Reportero en crisis

"¿Ha muerto el e-mail?" Con este apocalíptico titular comienzo el día de hoy, gracias a la web del canal conservador Fox News.

La red social Facebook, ese lugar donde más de uno -incluido yo- pierde el tiempo que no tiene, acaba de lanzar un nuevo sistema de mensajes que promete enterrar el ya anciano correo electrónico. Creo recordar que escribí mi primer e-mail hace ahora 15 años, que en tiempo tecnológico es como la tercera edad (en menos de tres lustros hemos tirado a la basura dos o tres ordenadores, ¿o no?).

No sé si lo que luego viene bajo el titular confirma el epitafio o no. No me da tiempo a leer el artículo entero, ya que esta fatídica pregunta me sirve para actualizar mi twitter, mi facebook y este blog. Y a otra cosa, mariposa.

Bienvenido al periodismo del siglo XXI. El reportero bloguea, twittea, analiza, opina, hace de fotógrafo, camarógrafo y montador... ¡ah! y de vez en cuando, si el tiempo lo permite, reportea. La industria del periodismo clásico se desmorona ante nuestras narices. Lo que valía ayer ya no sirve hoy. Toca hacer lo que sea para sobrevivir. Por si acaso.

Quízá la muerte más sonada, la más anunciada, es la del periódico, que no es sólo la muerte del papel -como algunos aún se creen- sino también, por mencionar algunos ejemplos, de la hora de cierre, del artículo tradicional, de la columna de opinión (que es un género muy diferente al hoy popular blog), del esperarse a mañana. El ciclo informativo no comienza en el kiosco y termina con el cierre. Es continuo, de 24 horas, y está basado en la inmediatez. Vende lo breve y lo visual. Y si viene cargado de enlaces -o links- mejor.

En un principio, con la llegada de internet, se pensó que bastaría con replicar las viejas normas del papel al ciberespacio. Para no quedarse atrás todos corrieron a verter sus contenidos informativos al mundo virtual sin construir primero los cimientos de un nuevo modelo de negocio. Resultado:  el consumidor de noticias se acostumbró a no pagar por ellas.

En esta vorágine -que coincide con una brutal crisis económica- las compañías de medios se esfuerzan, sin mucho éxito por el momento, en encontrar nuevas maneras de hacer dinero. Limpian sus redacciones y se quedan con lo mínimo (y desgraciadamente, en la mayoría de los casos, con lo más joven y barato). Y las reglas clásicas, periodísticas y laborales, se tiran por la ventana.

El mundo al revés. Porque ahora vemos jóvenes soportes cibernéticos de noticias adquiriendo viejas compañías de papel. La semana pasada, la legendaria editora Tina Brown, que en su día editó, entre otras, la revista de periodismo y literatura The New Yorker, ofició el matrimonio de su The Daily Beast -blog de política, medios y entretenimiento que hoy edita, y que fundó en 2008- con una de las cabeceras más antiguas del kiosco -nacida en 1933, y hoy casi irrelevante- Newsweek. Como si el chaval de moda se diera el lujo de comprarse un Rolls Royce de museo.

Aclaremos que el lujoso joven está endeudado hasta las cejas. The Daily Beast pierde unos diez millones de dólares al año. Si bien su cabecera es bastante conocida en el ciberespacio, no parece aún contar con el inmenso tráfico de visitantes necesario para lograr beneficios. Montar un blog en internet es sumamente fácil; ganar dinero con él, algo muy distinto.

"Es difícil hacer suficiente dinero con plataformas exclusivamente digitales", le dijo a The New York Times el otro día Jim VandeHei, editor ejecutivo del web Politico, que hace poco sacó una edición diaria en papel que se distribuye gratuitamente en Washington. "Lo digital es claramente el futuro, pero lo impreso -en circunstancias adecuadas- aún puede prosperar y sirve de puente hacia un futuro todo digital".

Parece que el futuro es tan incierto que la situación requiere intentarlo todo. Por si acaso.