La represión llega al centro del poder iraní

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Imagen de archivo de Ibrahim Yazdi, detenido el 1 de octubre. / Efe

La represión no cesa en Irán. Sin prisa pero sin pausa, los servicios de inteligencia, la policía y las fuerzas paramilitares, en especial los basijis (Voluntarios), están extendiendo sus campañas de intimidación a todos los ámbitos de la sociedad iraní. Ahora le ha tocado el turno a los Pasdarán (los Guardianes de la Revolución), verdadero ejército de la República Islámica, quienes bajo la Presidencia de Ahmadineyad se están convirtiendo en la columna vertebral del régimen integristaDe acuerdo con las denuncias realizadas por los seguidores de Husein Musavi, contrincante de Ahmadineyad en las elecciones presidenciales de 2009, sus simpatizantes dentro de los Pasdarán están recibiendo amenazas para que se mantengan fieles al actual Gobierno y no vuelvan a registrarse conatos de desobediencia como los que se produjeron durante las protestas populares contra el fraude electoral.

En aquellas manifestaciones, de las que surgió el actual Movimiento Verde como aglutinante de toda la oposición, los Guardianes de la Revolución y los basijis disolvieron con gran dureza, utilizando fuego real,  las protestas, aunque en algunos lugares hubo mandos que se negaron a utilizar las armas contra el pueblo. Estos hechos llevaron al Movimiento Verde a difundir un vídeo dirigido a las Fuerzas Armadas para que se sumaran a la oposición en su intento de derribar el actual régimen.

Es conocido que dentro de los Pasdarán los principales líderes reformistas, como el propio Musavi, Karrubi o Rafsanyani, cuentan con sus partidarios, una situación que dificulta el proyecto de Ahmadineyad para centralizar todo el poder en este ejército religioso que depende directamente de Alí Jamenei, Guía de la Revolución y principal aliado político de Ahmadineyad.

Según estas fuentes, en los últimos meses se habría acelerado una depuración ideológica entre los Pasdaranes que ya se había iniciado cuando Ahmadineyad se proclamó presidente por primera vez el año 2005. Uno de los casos más relevantes es el del ya fallecido Hamid Bakeri, considerado héroe nacional por el papel que jugó en la guerra entre Irak e Irán durante los años 80. Su familia, tras su muerte, continuó su compromiso posicionándose abiertamente a favor de estos sectores reformista. Se calcula que solo durante este año unos 250 altos mandos, muchos de ellos también héroes de guerra, habrían sido apartados de sus responsabilidades por motivos políticos.

Igualmente en los últimos meses, al menos veinte rectores de universidades habrían sido sustituidos por otros menos críticos con el actual gobierno. Las denuncias de la oposición aseguran que estos cambios, así como la expulsión de decenas de profesores, responden a las consignas lanzadas por Ahmadineyad y el Guía de la Revolución para “limpiar de liberales” los campus de Irán. Siguiendo esta orientaciones, Kamuran Danesyu, ministro de Educación y Ciencia, declaró recientemente que no se iba a tolerar la presencia en la Universidad de profesores que no sintonizaran con el actual Ejecutivo.

Una amenaza semejante se ha lanzado contra los medios de comunicación en general, advirtiendo que quienes se aparten de la línea gubernamental no recibirán las subvenciones oficiales a la prensa. Tampoco se están librando de la escalada represiva destacadas jerarquías religiosas, que, hasta hace poco, eran el principal resorte de la República Islámica. Igual que ocurrió con la casa del líder opositor Mehdi Karrubi, los domicilios y oficinas de ayatolás conocidos por su actitud crítica han sido atacados e incluso asaltados por basijis y guardianes de la Revolución vestidos de paisano.

Entre estos ataques sobresale el ataque perpetrado el pasado mes contra la mezquita de Qoba, en la ciudad de Shiraz, donde dirige las plegarias el “gran ayatolá” Dastegueib. Varios de sus fieles resultaron heridos cuando este templo fue literalmente asaltado por los basijis. Después, el órgano oficial de los Guardianes de la Revolución (Sobh-e Sadehg) advertía a este renombrado teólogo que no siguiera el camino de Montazeri. Esta personalidad religiosa, en su momento designado por su prestigio para suceder a Jomeini, fue condenado a arresto domiciliario durante años por poner en cuestión, igual que hace ahora Dastegueib, el concepto del “velayat-e faquih”, verdadera esencia del sistema político iraní. Según este principio, las decisiones del Guía de la Revolución prevalecen sobre cualquier otro poder e, incluso, sobre la voluntad de todo el pueblo iraní.

Tanto la página web de Dastegueib como la de otros dos destacados ayatolás, Yusef Sanei y Asadolah Bayatzajani, han sido bloqueadas por las autoridades, de la misma forma que se está intentando silenciar al Movimiento Liberal de Irán. El pasado viernes, su secretario general, Ibrahim Yazdi, fue detenido en Isfahán y después encarcelado en Teherán junto a otros siete dirigentes de este partido, uno de los pocos que, pese a ser ilegal, contaba hasta hoy con cierta tolerancia por parte del régimen.

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