In nomine Patris

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Tarde o temprano tenía que pasar. La Conferencia Episcopal Española ya tiene página en Facebook. La entidad presidida por Antonio María Rouco Varela, un hombre de su tiempo, ha desembarcado en la red social más grande del mundo con la intención de... ¿con qué intención? Pues el que esto firma no lo tiene todavía muy claro.

La web social, esa nueva Internet en la que el contenido es una cosa que se crea en comunidad y la comunicación se cultiva en canales de ida y vuelta, es algo más que colgar una sucesión de comunicados de prensa en el espacio de turno para no volver a pasar por allí hasta que se tenga una nueva soflama de la que informar.

Yo, sinceramente, al ver que los obispos de nuestro país decidían abrir página en Facebook tuve un pequeño atisbo de esperanza. Fue algo casi místico. Durante una fracción de segundo pude ver a muchos señores con sotana delante de flamantes ordenadores portátiles con la marca de la manzana, todo muy moderno, participando en la conversación con todo el que plantease sus dudas y debilidades en la red social. En otro momento, como si fuese un sueño, observé como esos mismos señores reflexionaban mirándose los unos a los otros mientras se acariciaban el mentón con aire de solemnidad, sus ojos en el infinito poniendo sus mentes en red para comprender todo lo que se les decía. En un rincón, algo apartado, uno de ellos, con gafas, voz algo aflautada y un ligero acento vasco, propio de los que hemos vivido algunos años en aquellas tierras, comentaba con cierto temor que esto llevaría a la iglesia a la modernidad y la conexión con la mayoría de la sociedad. Es el camino que nos ayudará, a través de la verdad, a mejorar la vida de las personas.

Miro los comentarios que han dejado otros usuarios. Hay más de treinta en la primera de las noticias publicadas. Todo son felicitaciones. Ni una sola voz crítica. La misión para la que se ha iniciado esta aventura en Facebook parece cumplirse, y el mensaje se transmite de la forma habitual. No hay canal de vuelta. Vuelvo a mi ensoñación particular. Los ordenadores están cerrados y los señores, que antes se miraban unos a otros con sorpresa, ahora tienen sus ojos clavados en la mesa presidencial. Rouco ha hecho su aparición en la sala hace unos momentos y yo también me giro para poder verle en toda su majestad. Hace un gesto con la mano derecha y pronuncia unas palabras, "In nomine Patris...", comienza la sesión. Se acabó el sueño.

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