Los hombres que miraban fijamente a Mariano Rajoy

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Mariano Rajoy en Bilbao / Wikimedia - Iker Parriza

Se les puede observar serios, impasibles, en su eterno análisis del líder cada vez que éste se aventura en la marea de dirigirse a los medios de comunicación. Son sabedores de las limitaciones que el orador acarrea, y por ello muestran los músculos faciales tensos, incluso agarrotados, en una amarga espera para que la comparecencia termine, y con ella la pesadilla. En su papel de asesores cualificados han tomado decisiones mal vistas entre los periodistas y público avanzado, pero cuya aplicación les permite vivir en una situación similar a la seguridad, ante la ausencia de tranquilidad. Los reporteros no harán preguntas y, en el caso de que no haya más remedio, los temas espinosos no serán contestados. Y con esto quieren decir que, en ningún caso, habrá una respuesta. Ni corta, ni larga. Ninguna. "Hoy no toca" es la mejor frase jamás inventada, y a ella debe agarrarse el líder con coraje y valentía propios de un torero frente al morlaco, que ese tema, además, si toca. El camino a la presidencia del gobierno no está hecho para los que hablan de más. Porque sólo hay que decir lo que previamente se ha escrito, y para ello muchos otros han pensado antes. Los que miran fijamente han repasado lo convenientemente redactado y, una vez aprobado, debe convertirse en el mensaje entregado al pueblo para su consumo a través del incomodo mensajero periodista. Esas líneas y sólo esas constituyen la verdad, el verbo que no se hará carne, pero cuyo diseño está ideado para trocear en ínfimos pedazos la del contrario.  El dardo envenenado con la ponzoña de la demagogia no soporta réplicas, por lo que su aplicación deberá llevarse con sumo cuidado, eligiendo fecha y lugar idóneos en los que no se permita la pregunta malintencionada del político o periodista no afin. El mal uso de la web 2.0 también esta permitido. Canal de un solo sentido, canal amigo.

Los hombres que miran fijamente a Mariano Rajoy no lo hacen con la devoción mística que regalaron a José María Aznar, el recordado. Rinden pleitesía al poder que concentra la vivienda ubicada en el palacio de La Moncloa, y el inquilino que proponen es la única opción que ha resistido el paso del tiempo y los folios de la Gürtel. El tiempo de los experimentos terminó. Alegrías las justas. Llegó el momento de las frases hechas y el guión perpetuo, hasta que la inevitable extinción de la legislatura, la debacle en la negociación de los próximos presupuestos o el reino alauí hagan realidad el sueño de unas elecciones. Otra convocatoria más. A la tercera va la vencida.

Se ha acabado el fondo, si alguna vez lo hubo, para entregarse sin paliativos a la dictadura de las formas. Sombra aquí, sombra allá, y adelante campeón. Cómetelos, que tú lo vales. Te lo dicen tus asesores, que de esto sabemos un rato, y siempre te decimos la verdad. Reducen la política al arte del marketing, miran fijamente a Mariano, y piensan, esta vez sí. Ahora hemos dado con la respuesta.

7 Comments
  1. Chema says

    No deja de ser una simple marioneta, bastante cortita, por cierto.

  2. maria says

    lo peor de todo es que hay muchos políticos así, la oratoria ha dejado de ser un requisito imprescindible para ser político. Buen artículo Ion y muy bien escrito.

  3. Ion Antolín says

    Gracias Maria. Comentaba en Facebook que, lamentablemente, esto de dejar todo en manos de elementos de comunicación que deberían ser accesorios en una campaña, terminará convirtiendo la política en algo parecido a los anuncios de champú.

  4. krollian says

    Cualquiera con dos dedos de frente oye ciertas declaraciones y se deduce que está todo prefabricado. Y cuanto más precocinado está el asunto, peor huele.

    Otra demostración de que la GRAN política nunca se ensucia.
    ¿Dónde está la validez, profesionalidad y dentido del Estado para quien quiere un país donde no haya abusos de poder y se deje de ningunear al ciudadano?

    A ver si en las próximas elecciones generales se caen de espaldas los dos partidos mayoritarios (o al menos esa maquinaria corporativa). Porque más que partidos políticos son empresas.

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