Los asentamientos chabolistas como única alternativa

  • El origen de los asentamientos chabolistas de personas temporeras en Huelva es el año 2000, coincidiendo con el auge del sector dedicado al cultivo de los frutos rojos
  • Diecinueve años después de que se originaran, la cifra de estos núcleos chabolistas se ha incrementado significativamente
  • "Habilitar o crear espacios de alojamiento es fundamental para el favorable desarrollo físico y mental de estas personas"

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María Hernández Morán

La existencia de asentamientos o de poblados chabolistas tanto en las grandes ciudades como en localidades de menor tamaño no es, desafortunadamente, un hecho novedoso o exclusivo de un lugar determinado. Miles de personas malviven en distintos asentamientos chabolistas en España; hombres, mujeres, menores y personas mayores se encuentran obligados a vivir en condiciones de inseguridad e insalubridad.
Las causas por las cuales se origina un núcleo chabolista y el perfil de las personas asentadas puede variar dependiendo de la zona en la que se ubique. La situación geográfica, el número de habitantes de la localidad y el sector o lo sectores económicos predominantes en cada zona van a marcar el perfil de los habitantes y de las características del asentamiento. En la provincia de Huelva, tanto la localización del asentamiento como los rasgos de sus ocupantes están claramente vinculados al sector agrícola.

El origen de los asentamientos chabolistas de personas temporeras en la provincia onubense se sitúa en el año 2000, coincidiendo con el auge del sector dedicado al cultivo de los frutos rojos y con la imposibilidad de cubrir todos los empleos ofertados desde este ámbito con los y las trabajadoras que tradicionalmente habían ocupado estos empleos.

Es decir, la creación de estos espacios fue el resultado de la falta de alternativas de alojamiento para todas las personas migrantes que llegaban a la provincia de Huelva con el objetivo de insertarse laboralmente en el mercado de trabajo agrícola. La inexistencia de albergues destinados al hospedaje de estas personas, la limitada oferta de viviendas en régimen de alquiler y la negativa de algunos propietarios a alquilar sus viviendas a personas migrantes, fueron y son las principales causas por las que se originaron y aún se siguen manteniendo los asentamientos chabolistas.

Por lo tanto y tal como cabe deducir por el origen de la formación de estos asentamientos, el perfil mayoritario de sus habitantes suele responder al de personas que se emplean en labores agrícolas, mayoritariamente hombres, con edades comprendidas entre los 18 y 45 años, procedentes de países africanos como Ghana, Malí, Marruecos y Senegal y, en menor medida, de países de Europa del Este (Rumanía).

Sin embargo, y aunque el perfil más generalizado responde al de hombres en edad laboral, no podemos obviar la presencia de mujeres, cada vez más notoria, de menores con y sin referentes familiares y de jóvenes ex tutelados.

Sin duda, todas las personas que habitan en los asentamientos deben ser motivo de preocupación para las Instituciones, las Entidades Sociales y la Sociedad en general pero, existen determinados perfiles particularmente vulnerables, como es el caso de los/las menores y las mujeres, que requieren de la puesta en marcha, con carácter urgente, de medidas y de recursos destinados a garantizar su seguridad.

Lamentablemente, lejos de decir que estamos cerca de encontrar soluciones que planteen una mejora en la vida de las personas asentadas, tenemos que decir que diecinueve años después de que se originaran, la cifra de estos núcleos chabolistas se ha incrementado significativamente -actualmente existen 30 asentamientos situados en distintas localidades de la provincia-, incluso han llegado a perder su carácter estacional para convertirse en permanentes.

La proliferación de incendios que han tenido lugar en diferentes asentamientos, ubicados en distintas localidades, entre enero y junio de 2019, ha provocado que parte de sus habitantes se hayan manifestado pidiendo una solución al problema habitacional que sufren. Esta iniciativa, pionera entre este colectivo, ha puesto de manifiesto la desesperación y el miedo con el que conviven día a día estas personas. El riesgo a morir, enfermar, perder su documentación y pertenencias y, en definitiva, su “hogar” es a lo que se han tenido que enfrentar estas personas en todos y cada uno de los incendios que se han producido.

En definitiva, vivir en chabolas “levantadas” con materiales procedentes de plantaciones agrícolas y/o de obras es, sin duda, una potencial fuente de riesgos tanto para su salud física como psíquica.

Han sido y son cuantiosas las reivindicaciones y las peticiones que se han realizado desde asociaciones, ONG y sindicatos solicitando e, incluso, exigiendo a las Administraciones Públicas soluciones y medidas que tengan como objetivo dignificar la vida de los trabajadores y trabajadoras temporeras que habitan en los asentamientos chabolistas de la provincia onubense.

Habilitar o crear espacios de alojamiento es fundamental para el favorable desarrollo físico y mental de estas personas, pero también contribuiría a mejorar y a acelerar su inserción social y laboral, respetando su dignidad, los derechos fundamentales y promoviendo así la convivencia.

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