SOCIEDAD

En defensa de las familias

  • Sólo el 18’5% de jóvenes entre 16 y 29 años están emancipados en España, la cifra más baja desde 2002

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Cristian García Palomo es politólogo

Creo que las familias son importantes. Son el primer espacio de socialización y educación cuando nacemos. Una gran parte de lo que vamos a ser en el futuro viene marcado por nuestra familia: por su renta, por dónde vive, por sus contactos o por sus hábitos diarios. Además, durante los peores años de la crisis, las familias actuaron como sostén vital para miles de personas que perdieron sus casas y sus empleos. Las pensiones de abuelos y abuelas, los salarios de los padres y las madres, se estiraron hasta donde parecía imposible para permitir a generaciones enteras subsistir. 

Las familias son tan importantes que el gobierno andaluz de PP-Ciudadanos, condicionado por Vox, ha decidido que les va a dar una medalla a las mejores familias. Incluso hay modalidades. “Familias y Empresa”, “Familias con Coraje” o “Familias numerosas”. Las medallas no traen consigo ninguna recompensa económica, pero seguramente queden bonitas en el salón. 

¿Hay que apoyar algo tan importante como son las familias? Claro. Pero, exactamente, ¿de qué sirve una medalla? ¿No sería mucho más útil y un premio de verdad políticas que permitan formar familias? Porque hace unas semanas todos nos llevábamos las manos a la cabeza al ver que la natalidad en nuestro país ha caído en picado hasta alcanzar cifras de hace 20 años. Desde el 2008, el número de nacimientos en España no han hecho más que bajar, hay que echar mucho la vista atrás para tener unos datos tan malos. 

Aunque, claro, uno no puede evitar preguntarse ¿quién se va atrever a ser padre o madre hoy día? El precio del alquiler en Sevilla, por ejemplo, ha subido en los últimos cuatro años un 30%. ¿Ha subido eso el salario de cualquiera? Va a ser que no. Y el resto de datos son igual de escalofriantes. Sólo el 18’5% de los jóvenes de entre 16 y 29 años están emancipados en España, la cifra más baja desde 2002. Si alguien de menos de 30 años quisiera vivir sólo tendría que destinar el 96% de su salario (si lo tiene) a pagar el alquiler. 

A la falta de algo parecido a un hogar en el que desarrollar un proyecto vital se une (de hecho es consecuencia directa) la completa y absoluta ausencia de empleo estable y digno. En Andalucía, el 95% de los contratos que se firmaron en noviembre fueron temporales. Los salarios siguen estancados. El paro juvenil es uno de los más altos de España. El resumen es que, si tienes un trabajo, va a durar poco y no te van a pagar mucho. Y si tienes menos de 30 años olvídate de que te traten como un adulto. 

¿Más datos? Save the Children cifra en unos 450 euros mensuales lo que cuesta la crianza de un hijo o hija. 5.400 euros al año, céntimo arriba, céntimo abajo y si contamos con un buen sistema público que proporcione ayudas y apoyo. Pero, en Andalucía, la renta per cápita anual (contando a los pocos afortunados muy ricos y a la mayoría de desgraciados muy pobres)  está en unos 19.000 euros. Y si abrimos el cajón de las familias monoparentales o (mucho más a menudo) monomarentales la situación es todavía peor. 

¿Y la solución a eso es una medallita? ¿Por qué no mejor un golpecito en la espalda, un aplauso y el juego del programa? Valen para lo mismo pero, al menos te puedes entretener con el juego. 

En su cruzada por todo lo bueno y sagrado, la derecha y la extrema derecha han recuperado el discurso de las familias. El PP lo usó para intentar tumbar la ley del aborto de Zapatero (spoiler, sale mal). Ahora Vox se escuda en las buenas familias españolas para hablar de dictadura progre, defender el pin parental y de lo malvadas que son las feminazis, que quieren acabar con todas las familias. Incluso Ciudadanos habla de familias cuando plantea la necesidad de regular los vientres de alquiler o de los autónomos que levantan el país. 

Pero, por mucho que insista en ello, la derecha nunca propone soluciones a los problemas reales de las familias. No evita que los alquileres suban como la espuma. No evita que los salarios se desplomen. Recorta en servicios sociales. Baja impuestos a las familias numerosas, en lugar de garantizar ayudas y servicios. La derecha, con sus políticas, demuestra estar en contra de las familias. La derecha, con sus discursos, demuestra que sólo cree en un tipo de familia cerrado. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la derecha, cada día, atenta contra las familias andaluzas. Atentan contra los más pequeños, pero también contra los mayores cuando elimina las plazas de fin de semana y festivos para mayores y discapacitados de los centros de día

Ya va siendo hora de que, desde los espacios progresistas, reclamemos soluciones a los problemas de las familias. Es hora de que se defienda a las familias, también en su diversidad. Una familia que no son sólo los lazos sanguíneos. Son los amigos hechos durante la adolescencia y la universidad, son las abuelas que cuidan, son las vecinas que apoyan. Es, en definitiva, la comunidad que construimos para no sentirnos tan solos frente a ese mundo lleno de incertidumbres y miedos que campa a sus anchas por nuestra época. Monstruos en forma de desempleo, de salarios de miseria, de recortes o de alquileres que van y vienen. Monstruos en forma de migración para buscar los proyectos de vida que se nos niega en nuestra tierra. Monstruos en forma de colegios públicos que se cierran y de guarderías que nunca abren. 

Proteger a las familias es hacer más política feminista y más política social. Es tejer más comunidad en nuestro territorio. Es limitar el precio del alquiler y garantizar salarios dignos. Es impulsar barrios más cómodos y seguros para la vida en lugar de para el coche. Es garantizar que las pensiones de las personas mayores sirven para llegar a fin de mes. Es fomentar comercio de cercanía y servicios públicos de calidad para todos y para todas. Es evitar que las casas de apuestas invadan nuestros barrios. Es tener espacios, servicios públicos y tiempo para una crianza feliz para todos y todas. Eso es proteger y ayudar a las familias, no poner una medallita y dar un golpecito en la espalda. 

Ahora, bien, ¿las familias son perfectas? No. ¿Las comunidades son perfectas? No. Pero ni podemos ni (más importante aún) queremos vivir solas. Por eso (también) elegimos y defendemos a nuestras familias.

1 Comment
  1. Andrea says

    Quizá Incentivar a la población con apoyos económicos podría ayudar tener mayor estabilidad

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