El 'mea culpa' de Saad Hariri

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Manifestación antisiria con motivo del aniversario del magnicidio, en 2007. / Mónica G. Prieto

Ya lo advirtió el ex presidente libanés Emile Lahoud a Cuarto Poder hace unas semanas: el dossier de los 'falsos testigos' del caso Hariri, los personajes que sustentaron la acusación contra Siria y señalaron al presidente alauí Bashar al Asad como instigador y máximo responsable del magnicidio del ex primer ministro libanés sin presentar pruebas, amenaza con explotar en las manos a la clase política libanesa.

La presión de la minoría parlamentaria, liderada por Hizbulá, Amal y los cristianos de Michel Aoun, había logrado recientemente que el Gobierno encargase al ministro de Justicia una investigación sobre quién protegió -e incluso animó, según sus propios relatos- a estos testigos a la hora de construir su relato contra Damasco, en un implícito reconocimiento de que los testimonios fueron falseados. Pero dado que varios altos dirigentes de la mayoría podrían verse salpicados en el caso, pocos confían en que el ministro Ibrahim Najjar, miembro de las Fuerzas Libanesas, pueda presentar resultados concluyentes y fiables sin desencadenar una nueva crisis política a las muchas que se suman en el país del Cedro.

La única prueba en la que se sustentó la acusación contra Damasco fue la confesión de aquellos testigos y las supuestas -y veladas- amenazas de muerte que habría proferido Assad contra Hariri, de las que se hicieron eco poco después del asesinato varios líderes políticos. Todos antisirios en la época, como el propio hijo del mártir, Saad Hariri, o su socio el líder druso Walid Jumblatt, y todos con razones de peso para atacar a la potencia que ocupaba el país del Cedro desde hacía dos décadas y obtener así la independencia del Líbano.

La cuestión es que los tiempos han cambiado: ahora Damasco, que retiró a sus fuerzas del país vecino a causa de la presión popular que siguió al magnicidio de aquel 14 de febrero de 2005, es un aliado del actual Gobierno de Beirut y un interlocutor habitual de su primer ministro y heredero del mártir, Saad Hariri. El mismo que acusó a Bashar al Asad de haber matado a su padre mantiene ahora reuniones periódicas con el líder alauí para tratar sobre asuntos internos, bilaterales y regionales.

Asad es visto ahora como un agente indispensable para la estabilidad del Líbano, pero su diálogo con Saad Hariri es empañado por las acusaciones que solía hacer éste abiertamente hasta no hace muchos meses. Poco después de la muerte de su padre, a cada atentado contra un líder político Hariri solía señalar a su vecino sin ambages. “El Ejército sirio se ha retirado, pero han dejado atrás a sus agentes de Inteligencia, que nos están matando”, llegó a decir.

Pues bien, Hariri ha decidido dar un paso adelante. Por el momento, ha admitido que “fue un error” acusar a Siria. “Aquello fue una acusación política, y la acusación política ha terminado”, ha admitido por primera vez en estos cinco años en declaraciones al diario saudí Asharq al-Awsat. “Uno debe aprender de lo vivido en los años pasados para no cometer los mismos errores en el futuro”. Y sobre los falsos testigos, Hariri ha reconocido que “alguna gente ha confundido la investigación y ha dañado a Siria y el Líbano. Han dañado los lazos entre ambos países y politizado el asesinato”.

La elección del medio no parece fortuita: Hariri, que comparte nacionalidad saudí y libanesa, parece querer así confirmar que su postura -la reconciliación con Siria- cuenta con el amparo del régimen saudí. Y no hay que perder de vista la reciente reconciliación entre Riad y Damasco, hasta hace algunos meses enfrentados en el contexto de la guerra fría regional -que libran los regímenes chiíes y suníes- y ahora sorprendentes socios bien avenidos, al menos en lo que al Líbano se refiere.

En la situación actual, Hariri no podía mantener su acusación ni verse salpicado en un escándalo como el de los testigos falsos. Y son muchos -como el propio Lahoud o los cuatro generales prosirios que pasaron cuatro años en prisión acusados del magnicidio en falso, hoy en libertad- los que acusan a él y a su entorno de estar directamente implicados en la compra de testimonios para reconducir la investigación internacional hacia Siria. Personajes como Ibrahim Jarjura o Hashem Hashem, que sustentaron en su día el caso contra Siria elaborado por el fiscal internacional Detlev Mehlis, terminaron confesando que un conocido diputado druso del grupo de Hariri, conocido por su firme postura antisiria hasta la reconciliación entre ambos países, les pagó y convenció para prestar falso testimonio que relacionase a Damasco con el magnicidio. Se trata de Maruan Hamadé, parlamentario de Walid Jumblatt, quien en su día también acusó al régimen alauí del magnicidio y que hoy mantiene excelentes relaciones con el régimen. Es posible que, con sus declaraciones, Hariri intente desactivar el dossier de los falsos testigos para evitar manchar el nombre de los suyos.

2 Comments
  1. Jonatan says

    Anhelo porque se encienda otra vez este Faro.

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