Se empeñan en ir contra la historia. Lo hizo la industria musical cuando despreció al mp3, lo repitió la del cine, dando la espalda a internet y ahora insiste la editorial, negándose a digitalizar los libros. Cierto es que las editoriales españolas empiezan a tener proyectos de digitalización, pero su ritmo de adaptación a los nuevos tiempos les hará llegar tarde. Para cuando tengan un catálogo digital decente, los usuarios se habrán acostumbrado a buscarse la vida en las redes P2P para llenar sus iPad y sus lectores electrónicos con los títulos que no encuentran en las librerías. Éstas serán las peor paradas, llevan el camino que ya recorrieron los videoclub hacia la desaparición.
El Observatorio de la Lectura y el Libro ha publicado el informe Situación actual y perspectivas del libro digital en España. La cosa pinta bien para los dispositivos de lectura digital, tanto tabletas tipo iPad como lectores electrónicos al estilo del Kindle. Se prevé que la venta de ambos aparatos alcance los 300.000 este año. La cifra es una gota en el mar de 20 millones de tabletas y ereaders que se venderán en el mundo y más teniendo en cuenta el tamaño de la industria editorial española. Pero su ritmo de crecimiento es explosivo.
El mayor problema es la oferta de libros digitales. En 2009 había unos 5.000, cifra que subió hasta los 18.221 títulos en formato digital. La cifra no distingue según contenido. Pero si se tiene en cuenta que Libranda, donde están las principales editoriales españolas de obras literarias, dispone de un catálogo de 3.200 títulos, el resto debe ser de temática tecnológica e informática. Tanto una cifra como la otra están muy lejos de los 76.200 editados en 2010.
Además de ser pocos, se venden aún menos. En 2009, el libro digital apenas supuso el 1,6% de la facturación de la industria. El informe estima que la cifra habrá subido hasta el 3%, tres veces menos de lo que suponen los ebook en el negocio editorial de EEUU. Pero, además, aquí se repite lo visto antes: entre los libros científico técnicos, los de sociología y los de derecho copan el 70% del negocio. En España nadie lee poesía en un iPad.
La causa de este marasmo, según el informe, es el miedo. A pesar de relatar un futuro esperanzador, los datos de hoy en día revelan que a las editoriales les preocupa el diferente tipo de IVA que se aplica a un libro en papel (4%, superreducido) y uno digital (18%). Dicen que esto las pone en situación de desventaja con las plataformas internacionales. Sin embargo, ellas mismas se atan la soga al cuello cuando, por ejemplo, el mismo libro de David Leigh sobre Julian Assange cuesta 7 euros en Amazon y 18 en La Casa del Libro. Pues sí que se pagan caras las traducciones.
Pero es la mal llamada piratería (¿acaso no se han compartido libros desde siempre?) lo que usan como argumento para la parálisis. Para combatirla se han echado en brazos de sistemas de protección anticopia, como el de Adobe, que desaniman la compra. El propio informe lo dice: "Para muchos lectores, comprar un ebook con DRM se asocia con un proceso de compra complicado y es, de hecho, una de las razones principales que pueden empujar al consumidor al mercado ilegal de contenidos, por delante incluso de otros factores como el precio del libro electrónico".
En todo caso, en esta carrera hacia la digitalización de la lectura, vencerá la relación directa entre la editorial y los lectores. También vencerán las empresas tecnológicas estadounidenses como Apple (que ha vendido ya 100 millones de obras en su iBookstore) o Amazon (que vende más libros digitales que impresos) y Google, que afina su propia tienda de libros. Los que llevan todas las de perder son las librerías, en especial las pequeñas. En EEUU han cerrado más de 1.000 en los últimos años. En España, deberían ser las primeras en empezar a vender iPad y ereaders.
Un Ipad no es un formato adecuado para leer libros digitales. Los lectores de libros digitales usan tecnología de tinta líquida, por lo que no cansan ni estropean la vista, al ser una imagen fija igual que leer en un papel. Las tablet emiten luz y están constantemente refrescando la pantalla cientos de veces por minuto, por lo que no es posible la lectura continuada como lo es en un papel o lector, y si se está demasiado tiempo es cansado y malo para la vista, como lo es un monitor de ordenador.
Para las personas muy lectoras es mucho mejor comprarse un ebook reader que pensar que pueden cumplir esa función con un tablet. Para un uso esporádico, es lo mismo que leer en un monitor de ordenador.
Yo ya no compro libros, me los traigo de las librerias publicas. No compro CD’s, los escucho en Spotify, y cuando haya un Spotify de cine me apuntare y dejare de copiar peliculas.