DOMINGO

Una “dirección de Estado” cocinada a fuego lento

  • "Ya se vislumbraba una suerte de nuevas 'dos Españas' que llegaban, y que, hasta el momento, se han quedado, tal y como contábamos en este periódico"
  • "Lejos parece, de momento, el proceso constituyente con el que se especulaba en 2017, dadas las actuales mayorías parlamentarias"
  • "Hoy, día de la Constitución, está bien recordar cómo ha ido evolucionando esta idea y cómo, dadas las actuales mayorías, mira hacia el futuro"

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Viajemos por un momento a finales de agosto de 2017, concretamente a la noche del 27. En Barcelona, una gran manifestación había recorrido el Passeig de Gràcia en repulsa por los atentados terroristas de Las Ramblas y Cambrils. Aquella manifestación se recordará por el rechazo que numerosos manifestantes mostraron a Felipe VI. “Felipe, qui vol la pau no trafica amb armes”, una fotografía inmortalizaba al monarca junto a esta pancarta. Acabada la manifestación, tal y como desvelaron los periodistas Iván Gil y Pablo Gabilondo en El Confidencial, una cena en la casa del empresario Jaume Roures reunió a los entonces líderes de Podemos, ERC y En Comú Podem: Pablo Iglesias, Oriol Junqueras y Xavier Domènech.

Faltaba algo más de un mes para el 1-O y las cargas policiales cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, dos meses exactos para la simulación de la declaración unilateral de independencia. Tuvieron lugar, durante aquellas fechas, una sucesión de “días históricos” en Catalunya, expresión que fue perdiendo significado. Los tres dirigentes reunidos en aquella cena marcaban un camino político, un horizonte que les unía y que no se ha ido materializando, coyunturas dadas, hasta bastante tiempo después. Domènech siempre había teorizado con la necesidad de unir grandes mayorías en Catalunya que superaran el procés independentista, pero que fueran capaces de impulsar un proceso constituyente en el Estado español.

Para eso, harían falta dos cosas. En primer lugar, sacar a Mariano Rajoy y al PP de La Moncloa. En segundo lugar, que ERC, que aspiraba a ser el espacio hegemónico en Catalunya, rompiera con la derecha nacionalista de JxCat y Carles Puigdemont y mirara para posibles alianzas hacia su izquierda, más allá del independentismo. Para lograr el primer objetivo, hacía falta sumar al PSOE de Pedro Sánchez, que había sido elegido, de nuevo, secretario general de Ferraz tras imponerse a Susana Díaz meses atrás, el 22 de mayo de 2017. Sánchez volvía a liderar el PSOE tras una campaña interna en la que había asumido buena parte del discurso de Podemos, criticando a las élites de su partido y del establishment del Estado y recogiendo la idea de plurinacionalidad.

La ruptura de JxCat y ERC se daría mucho más tarde, de hecho, todavía se está dando. Aún comparten Govern en la Generalitat, a pesar de que las disputas entre ambas fuerzas políticas están a la orden del día, sobre todo desde la inhabilitación de Quim Torra como president el pasado 28 de septiembre. Con las próximas elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, si no hay sobresaltos por la pandemia se celebrarán el próximo 14 de febrero, el hito que mejor simboliza esta ruptura entre independentistas es el preacuerdo para el voto a favor de ERC en los presupuestos del Gobierno de coalición de estos días.

El 20 de diciembre de 2017, en unos comicios catalanes convocados por el propio Rajoy mediante la aplicación del artículo 155, la fuerza más votada fue Ciudadanos de Inés Arrimadas. Aun así, el independentismo gozaba de una nueva mayoría absoluta en el Parlament. Sin embargo, por tan solo 12.500 votos y dos escaños, JxCat (el espacio heredero de Convergència) volvía a ser el partido independentista dominante. ERC quedaba subalterna a Puigdemont, no era el momento de materializar un giro a la izquierda y de liderar una nueva etapa en Catalunya desde el soberanismo. Esta hipótesis de los republicanos llegaría bastante después: “ensanchar la base”.

La salida de Mariano Rajoy de La Moncloa, sin embargo, se daría meses después de aquella cita a tres. Fue en el traspaso de mayo a junio de 2018 cuando Pedro Sánchez se imponía en la moción de censura presentada tras la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la Gürtel. Hasta que no estaba el debate en marcha, se desconocía el resultado de la misma. Al final, los votos favorables a la moción de PSOE, Podemos, ERC, PDECat, PNV, Compromís, Bildu y Nueva Canarias expulsaron a los conservadores del Gobierno. Se ha reconocido un papel protagonista a Iglesias en las negociaciones parlamentarias que tuvieron lugar para convencer a estos grupos de su voto a favor. Sobre todo el PNV mantuvo en secreto su voto hasta el último momento.

El PP, fuera del Gobierno. El PSOE llegaba a Moncloa impulsado por una mayoría de la investidura compuesta por dos vertientes: una de carácter progresista y otra de raigambre plurinacional. Frente a esta, las derechas nacionalistas españolistas de PP y Ciudadanos a las que se les sumaría, tiempo después, Vox. Entonces, ya se vislumbraba una suerte de nuevas “dos Españas” que llegaban, y que, hasta el momento, se han quedado, tal y como contábamos en este periódico. Una mayoría de la moción de censura que año y medio después, modificada, con grupos nuevos y aritméticas variadas, se convertiría en la “mayoría de la investidura” que permitió que el Gobierno de coalición actual, PSOE y Unidas Podemos, compartiera Consejo de Ministros.

Hoy se celebra el cuadragésimo segundo aniversario de la Constitución Española. Lejos parece, de momento, el proceso constituyente con el que se especulaba en 2017 o en el 15M, dadas las actuales mayorías parlamentarias. Sin embargo, cada vez parece más evidente cómo el sistema político ha cambiado y cómo uno de los pilares del mismo, el bipartidismo, es hasta difícil de recordar. Está claro que cualquier renovación de la Constitución ha de pasar por una revisión del modelo territorial, así como que las concepciones del propio texto constitucional varían mucho geográfica y generacionalmente.

Hace un año, Iglesias participaba en un acto en el Congreso junto al director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana. En él, celebraban que, hacía un año (también), se había publicado su libro de reflexiones conjuntas: Nudo España. En aquel encuentro, el actual vicepresidente segundo del Gobierno volvía a referirse al papel que ERC le gustaría que tuviera en la política española: presidiendo la Generalitat. Además, empezó a esbozar una idea que cada vez está más presente en las reflexiones de Iglesias: la incorporación de ERC, también de PNV y EH Bildu, a la “dirección del Estado”. Un año después, en una reciente entrevista en La Sexta, amplía: “O conseguimos que el Estado sea mucho más representativo de la pluralidad constitutiva de nuestro país, o tendremos un gran problema”, para ello, apuesta por unas instituciones “en las que todo el mundo se sienta representado”. Hoy, esta mayoría que va a sacar adelante los nuevos presupuestos es bandera de orgullo en Unidas Podemos.

Esta mayoría que va a sacar adelante los primeros presupuestos del Gobierno de coalición será una mayoría amplísima, se aproxima a los 190 diputados, en la que se incluyen no solo PSOE y Unidas Podemos, también independentistas catalanes (ERC) y vascos (EH Bildu), nacionalistas catalanes (PDeCat, tras romper con JxCat), vascos (PNV), canarios (Nueva Canarias) y valencianos (Compromís), regionalistas cántabros (PRC) y madrileños (Más Madrid) y la representación política de la España Vaciada (Teruel Existe). Votarán en contra CUP, JxCat y BNG, igual que las tres derechas y ultraderechas. Consigue el Gobierno el apoyo de una pluralidad parlamentaria territorial e ideológica que vuelve a responder a las dos tendencias: plurinacional y progresista. Una mezcla que, para encontrar algo similar en el pasado vinculado al Gobierno, habría que mirar hacia la II República. Una idea que se conformó en puntos de encuentro como el Pacto de San Sebastián de 1930 y a la que siempre rodea un halo republicano.

Tal y como contábamos a principios de este septiembre en cuartopoder, para Iglesias, la mayoría de los presupuestos no es un punto de llegada, sino un punto de partida que ha de intentar resolver problemas atávicos de la política española: y uno de ellos es el territorial. Para ello, el vicepresidente pretende formar una nueva “dirección de Estado” para afrontar nuevos retos. Una idea que, como hemos visto, ya rondaba allá por el verano de 2017 y que, poco a poco, se ha ido conformando y construyendo a través de una serie de procesos políticos de gran intensidad que han sucedido en los últimos años. Siempre en contra de los intereses de un establishment mediático madrileño que sigue soñando con que Ciudadanos (hoy tan solo 10 diputados en el Congreso) sirva de contrapeso a Unidas Podemos y haga volver al PSOE a mirar a la derecha.

Hoy, día de la Constitución, está bien recordar cómo ha ido evolucionando esta idea y cómo, dadas las actuales mayorías, mira hacia el futuro, un futuro republicano. Frente a esta idea, se vuelven a apelotonar, como decíamos, las tres derechas de PP, Vox y Ciudadanos, junto a sus apéndices en Navarra, Asturias y Canarias (Coalición Canaria). Regresa el trío de Colón, una vez que el intento de Arrimadas de virar al centro parece haber fracasado.

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1 Comment
  1. walletjc says

    En una primera instancia Podemos no deseaba presentarse a las municipales, pero había que estar ahí. Lo problemas de Podemos en las autonomías son notorios y dramáticos en sus respectivas montañas rusas de sorpassos y repasos como el gallego, alianzas gubernamentales en La Mancha y Extremadura para luego pasar a la irrelevancia y problemas en la articulación de alianzas que superando al PSOE no se ha conseguido tomar la dirección de ninguna comunidad autónoma como en el caso de Valencia. La supeditación al PSOE es la norma en los ámbitos locales y autonómicos. La declaración de la primera instancia sobre Podemos como un partido de éxito en el ámbito nacional es hoy celebrada con entusiasmo, por lo duro del recorrido, pero en el ámbito autonómico éxito no es la palabra para definirlo y el giro del PSOE hacia el gran centro neoliberal es un escenario más que plausible. Celebremos lo conseguido pero estemos alerta con lo fracasado. El camino inverso al 2015 de la geometría variable está aquí con nosotros y la vieja hipótesis de empate estratégico entre centro y periferia más vigente que nunca. Un PSOE de interior y un Podemos al frente republicano en la periferia.

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