La famosa, polémica y para algunos peligrosa Ley Sinde, que ahora gestionará el nuevo ministro del ramo, José Ignacio Wert, ha entrado en vigor. Parecía que nunca llegaría el momento, pero el recorrido del texto legislativo, vista la decisión con la que se apoyó por el anterior Gobierno y por el actual, no tenía otra salida. La industria de la música y el cine en España ha conseguido uno de los primeros y más sonados triunfos en nuestro país de la estrategia de lobby que tanto y tan bien funciona en Estados Unidos. Plantearon esta guerra con tiempo, batalla a batalla, y mucho mejor que una legión de contrarios a la ley desorganizados y faltos de un liderazgo claro. La Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos centralizó los trabajos para sacar adelante una norma que pusiese en dificultades a los que se están forrando con páginas web que enlazan a contenidos musicales y cinematográficos que no son de su propiedad, y aquí la tenemos... ¿Servirá de algo?
Lo primero que no debe pasar es que sirva para cosas que no están en su espíritu. Nadie puede montar un chiringuito telemático con miles de enlaces a películas y series, poniendo publicidad para ganarse unos buenos duros con lo que otros han creado. Ya, lo sé. Sólo son enlaces, no albergan el contenido en sus servidores, con esta ley llevada al extremo se podría cerrar incluso Google... Correcto. Por eso debe servir ésta para su propósito, lógicamente, que no es otro que terminar con el expolio que sufren músicos, cantantes, directores de cine, productores... Tampoco me vale decirles como se tienen que ganar el dinero. Su modelo de negocio es obsoleto y abocado a un final próximo, pero ese es su problema. Por esa regla de tres deberíamos entrar en estampida en las tiendas de discos y llevarnos el género sin pagar un céntimo. ¿Terminarán viviendo de los conciertos? No lo sé. Es complicado representar las películas en directo, sobre todo si lo que nos gusta es que tengan muchos coches ciclados -al igual que los actores- con carburantes especiales y efectos del mismo corte, a tenor de lo que manda en taquilla.
El susto de Megaupload parece instalarse en España. Muchos ven amenazados sus blogs y páginas web aunque no se dediquen al negocio de sacar provecho de lo ajeno. Ven en la ley las suficientes puertas abiertas como para que desde el Poder, con mayúsculas, se pueda interpretar el texto para destinarlo a otros usos más, digamos, políticos. Si hay que mojarse, no creo que esto vaya a ocurrir. Sería un despropósito tan grande como la realidad de ser un país puntero en lo que se refiere a consumir música y cine sin pagar por ello. Como en todo, habrá que estar atentos. Los que ahora tienen sus páginas de enlaces en servidores españoles las alojarán en otros de países remotos, como esos barcos que navegan por las aguas del mundo con banderas de conveniencia. Seguramente. También se seguirán usando programas tipo Emule, para intercambiar archivos entre usuarios de forma directa. Seguro. Pero está claro que, sin ser la ley perfecta, algo debía hacerse para al menos dar ejemplo como sociedad y no transmitir la sensación de que nos importaba un pimiento que un colectivo de trabajadores viese el fruto de sus sudores abandonado al destino del lucro de unos pocos. Quizás debamos reflexionar sobre si nuestra tolerancia con esas prácticas ha llevado a la aprobación de esta norma. Si nos hubiésemos empleado en la denuncia de la injusticia tanto como en tumbar la ley, quizás esta no hubiese hecho falta.
jaa
No digo que este hombre cmbaie el mundo, pero en esas galas y con ese teatro todo este1 orquestado. c9l juega su papel que es el de quedar bien con la «gente de internet» porque sabe que eso es bueno para su negocio, que crea o no realmente en lo que dice es lo que pongo en duda hasta que vea pruebas. Iniciativas por su parte para modernizar el mundillo del cine y aprovechar las ventajas de la red con sus peledculas seredan hechos, igual que se han visto iniciativas en el mundo de la mfasica y de la literatura y el cf3mic.