Año 2018. Gracias a un ordenador perteneciente a un joven gaditano se ha localizado la primera señal clara y fuera de toda duda de inteligencia extraterrestre. La computadora estaba conectada a una red mundial de procesamiento de datos que son recogidos en el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) – el mismo que pudimos ver en la película Contact (1997)-. La primera parte de esta pequeña historia es sólo un poco de ciencia ficción barata. La segunda es la base de la computación compartida, una cadena planetaria que colabora desinteresadamente tanto para buscar a E.T. como una cura contra el cáncer.
Con las infraestructuras propias del proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) se tardaría cientos de años en analizar la ingente cantidad de señales de radio que el radiotelescopio detecta en sus barridos diarios por las estrellas. Por eso sus responsables decidieron, en 1995, que la creación de un programa que permitiese a cualquiera con un ordenador personal ceder tiempo de su CPU al programa SETI, su capacidad para analizar la señales su multiplicaría exponencialmente. Así nació, en el año 1999, un clásico de la computación compartida, SETI@Home, en el que existen incluso equipos de usuarios que compiten entre si sumando tiempo de proceso en sus máquinas.
Las señales que reciben los radiotelescopios que participan en el proyecto analizan la banda estrecha del espectro de radio, una franja en la que no suelen generarse señales de forma natural, y por lo tanto indicarían tecnología extraterrestre en su origen. El conglomerado de datos que se analizan contiene básicamente ruido generado por “fuentes celestes y por la propia electrónica de los receptores, además de señales producidas por el ser humano como estaciones de televisión, radares y satélites”. Por eso hace falta una labor de filtrado electrónico para saber si entre la paja existe un grano que nos permita dar la noticia más importante de todos los tiempos. Hasta la fecha, la señal que más dudas y controversia ha generado entre los científicos es la denominada "Wow!". Fue captada por el radiotelescopio Big Ear, en la Universidad Estatal de Ohio, el 15 de Agosto de 1977 a las 23:16h. No fue grabada, ya que el protocolo en aquel entonces indicaba que se registrase en papel continuo, representada en letras y números que indicaban la potencia de la señal. Llegaba, en teoría, desde la zona oeste de la constelación de Sagitario, y superó en treinta puntos al ruido de fondo. Todos los intentos por volver a captar algo en la misma zona no han dado ningún fruto, y hoy día aún se discute sobre su posible origen. Por cierto, su nombre viene de la expresión de sorpresa que su descubridor garabateó en el papel impreso, junto a la sencuencia de letras y números.
[youtube width="600" height="344"]http://www.youtube.com/watch?v=pcSWDzd2cDU[/youtube]
SETI@Home se encuentra ahora incluido dentro de los proyectos que pueden seleccionarse con BOINC, un programa de código abierto para facilitar la colaboración voluntaria entre millones de personas que ponen a disposición los tiempos muertos de su ordenador para ayudar a curar enfermedades, estudiar el calentamiento global o descubrir púlsares en el espacio. No entorpece el funcionamiento de nuestra máquina. Se queda con esas pausas en las que vamos a buscar un café o nos elevamos al éxtasis deportivo con nuestro equipo favorito, para aprovecharlas en beneficio de la ciencia. En su seno también encontramos la iniciativa españoa Ibercivis, que aglutina diez proyectos de investigación para, por ejemplo, la búsqueda de energías limpias o fármacos contra el cáncer. Cuenta con unos 18.000 voluntarios.
En nuestro país, el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) coordina la red nacional de computación distribuida, integrada en la European Grid Infrastructure (Infraestructura Europea de Computación Distribuida), una red “de más de 50.000 ordenadores que ofrece a los investigadores europeos recursos informáticos y capacidad de almacenamiento para el desarrollo de sus proyectos.”. “La ventaja frente a un superordenador es que los recursos de computación están compartidos entre las diferentes instituciones y los datos se almacenan de manera geográficamente distribuida, por lo que están disponibles en tiempo real para todos los usuarios, independientemente de su localización. Esto permite agilizar el trabajo de los grupos internacionales, al ser posible aprovechar al máximo el tiempo de cálculo agregado, suma de los recursos de todas las instituciones participantes” explica la investigadora del CSIC Isabel Campos en el portal Universia.
Más de un millón de personas forman parte de SETI@Home, repartidas por casi todos los países del mundo. Son casi el doble que hace tres años, y la curva ascendente de los que se incorporan a la caza de la primera señal de inteligencia extraterrestre no cesa. Mucho antes de que se conociese la web 2.0, reconocida por la conversación, participación o la creación conjunta, y de que las redes sociales se hiciesen con el estrellato, en Internet ya se producían inmensos movimientos solidarios para trabajar desinteresadamente por objetivos comunes de toda la humanidad. Modelos climáticos, inteligencia artificial, genética, enfermedades… muchos de los avances en estas materias que se publicarán dentro de unos años serán, más que nunca, patrimonio de una sociedad mundial entrelazada gracias a la tecnología y la solidaridad. Sobre todo de aquellos que buscan en la Red un espacio que les permite poner su granito de arena al progreso . Una gota de agua en la inmensidad de un océano de telecomunicaciones para mirar hacia adelante, o a las estrellas…