OPINIÓN
¿Qué es importante en Metro?
- Hace una semana se confirmaba el fallecimiento de un conductor del Metro de Madrid tras años de respirar amianto
- Durante décadas, Metro sabía que había amianto en las estaciones, en los vagones, en la pintura, en las válvulas y en los frenos de los trenes
El pasado domingo 12 de enero se confirmaba el fallecimiento de un conductor del Metro tras años de respirar amianto mientras llevaba a miles de personas de una estación a otra en el Metro de Madrid. El Sindicato de Maquinistas también ha informado que otro conductor ha desarrollado cáncer relacionado con la exposición al amianto.
Estos meses de zozobra debido a las dificultades para conformar un Gobierno nacional, han dejado postergados y sin suficiente visibilidad muchísimos problemas en la Comunidad de Madrid. Uno de ellos, el transporte público.
Primero, una aclaración; el Metro, Metro Ligero y el Consorcio de Transportes, que regula los medios de transportes públicos en Madrid, es competencia de la Comunidad. La Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid depende de Ciudadanos en el Gobierno liderado por el PP y el consejero es Ángel Garrido que, en un salto mortal, es también el anterior presidente de la Comunidad de Madrid por el Partido Popular. La EMT es competencia del Ayuntamiento y Cercanías forma parte del Ministerio de Fomento. Además, la Comunidad de Madrid tiene también externalizado el servicio del Metro Ligero Oeste, la línea 9B que va hacía Arganda (TFM) y las estaciones de la línea 8 del Aeropuerto. Esta explicación competencial viene al caso para aclarar que lo que necesita el transporte de Madrid son políticas integrales, sobre todo por parte de la Comunidad de Madrid que regula el Consorcio.
Pero, volvamos al amianto. Durante décadas, repito, décadas, Metro sabía que había amianto en las estaciones, en los vagones, en la pintura, en las válvulas y en los frenos de los trenes. En 1992 ya se hablaba de amianto en la Asamblea de Madrid y, desde el año 2001 en España está prohibido, pero no se hizo nada hasta que en 2018 salta la noticia. Entonces, ya no parecía tan extraño ver a conductores en la línea 1 con mascarillas porque no se fiaban de que en el día de mañana no fueran a tener cáncer.
Línea a línea, se confirmaba que todos los trenes tenían que pasar por el taller porque tienen amianto. Y no paraba ahí, techos y paredes de las estaciones. Vendimos a Argentina vagones con amianto. La Comunidad de Madrid dijo en 2018 que tardaría 6 años en retirar todo el amianto de las estaciones y ahí siguen los carteles en un montón de estaciones con una gran A negra. Lo curioso es que, con la prórroga de los Presupuestos de 2019 para 2020 debido a que la presidenta Ayuso se niega a hacer los Presupuestos no vaya a ser que el Ministerio de Hacienda lo llevase un comunista, el presupuesto de desamiantado está congelado.
En 2018 se creó en la Asamblea de Madrid una comisión por la “crisis del amianto” que resolvió que la gestión del Metro había sido negligente, incapaz, irresponsable y buscaba el ocultamiento.
A los viajeros y a los trabajadores y trabajadoras se nos ha dicho que no hay ningún problema, que mientras no manipulemos todo bien, pero, ¿Nos podemos fiar de Metro que para no reconocer al segundo fallecido por amianto, llevó su caso a la justicia alegando que el cáncer de pulmón lo mismo era porque el fallecido era fumador?
En realidad el problema está en que la Comunidad de Madrid menosprecia el riesgo para trabajadores y viajeros y es palpable cuando los altos cargos de la Consejería o de Metro o del Consorcio solo cogen el Metro para inaugurar o para hacerse fotos para la prensa mientras hablan de una movilidad que, durante años, solo se ha utilizado para maltratar a los madrileños y madrileñas tratándoles como ganado.
El Metro de Madrid ha sido usado durante años como una máquina para ganar elecciones. En los tiempos de Esperanza Aguirre y Gallardón no había año que no se inaugurase estaciones o ampliaciones de línea. De hecho, les gustaba tanto, que la construcción del Metro Ligero Oeste está en el sumario del caso Púnica. En esa época es cuando se idea la “externalización” del Metro y, desde entonces, a las empresas concesionarias se les compensa económicamente cuando las previsiones de ganancias de las empresas concesionarias no alcanza. Es tan kafkiano que se ha compensado a la concesionaria de las estaciones del Aeropuerto porque el servicio de Aeropuerto Exprés de la EMT le ha restado viajeros.
Y mientras, el Metro acumulaba retraso, menos trenes disponibles, inundaciones, recortes de personal, aumento de quejas, pero, lo importante para el Consejero de Transporte es que en 2020 vamos a tener 4G en todas las líneas de Metro, que se va a ampliar la línea 3, 5 y 11 justo para el año de las elecciones y que se va a abrir toda la noche ¿Con qué trenes y con qué maquinistas? Pues nadie lo sabe. ¿va a mejorar las frecuencias? No parece ¿Va a haber más taquilleros y taquilleras para resolver incidencias? Nada lo indica pero los que hay ahora van con un iPad porque el gasto en iPad es más necesario que gastar en más personas para que las estaciones no estén vacías ¿Se va a desamientar? Mejor no lo pensemos mucho.
En julio la fiscalía de la Comunidad de Madrid, por fin, decidió denunciar a siete cargos de Metro por homicidio imprudente, lesiones y delitos contra los derechos de los trabajadores debido a la muerte de los dos primeros trabajadores que ahora se tendrá que sumar una muerte más.
Cuando a nuestros gobernantes se le llena la boca con la contaminación sobre si mata o no y con la libertad de ir en coche o sobre Madrid Central hay una trampa enorme: cuando no se mejora los medios de transporte públicos, no puede haber una ciudad con aire limpio. Cuando se concibe el transporte como algo que utilizan los pobres porque no se pueden permitir un coche para entrar en Madrid Central entonces es imposible tener una ciudad para todos. Cuando se utiliza el Consorcio de Transporte para colocar a amigos entonces no se está pensando en cómo se mueven los madrileños y madrileñas. Cuando se hace política de movilidad pensando en el dinero que se va a llevar esa o la otra constructora entonces perdemos todos y todas.
Cuando era taquillera, ante cualquier incidencia, me solían decir, en vez de poner una reclamación, que a ver cuándo privatizaban el servicio, que sería mejor. Y es eso también. El desprecio al viajero lleva a que se odie al trabajador, que en las huelgas se diga lo de pueden hacer huelga pero que no jodan a todos. A que las privatizaciones sean deseables.
En realidad, tener un transporte público digno, una ciudad y una Comunidad más limpia, una movilidad ordenada, un atajo para que no se vacíen los pueblos... pasa por un Metro y un Gobierno de la Comunidad de Madrid que respete a los y las viajeras y a los y las trabajadoras y, en especial, que deje de poner en riesgo sus vidas con el amianto, por empezar a hacer políticas integrales de movilidad (lo que pasa, obligatoriamente, por reformar el Consorcio de Transporte), por dejar de pensar en Metro y en el transporte público como una manera para ganar elecciones y dar dinero a amiguetes y empezar a pensar en los viajeros y viajeras y en sus necesidad. Todos coincidiremos que preferimos estaciones sin amianto o trenes con frecuencias adecuadas y así llegar a nuestros destinos, antes que seguir pagando de tapadillo a concesionarias o chorradas con iPads o 4G.
Tener un Metro de Madrid digno, público, que vuele y que sea el orgullo de los madrileños y madrileñas es posible, solo es necesario gobernantes que les interese, de verdad, el Metro.