La tecnología avanza a trompicones por una escalera

3
En estas dos gráficas se puede ver la forma de escalera del avance tecnológico. Arriba, la evolución de la capacidad de almacenamiento. Abajo, la historia de las pantallas. / Marketing Science

A finales del siglo pasado, General Motors llevaba miles de millones de dólares gastados en el desarrollo de baterías de hidrógeno. Todo indicaba que serían el corazón de los coches eléctricos o híbridos que estaban por llegar. Sin embargo, otra tecnología, la de los iones de litio, le adelantó por la izquierda. En 2010, tras más de una década de tirar el dinero, el gigante automovilístico puso en el mercado su primer vehículo alimentado por una batería de Li-ion. Su error estuvo, según sostienen investigadores de EEUU, en creer que la tecnología avanza de forma continua y progresiva cuando en realidad lo hace a trompicones. A cada salto, le sigue un periodo de calma.

Expertos de varias universidades estadounidenses han puesto a prueba las distintas teorías sobre el avance tecnológico. Como ocurre en la ciencia, hay dos grandes corrientes de pensamiento. Mientras unos creen en la mejora paulatina, otros apuestan por las disrupciones, por la aparición de nuevas ideas que provocan un cambio de paradigma, al estilo de lo que decía Thomas Kuhn. Pero mientras en los diversos campos científicos, los postulados de Kuhn parecen haber ganado, en la tecnología siguen creyendo en el progreso continuo.

La ley de Moore, que postula que el número de transistores de un circuito integrado se duplica cada 18 meses (plazo ampliado últimamente a los 24), es una de esas populares teorías del avance incremental de la tecnología. Igual de optimista y exponencial es la llamada ley de Kryder. En este caso, se mantiene que la capacidad de los discos duros aumenta en un factor de 1.000 cada década. No viene mal recordar que Moore trabajaba en el fabricante de procesadores Intel y Kryder en Seagate, que hace discos duros. Otras dibujan una curva en forma de S, donde tras un tiempo de desarrollo, una determinada tecnología estalla, creciendo de forma explosiva hasta que llega a la madurez y se estanca.

Tanto unas como otras parten de "asunciones simplistas sobre el camino de la evolución de la tecnología y tampoco valen para predecir el cambio tecnológico", escriben los investigadores en la última edición de Marketing Science. Además de su ingenua fe en el progreso, estas teorías han arrastrado a muchas empresas a inversiones desastrosas. En el estudio recuerdan el caso de Sony y su empecinamiento en las televisiones de rayos catódicos (CRT). Aunque en el cambio de siglo consiguió fabricar pantallas CRT casi planas mucho mejores que las incipientes LCD, no pudo evitar ser superada por Samsung y su apuesta por esta nueva tecnología. Sony aún lo está pagando.

"Nosotros miramos el bosque más que los árboles y vemos pasos adelante y tiempos de espera", dice Gerard Tellis, de la Universidad del sur de California y coautor de una teoria que llaman así, Step and Wait (SAW, o paso y espera en inglés). Su idea es que el avance tecnológico sigue una ruta jalonada de saltos en la mejora del rendimiento (los pasos) seguidos de periodos de calma (la espera). La clave es determinar la longitud y tiempo de cada uno.

Para comprobarla, sometieron la historia de 26 tecnologías en seis campos diferentes, desde la iluminación exterior a las baterías para coches, pasando por las impresoras o los monitores a sus hipótesis y después compararon la evolución real de esas tecnologías con la esperada en el marco de las teorías rivales. Vieron que SAW predecía mejor el grado e intensidad de los avances. Por ejemplo, tanto la ley de Moore como la de Kryder no se cumplen en casi ninguna tecnología fuera de su campo original, a excepción de la fibra óptica o las comunicaciones inalámbricas. Es más, a veces ni siquiera aciertan en lo suyo. En los últimos años se han necesitado 28 meses para que se doblara el rendimiento de los sistemas de almacenamiento, mucho más de lo previsto por Kryder.

Además de su incapacidad para predecir, ninguna de estas leyes se puede aplicar fuera del entorno tecnológico donde se formularon. Tampoco sirven para explicar la evolución de una tecnología a otra en un mismo mercado, por ejemplo, el paso de las bombillas incandescentes a las de gases o los LED.

Para los investigadores, la predicción del futuro tecnológico es mucho más compleja que la simple idea del progreso y la acumulación. Hay, sin embargo cuatro grandes señales que indican el camino que seguirá:

  • Las tecnologías más recientes mejoran a una ratio mayor que las viejas.
  • A medida que aumenta el número de competidores, el rendimiento de la tecnología en cuestión mejora en pequeños pasos, seguidos de mayores esperas.
  • Los últimos en llegar a un mercado y las tecnologías que tienen un mayor número de pasos previos tienden a tener avances posteriores más pequeños y menores pausas.
  • Las tecnologías con un tiempo de espera medio mayor estallan en mayores pasos.
* Predicting the Path of Technological Innovation: SAW vs. Moore, Bass, Gompertz, and Kryder. doi: 10.1287/mksc.1120.0739

Leave A Reply