35 años después, el espectro de la guerra civil por fin se aleja del Líbano

2
Estudiantes recordaban el 35 anversario del inicio de la guerra civil libanesa.
Jovenes libaneses portan banderas de su país durante la celebración del pasado martes en Beirut. / REPORTAJE GRÁFICO: MÓNICA G. PRIETO

El pasado martes, el estadio de fútbol Camille Chamoun de Beirut acogió un encuentro más político que deportivo. En el campo, 27 rostros conocidos en escasa forma física se disputaban el balón. Todos ellos habían cambiado el traje y la corbata por el uniforme deportivo, y habían aparcado las diferencias que cada día les enfrentan en el Parlamento para jugar codo con codo, en un intento de demostrar que, 35 años después del inicio de la Guerra Civil, en el Líbano las disputas políticas ya no se dirimen a tiros.

“Todos somos de un mismo equipo”, era la consigna del encuentro. Sólo que no lo son. Los diputados/ministros/futbolistas son hijos, sobrinos o herederos de los líderes de diferentes bandos que desangraron el país durante 15 años. Son los ayudantes y sucesores de los ‘señores de la guerra’ que siguen dirigiendo el poder aunque carezcan de fuerzas o ganas para librar un partido de fútbol.

Los buenos propósitos, los mismos que jalonan el camino del infierno, se veían cuestionados por la realidad. En el estadio, con capacidad para albergar a 70.000 personas, sólo 300 –entre periodistas y autoridades- estaban presentes. La prohibición de público en los encuentros deportivos, en vigor desde 1990 -año en que finalizó el conflicto- para evitar que un penalti o una decisión arbitral reiniciasen el conflicto sectario -recientemente levantada- volvió a aplicarse en el encuentro del martes. “Aún es pronto para autorizarlo, podríamos tener problemas de seguridad”, confiaba el asesor de uno de los principales líderes libaneses.

Aspecto de un edificio de Beirut.

Y sin embargo, se trata seguramente de la conmemoración del conflicto más tranquila que celebra el Líbano en estos 20 años. Asentada la estabilidad política surgida del Acuerdo de Doha, que en 2008 puso fin a un amago de guerra civil que dejó casi 70 muertos y a 18 meses de crisis institucional, el país del Cedro vive la euforia de la paz con cierta incredulidad. Los partidos políticos no sólo están comprometidos –Doha mediante- con el Gobierno de unidad nacional, sino que la reconfiguración del mapa político tras las elecciones del pasado junio ha cambiado irremediablemente el equilibrio de fuerzas interno. Ahora, no sería tan fácil arrastrar al país a la confrontación: la potencia de una de las partes acabaría aún más rápidamente con la contraria, plenamente consciente de su debilidad. El enemigo ha cambiado de rostro: ya no es la propia idiosincrasia local mezclada con el tribalismo, las rencillas y la ausencia del concepto del Estado, ahora es Israel.

Una de las claves es el giro de 360 grados del líder druso, Walid Jumblatt. El ‘bey’ Jumblatt, apodado el ‘camaleón’ libanés por su facilidad para cambiar de bando en pos de la protección de su minoritaria –pero fiera- comunidad religiosa, era uno de los baluartes de la mayoría antisiria que gobernó el país tras el magnicidio del primer ministro Rafic Hariri y la retirada de las tropas de Damasco, en 2005, lograda mediante las manifestaciones populares promovidas por su coalición de suníes, cristianos y drusos, llamada el 14 de Marzo.

Los bosques del valle de Qudsiya siguen plagados de minas.
Señal de aviso de campo minado.

Su retórica era virulentamente anti siria, y acusaba sin ambages al régimen damasquino del asesinato de Hariri y de los atentados contra el resto de diputados que fallecieron entre 2005 y 2008 víctimas de coches bomba. Dado que la oposición de entonces, la coalición del 8 de Marzo encabezada por Hizbulá, era declaradamente pro siria Jumblatt dirigió su artillería dialéctica contra el grupo chií, hasta que un día le declaró la guerra. Y hubo guerra, una de baja intensidad en la que Jumblatt y sus socios perdieron en cuestión de horas.

Walid Jumblatt aprendió la lección. Se mantuvo callado hasta las elecciones del pasado junio cuando, a pesar a que su coalición, el 14 de Marzo, renovó su mayoría parlamentaria, el ‘bey’ druso anunció su retirada de la alianza para convertirse en independiente. Pero en el Líbano no existe tal cosa. Tras arduas negociaciones, Jumblatt logró que el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, le recibiera y que posteriormente le facilitase el camino hacia Damasco: visitó la capital siria hace unas semanas para reconciliarse con el régimen al que acusaba de magnicidio consolidando así el nuevo panorama político libanés, en el que nada es lo que parece.

Jumblatt sigue, en teoría, apoyando al 14 de Marzo pero es un hecho que protege y es protegido por Hizbulá. Si se cambiara de bando político, las tornas parlamentarias cambiarían y el 8 de Marzo pasaría de ser minoría a mayoría parlamentaria. Parece que a los chiíes no les interesa: prefieren este status quo en el que todos conocen y admiten su poder pero no tienen responsabilidades mayores, más allá de las adquiridas como parte del Gobierno de unidad. Eso ha hecho que el actual primer ministro, el hijo del ‘shahid’ Hariri, elimine su anterior hostilidad a Hizbulá. Saad Hariri también ha borrado de su discurso los ataques contra Siria, ha establecido relaciones diplomáticas con su antiguo enemigo –al que llegó a acusar de la muerte de su padre- e insiste ahora en que el verdadero enemigo es Israel. Denuncia las amenazas israelíes ante la comunidad internacional en vano y disipa del horizonte cualquier tensión interna. Nada que ver con años y aniversarios anteriores de la guerra, donde todos los líderes azuzaban el espectro del conflicto para ganar votos.

El Beirut de la guerra convive con el de la posguerra.

Un líder político libanés de gran peso parlamentario me traslada, off the record, la teoría de que fue Israel quien mató a Rafic Hariri. “Fue el primer intento para llevar al Líbano a la guerra civil; el segundo fue la guerra de 2006, que tenía como objetivo la confrontación entre el 14 de Marzo y el 8 de Marzo a costa de culpar a Hizbulá de la desproporcionada respuesta militar hebrea, y el tercero fue el conflicto civil de 2008. Y como fracasaron, ahora intentar hacerlo mediante el Tribunal Especial para el Líbano, filtrando toda clase de mentiras para despistar a los fiscales y llevarles por pistas equivocadas”.

La última acusación periodística señala a Hizbulá como responsable del magnicidio. Se ha interrogado a decenas de miembros del Partido de Dios, pero no se ha incriminado a nadie, como ocurrió durante años con responsables sirios y libaneses citados por el Tribunal. “Hizbulá no tenía ningún interés en matar a Hariri. En todo caso, Hariri fue asesinado por tener demasiada relación con Hizbulá”, insiste el citado líder.

Espectadores en la exposición 'Missing'.

Mientras los vericuetos políticos parecen alejar al país del conflicto, la población recuerda el drama que padeció durante 15 años a modo de antídoto contra la desmemoria histórica. El 13 de abril, miles de escolares fueron convocados por las ONG para recordar a sus mayores 15 años de guerra, casi 200.000 muertos, más de 400.000 heridos, 600.000 refugiados o desplazados y 17.400 desaparecidos. Lo hicieron pintando, acicalando y plantando árboles a través de la avenida de Damasco, que divide a musulmanes y cristianos en Beirut y que durante tres lustros fue la Línea Verde, una calle plagada de francotiradores de ambos bandos por donde resultaba suicida aventurarse. Aún hoy, los destrozos de la guerra son perturbadoramente visibles en esta avenida beirutí, como en tantas otras.

En el ‘huevo’, un antiguo cine erigido en plena Línea Verde y hoy símbolo de la guerra y también de la destrucción de la herencia arquitectónica libanesa, la carcasa quemada del edificio ha servido para albergar la exposición ‘Missing’, convocada por la ONG UMAM, empeñada en mantener el recuerdo de los desmanes de la guerra civil. Numerosos ciudadanos se aventuran por las entrañas del cine para observar los retratos carné de aquellos de quienes no quedó rastro. La mayoría terminó en fosas comunes, tras ser ejecutados por las innumerables milicias libanesas –cristianas, chiíes, suníes o drusas- y bandos externos –palestinos, israelíes, sirios- que tomaron parte de aquel conflicto; unos cuantos centenares terminaron en prisiones sirias. A las familias de esas víctimas, sin embargo, nadie las escucha salvo en tiempo electoral, donde las promesas son tan vanas como las buenas intenciones.

Detalle de la exposición 'Missing'.
Imagen de la exposición.

“A nadie le interesa investigar porque todos están implicados”, lamenta Ghazi Aad, presidente de SOLIDE, la ONG que mantiene vivo el recuerdo de los desaparecidos forzosos en el Líbano y exige la exhumación de las fosas comunes –ni una sola ha sido abierta hasta ahora- y la liberación de presos políticos en Siria. “Las milicias de todos los partidos cometieron crímenes contra la Humanidad, por eso hoy los líderes políticos, que siguen siendo los mismos señores de la guerra de entonces, tienen miedo a investigar lo sucedido en la guerra civil. Tenemos ministros y diputados que son criminales de guerra, y que además están protegidos por la ley de amnistía, por la cual los criminales se exculparon a sí mismos, y con la que nunca estuvimos de acuerdo”. Aad sabe que la sentada que mantienen viva desde la retirada de las tropas sirias del Líbano tiene escaso futuro pero, como las madres, hijas y esposas de las víctimas que se reúnen a diario frente al Palacio de la UNESCO, prefiere exigir Justicia antes que dejar de luchar por la verdad. Si no, se sentiría cómplice de los asesinos.

2 Comments
  1. jonathan says

    Qué complicada es la trama de Líbano, Monica. Y qué bien la cuentas. Eso del partido de Dios parece significar tanto… Bella y alegre Beirut, tan maltratada.

  2. Ahmet says

    Taed o hiato que existe detnro dessas empresas citadas A cultura organizacional X a gerae7e3o y que trabalha detnro das empresas X e a gerae7e3o y que este1 fora das empresas, junto com os outros clientes que este3o comee7ando a ter conscieancia do poder que possuem. Por viver este problema no meu dia a dia, e9 que penso junto que e9 uma queste3o de geste3o, de mudane7a de geste3o, de mudane7a da cultura organizacional. Como fazer para mudar a cabee7a dos diretores, que tem poder de decise3o e impulsionador da mudane7a taed uma nova queste3o que este1 em movimento na minha cabee7a.

Leave A Reply