Sólo los cibercafés mantienen a África en internet

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En este gráfico se puede observar lo que cuesta la banda ancha en varias zonas geográficas. El esfuerzo está expresado en dólares, paridad de poder de compra (PPP) y porcentaje de la renta nacional per capita mensual. / itu.int

Mientras un español paga por tener internet apenas el 1% de su renta mensual, a un guineano le supondría un 2.595%. Sin ser tan escandalosos, los precios de la telefonía fija y móvil presentan una tendencia similar: cuanto más pobre es el país, mas le cuesta a sus ciudadanos poder acceder a algún servicio de telecomunicaciones. Podría parecer un lujo, pero sendos informes del Banco Mundial y la consultura McKinsey vinculan avance tecnológico con desarrollo. Como ya se estableció en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, uno de los pocos caminos que les queda a muchos países para salir de la pobreza es conectarse al mundo con internet. Ha pasado una década de aquel desiderátum y la distancia tecnológica entre ricos y pobres no deja de aumentar, condenando a los últimos a seguir siéndolo.

La Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), una agencia de la ONU, publicó recientemente un amplio informe sobre el grado de desarrollo de la Sociedad de la Información en el mundo. Primero mide la implantación de las infraestructuras tecnológicas (telefonía fija y móvil y la conexión de internet), en la seguridad de que es un prerrequisito para el desarrollo económico y social. De hecho, se comprueba que, por el simple hecho de estar disponible una tecnología, esta se usa de forma creciente. Después dedica un capítulo al precio de los distintos servicios. Como se podrá ver por las cifras y porcentajes, ambas están muy relacionadas, endemoniadamente relacionadas. Aquellos con mejores infraestructuras de redes ofrecen los precios más asequibles. Hong Kong, por ejemplo, paga 1,4 dólares por la misma cantidad de llamadas y SMS que cuestan 57,1 dólares en Brasil.

En cuanto al despliegue y uso, la UIT ha elaborado un índice de desarrollo tecnológico donde barema desde el número de líneas telefónicas por habitante hasta el grado de alfabetización. En una escala del 1 al 10, por arriba no hay sorpresas. Corea, que ha hecho de las tecnologías de la información su motor de desarrollo, ocupa el primer lugar, con un indice del 8,4. El resto de los 10 primeros son todos países europeos (España ocupa un lugar más discreto, el puesto 25 de las 152 sociedades analizadas).

En el extremo opuesto están países como Níger, Etiopía o Chad que ni llegan al 1. En el ránking no hay vuelcos: quien tiene bajos ingresos, tiene bajo el índice. El primer país africano, Mauricio, aparece en el puesto 69, y es el mejor conectado junto a las islas Seychelles (por el factor modernizador del turismo) y Sudáfrica. Aunque en América Latina las cifras no son tan dramáticas, hay varios países que ni siquieran llegan al 1% de penetración de internet (Cuba, Paraguay, Bolivia y Nicaragua) y uno de los más avanzados como Chile apenas alcanza el 10%. Lo peor es que 21 países de los 25 analizados han retrocedido respecto al informe de 2008. No es que los internautas se hayan dado de baja o arrancado postes telefónicos. La máxima de que el que se queda parado se queda atrás, en tecnología significa que lo hace muy atrás.

Las cifras sobre el precio son aún peores. Aunque han caído desde 2008, en especial el de la conexión a internet por banda ancha, las diferencias entre ricos y pobres son siderales. Para 37 países desarrollados, la cesta de la compra tecnológica (fijo-móvil e internet) no supera el 2% de su ingreso bruto per cápita mensual. Europa y la región de Asia-Pacífico encabezan el índice de naciones tecnológicamente baratas. Mientras, África, el continente con menos ingresos, paga 15 veces más por el teléfono fijo que Europa. Aquella región nunca tuvo una infraestructura telefónica decente más allá de los grandes núcleos urbanos y, como refleja el informe, ya no la tendrá jamás. En muchos países africanos, el número de líneas está bajando. La UIT confía que el boom de los móviles compense esta brecha.

 

Origen y destino de los cables submarinos que llegan a África y de los que van a llegar en los dos próximos años. / manypossibilities.net

Donde más se nota esta diferencia es en la banda ancha. Si a un ciudadano del primer mundo le supone de media el 1,5% de su renta mensual, uno del tercero debería dedicar el 112% de sus ingresos para tener acceso a la red. Esto explica que la penetración de internet sea inferior al 0,5%. Sin embargo, la conectividad del continente africano ha aumentado. Gracias a su interconexión con la red global por medio de tres cables submarinos en los dos últimos años, la capacidad de conexión ha pasado de 3.500 megabits por segundo a 82.000. Pero, como dice el informe, ahora son las operadoras las que deben comprar ese caudal y llevarlo hasta los hogares, donde sólo el 8% de los internautas (que no la población global) tienen conexión. En países como  Nigeria o Kenia, la gran mayoría dependen de un cibercafé para conectarse al mundo. Peor aún, en Uganda o Tanzania, menos del 10% de los hombres (y el 3% de las mujeres) saben lo que es internet. Otro tren que pierden.

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