apología de las tradiciones y costumbres de este país, no elogiaban a nuestros personajes ilustres. No. Esas palabras de apoyo entusiasta estaban dirigidas a Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, propietaria de un currículo de ensueño, mentirosa profesional, vergüenza y hazmerreír de buena parte de la sociedad española.
“Van a tratar de desacreditarnos, de hacernos juego sucio, de que lleguemos a las urnas cansados, heridos, desmoralizados, pero no lo van a conseguir”, insistió Cospedal ante el entusiasmo de la cúpula del PP, que se rompió las manos aplaudiendo. Y terminó con otra frase para la historia: “No permitamos que nos avasallen, no renunciemos a nuestros principios… cerremos filas ante las malas artes”.
¿Cerremos filas ante las malas artes? ¿No renunciemos ante nuestros principios? ¿Tratan de hacernos juego sucio? Algún malpensado antisistema podría creer que las palabras de Cospedal, un ejercicio de hipocresía deslumbrante, son solo un paso más en la huida hacia delante de un partido podrido que cada día que pasa lanza por la borda una nueva porción de las escasas reservas de decencia que pudieran quedarle, que se resiste a conservar un solo ápice de dignidad. Pero la realidad es que Cospedal acierta a resumir como nadie ha hecho hasta ahora, con claridad meridiana y en una sola frase, las intenciones de su partido: “Hay que defender lo nuestro y a los nuestros”.
Hace tiempo que el Partido Popular dejó de pensar en España y en los españoles. O al menos en toda España y todos los españoles. El PP piensa, como muy bien confiesa Cospedal, en “lo nuestro” y “los nuestros”. Es decir, en lo suyo y los suyos. Y trabaja para ellos. Y miente para ellos. Y para ellos adjudica, falsifica, blanquea, e incluso se financia ilegalmente.
Las organizaciones corruptas son así de solidarias: defienden lo suyo y a los suyos a título lucrativo. Lo cual va desde 40 millones en Suiza a un ático en Estepona pasando por un sobre con dinero negro, una fiesta con payasos o un simple master de Derecho Público.