Con el delito escrito en el cerebro


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El investigador Adrian Raine. / usc.edu

A finales del XIX, en plena efervescencia del darwinismo social, una panda de científicos liderados por Cesare Lombroso fundaron la antropología criminal. Sostenían que los malos lo llevaban escrito en la cara. Determinados rasgos físicos, como la asimetría del rostro, el tamaño y forma del cráneo o una dentadura anormal delataban al criminal. Un siglo después, la neurociencia retoma el testigo y empieza a sugerir que el delito, lejos de ser una consecuencia de factores sociales, está escrito en el cerebro.

En la reciente reunión anual de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia, el profesor de la Universidad Penn State Adrian Raine mostró los resultados de una investigación inquietante. Hace 20 años sometieron a casi 1.800 niños de tres años a un test de condicionamiento autónomo del miedo (una prueba para medir la respuesta cerebral a un daño previsible, como una descarga eléctrica). Consiguieron seguir la pista a 400 de ellos. Cumplidos los  23 años, un tercio tenía antecedentes penales. Revisaron los datos de entonces y comprobaron que éstos últimos tenían ya a tan temprana edad un índice inferior de condicionamiento del miedo.

Raine y otros colegas sostienen que determinadas características cerebrales están presentes en aquellos con trastornos antisociales de la conducta. La amígdala, clave en el sistema emocional del cerebro, es hasta un 18% más pequeña que en el cerebro del grupo de control. Las pruebas de Raine, que ha estudiado a decenas de psicópatas en EEUU, mostrarían también que cuando se les pone ante dilemas morales, su amígdala muestra menor actividad que la de los normales.

El trabajo de Raine no es el único en el campo de la neurocriminología. El neurólogo de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, Kent Kiehl, ha dedicado los últimos años a viajar por las cárceles de EEUU con un escáner portátil y ha tomado imágenes fMRI de más de 1.100 reclusos por delitos violentos, la gran mayoría psicópatas. Kiehl quiere datos para sostener su teoría de que la psicopatía deviene de un defecto del sistema paralímbico.

El dilema que presentan las recientes investigaciones en neurociencia criminal es que pueden animar a algunos a hurgar de más en los cerebros. También, como pasara con la antropología criminal de Lombroso, se puede achacar la conducta criminal a razones endógenas, sin tener en cuenta las ambientales, como la injusticia social, la educación o la desigualdad económica. Lo que ya está pasando es que tener un cerebro diferente ya se está usando como eximente en juicios en EEUU. Ya son varios los casos en que las partes, habitualmente la defensora, presentan al jurado imágenes obtenidas por resonancia magnética, tomografía axial computerizada o tomografía por emisión de positrones. Como pregunta Raine, "si los delincuentes tienen una disfunción cerebral por razones que escapan a su control, ¿deben ser plenamente responsable de sus crímenes?".

Sea como sea, nos vamos a divertir con los resultados de su más reciente investigación aún no publicada. Los cerebros que está estudiando ahora no son los de maleantes y violentos, sino los de delincuentes de guante blanco.

5 Comments
  1. melchorico says

    Enhorabuena Miguelillo. seguro que daras que hablar, o mas bien daras que pensar. Un saludo.

  2. EDU says

    Muy ineteresante ésto de las neurociencias…. y al señor éste Adriane Raine para seguirle…
    A POR ELLO… sobre todo a los del guante blanco, azul…..

  3. celine says

    Esa amígdala podrá ejercitarse con algo de inteligencia emocional y oportunidades sociales. Como siempre, este tipo de investigaciones vienen de los EEUU; donde hay cárceles para niños y donde tocar puede ser delito de estupro. Una sociedad enferma a la que imitamos los demás. Menudo negocio para las farmacéuticas y otros agentes del ramo sanitario. De todas formas, creo que la literatura y el cine han explicado mejor que este científico lo que pasa en el cerebro humano cuando la injusticia, la mala suerte y la maldad lo castigan una y otra vez. Interesante, seguiré al tanto de su blog.

  4. brasileño says

    «la literatura y el cine han explicado mejor que este científico lo que pasa en el cerebro humano cuando la injusticia, la mala suerte y la maldad lo castigan una y otra vez». Como es posible que un idiota piense eso. Pregunte a los parientes de una dentista que fue asesinada, quemada viva en Brasil por asesinos insensibles, que tenían todas las condiciones de trabajar y producir, pero no quisieron. Pregunte a una chica que fue violada dentro de un bus delante de todos por un joven de 16 años y que, después de preso, aún amenazó a la victima y la encaró con escárnio. Personas como esta celine justifican los peores asesinos.

  5. Dr Domingo Guzmán Nazrio says

    En el escenario delictictivo como en el evento de la lucha libre. Todo debe estar el margen del escrutinio de los jueces. Si en realidad queremos evidenciar nuestro máximo ejercicio para esclarecer los motivos, que lleva a un ser humano a cometer delito. Hemos repetido en otras instancias y en esta no será la ecepción la necesidad imperiosa de que la criminología y la neurociencia son las disciplinas que deben ocupar en el contexto moderno, el escenario capaz de indicar. Que realmente pasa en la mente del ofensor y si su conducta refiere un desajusta de tipo cerebral o ha otra condición. Si partimos de la premisa de que como ser o especie no se nace ofensor. No osbtante las circunstancias ambientales o factoriales de una u otra cosa. La contemplación novel debe partir de nuevas experiencias versadas en análisis profundos, serios y fiables clínicos – científicos que sustenten el por que de una determinada conducta. Hagámoslo desde un paradigma distinto sin obviar la realidad existente, pero desde una perspectiva distinta. Demos espacio a un nuevo horizonte a través de la neurociencia ligada al ejercicio criminológico de forma que podamos aportar nuevas informaciones sobre el lamentable comportamiento antisocial que tanto nos limita nuestra calidad de vida y que impide el ejercicio social de una cultura de paz.

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