La victoria de López Obrador en México: ¿una contraofensiva patriótica en América Latina?

  • López Obrador escruta en la historia de México, recoge las mejores banderas de la revolución mexicana y es capaz de enterrar sus peores subproductos
  • México es la constatación práctica de que en América Latina se ha abierto una nueva ventana de oportunidad

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David Comas Rodríguez, analista político

Este fin de semana mirábamos expectantes a México. La ilusión de todos los progresistas y demócratas se concentraba en que este país protagonizara un ejercicio de dignidad, ajustando cuentas con el histórico castigo perpetrado por siglos de dependencia y el maltrato de su vecino estadounidense. Y lo hizo.

López Obrador escruta en la historia de México, recoge las mejores banderas de la revolución mexicana y es capaz de enterrar sus peores subproductos. Como en la mayoría de los países de América Latina, la historia de México es la historia de una soberanía frustrada. Una soberanía evocada sobre los principios liberal-demócratas, pero incapaz de realizarse bajo el corsé de unas relaciones económicas (y políticas) de dependencia con el sistema económico mundial.

El caso es nuevo, pero el proceso tiene similitudes con otros análogos en la región. Una vez más, la bandera de la soberanía en América Latina es recogida por un proyecto patriótico y progresista, único capaz de ofrecer un horizonte de progreso, único capaz de presentar un proyecto solvente que ofrezca un futuro para su pueblo.

Se ha escrito mucho sobre la “década ganada”, pero tal vez aún no se ha hecho lo suficiente sobre este periodo de “interrupción” que recién hemos vivido tras la caída de algunos referentes en la región. El retroceso de los procesos populares y patrióticos en América Latina coincide con la pérdida de posiciones sin precedentes de Estados Unidos como potencia mundial. Mientras el combustible de algunos procesos parecía agotarse, a nivel mundial las condiciones objetivas abren una nueva ventana de oportunidad. Si lo demostraba la tendencia mundial de relaciones geopolíticas --dónde China y Rusia ganan peso, a la par que África gana autonomía – aún limitada – frente a sus antiguos colonizadores europeos-- lo confirmaba la tendencia al “repliegue” protagonizado por Donald Trump.

Este “periodo de interrupción” es el que puede definir el escenario futuro de la región. Con Venezuela convertida en el “Stalingrado” particular de EEUU, parece que la ofensiva imperialista sobre la región demuestra sus límites evidentes. Los ejercicios de resistencia a lo largo y ancho del continente se han traducido en un resultado histórico para la izquierda en Colombia y la victoria de López Obrador este domingo en México. ¿Estamos ante una contraofensiva patriótica en el continente?

México sopla hoy una nueva brizna de esperanza sobre el continente. Puede alentar a procesos como el cubano y el venezolano que buscan reinventarse en medio de la tormenta. Puede alentar a quienes fueron desalojados durante este periodo de interrupción del poder y buscan nuevas fórmulas para recuperar la confianza del Pueblo, como los patriotas argentinos, los progresistas brasileños o los correistas ecuatorianos.

México es la constatación práctica de que en América Latina se ha abierto una nueva ventana de oportunidad. Con EEUU más débil e incapaz que nunca para sostener el dominio sobre la región, todo queda en mano de la agudeza política de los líderes patrióticos y democráticos de la región. La visión de los proyectos patrióticos para conectar con el sentir general y arrojar un horizonte político dónde, en base a los criterios de realización nacional e integración regional, los países tengan futuro será determinante para que el periodo subsiguiente se traduzca en avances para las mayorías populares de la región.

A veces, la historia nos obliga a dar un paso atrás para poder dar diez hacia adelante. Es pronto para poder decir si este periodo desembocará en una restauración del dominio estadounidense de la región o en una contraofensiva patriótica a lo largo y ancho de todo el continente. Pero lo que constata la victoria de este domingo es que, en América Latina, no está todo escrito. Hay futuro, hay esperanza y existe la oportunidad. Todo parece indicar que, en América Latina, lo mejor puede estar por llegar.

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