"El mundo financiero ha despertado convulsionado por la depreciación de la moneda única europea ante la aparente robustez del Facebook Credit. Fuentes consultadas en diversos mercados de valores alrededor del mundo aseguran que la creciente fortaleza de la moneda virtual emitida por la red social, que usan unos 800 millones de usuarios en todo el mundo, está provocando una fuga de inversores hacia lo que consideran un valor seguro a medio y largo plazo".
Ya se habrán dado cuenta de que el anterior parrafo es un ejercicio de ciencia ficción bastante poco elaborado, aunque la noticia, no por conocida, que hace referencia a la creación una moneda propia por parte de Facebook lo acerca peligrosamente a la realidad. La red social de Mark Zuckerberg obligará a los desarrolladores de los juegos que florecen en su seno a utilizar su moneda dentro de programas tan exitosos como Farmville y los que lleguen en el futuro. Según Facebook, sus credits son "una divisa virtual que puedes usar para comprar artículos virtuales en muchos juegos y aplicaciones de la plataforma Facebook". Sí, pero también serán mucho más dentro de poco.
Al igual que Google, Facebook ya no es la empresa del garaje. Tiene cientos de millones de usuarios alrededor del mundo, y una consecuencia lógica de esa posición de dominio es la imposición de las reglas del juego para aquellos que quieran participar en la red social, y hacer negocio en ella. Dentro de poco no se tratará sólo de los juegos. Nuestra identidad de Facebook, esos inocentes datos que introducimos en el proceso de alta, ya nos sirven para identificarnos en otros muchos sitios de la Red. Cuando tengamos parte de nuestro dinero canjeado en la moneda de Facebook, también nos servirá para realizar pagos. Zuckerberg abre así otro frente de competencia con empresas que ya prestan estos servicios, como por ejemplo Paypal, y luchará por convertirse en el procedimiento habitual para comprar en Internet, haciendo temblar incluso a gigantes como Visa o Mastercard. No hace falta decir que vuelven a coger delantera a Google, que ya ha puesto en marcha cambios en su cúpula para hacer frente a la ofensiva que llega desde Facebook por tierra, mar y aire.
Otros han intentado en el pasado colocar su propia moneda en Internet. Recuerdo los Lindens de Second Life, ese mundo virtual o metaverso en el que podía hacerse de todo, incluida la especulación inmobiliaria. Incluso los partidos políticos abrieron sedes en ese universo - algunas ardieron por los cuatro costados-, y Gaspar Llamazares llegó a dar un mitin a través de su avatar. Reflejo del mundo real, aunque ya no es lo que era y ha quedado como refugio para unos pocos miles de fieles alrededor del mundo, más dedicados al noble intento de conocer a terceros y compartir placeres más reales. La intención con su moneda, aunque no llegó muy lejos, era la misma que ahora tiene Facebook. La diferencia principal es que la red social tiene una comunidad de usuarios que se acerca a los 600 millones, se conectan a diario y lo hacen en una cantidad de tiempo bastante considerable. Con estos mimbres, los Facebook Credits tienen muchas posibilidades de consolidarse, y se echamos a volar la imaginación pensando en un futuro no muy lejano, quizás veamos el primer párrafo de esta columna como algo bastante más parecido a la realidad de lo que pensábamos en un primer momento.