Naseer y su escuela de talentos

1
Naseer Shamma y su Orquesta Arabe del Laúd, en plena actuación en Baalbek. (Mónica G. Prieto)

Encontrarse entre las ruinas romanas de Baalbek, el complejo de 2.000 años de antigüedad en excelente estado de conservación que se eleva en medio del valle de la Beqaa libanés, siempre resulta una vivencia sobrecogedora. Pero si la visita se produce bajo un cielo estrellado y con las notas de la Orquesta Árabe del Laúd liderada por el virtuoso iraquí Naseer Shamma elevándose entre las columnas del Templo de Baco, la experiencia se transforma en pura magia.

Todo un privilegio para el medio millar de espectadores que nos dimos cita en la noche del 31 de julio en los templos romanos para disfrutar de tres horas memorables a cargo del genio del laúd, durante décadas niño prodigio del castigado Irak, un virtuoso del instrumento tradicional árabe que desde hace años se dedica a enseñar su técnica entre los jóvenes mediante la escuela que creó en El Cairo, hoy cantera de músicos excepcionales.

En el Festival de Baalbek no sólo demostró su propia genialidad -mediante solos, tocando el laúd de ocho cuerdas que él mismo construyó siguiendo las instrucciones de un manuscrito del siglo IX atribuido al filósofo y artista afgano Al Farabi, o interpretando con una sola mano, una técnica que desarrolló para permitir a los mutilados de guerra de su país seguir tocando el laúd- sino que presumió del talento de sus estudiantes, capaces de sobrecoger al público siguiendo el ejemplo de su maestro.

Imagen de las ruinas de Baalbek. (M.G.P.)

Naseer acudió acompañado de la Orquesta Árabe del Laúd, que él mismo ha formado y educado, 30 jóvenes -entre ellos tres mujeres- de Siria, Irak, Palestina, Emiratos, el Líbano, Libia, Sudán, Yemen y Egipto, país que alberga la sede de su particular colegio -del que salen sus músicos- y que acoge al virtuoso desde que huyese del régimen iraquí. No los usa de comparsas: les da el mismo protagonismo que a sí mismo, dejando en manos de sus alumnos solos extraordinarios a los que terminan uniéndose todos los músicos en una bella sinfonía que logra conmover más allá de la afición por el estilo tradicional árabe.

Ese es la gran virtud de Naseer: ha traspasado fronteras. No hace falta ser un adepto para emocionarse con su música, ni tampoco ser árabe para entender piezas que hablan de Al Quds (Jerusalén, símbolo de la ocupación israelí), que evocan Al Andalus, referente espiritual islámico, o que reproducen las bombas norteamericanas sobre Bagdad.

Todo eso sin conocer su pasado, el de un niño prodigio que con sólo cinco años se enamoró del instrumento al que dedicaría su vida, ni un presente dedicado a enseñar a jóvenes de todos los países árabes y a extender su pasión por el laúd en todo el mundo. Nacido en Kut, 170 kilómetros al sur de Bagdad, en 1963, Naseer Shamma destacó como una revelación cuando apenas levantaba un metro del suelo. “Probé varios instrumentos, pero tuve muy claro cuál era más apropiado para mí. Con seis años, empecé a enseñar a otros cómo tocar el laúd”, explicaba en una entrevista concedida a esta periodista hace un año.

Enseguida supe que mi futuro estaba vinculado al laúd”, relataba. Alumno de los maestros iraquíes de la época, entre ellos Munir Bashir, uno de los más grandes intérpretes de laúd de todos los tiempos, con sólo 11 años ofreció su primer concierto: todo un éxito en Bagdad. La Escuela de Música y Bellas Artes se convirtió en su segundo hogar, donde redujo los seis años de estudios requeridos para licenciarse a sólo dos.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=CLsXUWRs014&feature=related[/youtube]

Eran buenos tiempos para el arte en Irak, como recordaba en dicha entrevista. “Sadam era un dictador, pero con él la educación era muy buena. En los colegios se impartía música desde los seis años. El nivel de las universidades de entonces no se puede comparar con el que hay ahora en Irak”. Pero la presión de la dictadura terminaría siendo insoportable para el apreciado artista, muy valorado por el tirano hasta que decidió tomar partido. Ocurrió en los años 80 y 90, cuando “en los conciertos, al presentar mis temas hablaba con el público de temas muy sensibles. Pedía la oposición del pueblo contra los crímenes contra chiíes y kurdos. Durante un concierto a favor de la Intifada palestina, el régimen ordenó mi detención".

Ocurrió en 1991, y por 172 días Naseer estuvo en prisión. Allí supo que había sido sentenciado a muerte, pero lo que nunca supo es que Irak, Oriente Próximo y medio mundo se había movilizado para pedir a Sadam Husein que se anulase su condena. El mismo día que iba a ser ahorcado recibió el indulto. “La condición fue que hiciera el servicio militar en una unidad de comandos. Pero en 1991, servir como soldado implicaba combatir en la Guerra del Golfo”.

Naseer Shamma. (M.G.P.)

Tuvo suerte: un oficial reconoció en él al virtuoso músico y decidió protegerle. “No tuve que combatir, sólo que sobrevivir a las bombas de EEUU y sus aliados”, bromeaba. Pero su hermana, embarazada de nueve meses, murió en un accidente de tráfico que el artista atribuye al régimen. “Los accidentes amañados eran su forma de asustar a los disidentes. Yo mismo sobreviví a otro intento en 1993”.

Naseer Shamma salió de Irak aquel año para volver sólo en una ocasión, acompañando a una misión humanitaria. Primero se instaló en Túnez, desde donde viajaba para dar conciertos que recabasen fondos para los niños iraquíes. En 1994 se estableció en El Cairo, donde inauguró Beit al Oud, la Casa del Laúd, donde unos 400 jóvenes de todo el mundo se han formado en esta década. Para él se trata de una forma de militancia: “La música puede romper las barreras y las limitaciones ideológicas, disuelve la cerrazón de las mentes, pero también sirve como un instrumento de resistencia contra la injusticia”.

Reconocido y premiado en todo el mundo, en su escuela, Naseer y sus estudiantes construyen sus propios instrumentos y los convierten en extensiones de sus manos, se familiarizan con ellos hasta que la unión es perfecta. De su centro han salido algunos de los mejores intérpretes de laúd del mundo, licenciados en 'solistas de laúd', una especialidad única en su género. Pero no sólo interpreta y adapta temas clásicos: sus composiciones son aclamadas por público y crítica, como ocurrió con la banda sonora de Ahlam, la película de Mohamed al Daraji, galardonada como “la mejor música del mundo” en el Festival de Cine de Francia.

Sus actuaciones le han valido ovaciones en todo el mundo, desde Estados Unidos hasta América Latina, desde los países árabes hasta Europa. Pero en ningún lugar parece encontrarse tan cómodo como entre sus alumnos, como demostró en la actuación del 31 de julio. La bella interpretación de temas tradicionales árabes se elevaba ante el Templo de Júpiter, situado detrás del de Baco, para regocijo de un público que no podía evitar tatarear los temas poniendo letra, en forma de susurro, a la actuación acústica. El tercer tema ya levantó al público de sus asientos a la hora de los aplausos, ovación que se repitió hasta el final del concierto. Naseer, casi avergonzado, se cubría el rostro con las manos y señalaba a sus alumnos, delegando en ellos el mérito. Lo normal en un hombre extraordinario.

1 Comment
  1. BERTHA says

    FELICITACIONES AL GENIO DEL LAÚD, LAS BENDICIONES DEL CIELO SE POSEN SOBRE TI NASSER, GRACIAS POR DARNOS E INCULCAR ESTA BELLA MUSICA, LENGUAJE DE LA HUMANIDAD.

Leave A Reply

Your email address will not be published.