Mubarak no ha entendido el mensaje: disuelve el Gobierno como respuesta a las multitudinarias protestas

Al filo de la medianoche, tras una jornada histórica que llevó a centenares de miles, seguramente un millón de personas, a tomar las calles de Egipto para exigir libertad ignorando la violencia empleada por la Policía del régimen para disuadirles, la suerte de su autócrata, Hosni Mubarak, era objeto de toda suerte de especulaciones en Internet.
Unos aventuraban que había huido, otros que había dimitido. Minutos después de esa hora, un mensaje grabado de quien es el presidente egipcio desde hace 30 años disipó rumores y provocó una profunda decepción entre los habitantes del país del Nilo.
Sin ningún atisbo de duda, Mubarak lamentaba las muertes provocadas por la represión que él mismo ordenó, culpaba a “elementos diabólicos” de los acontecimientos, afirmaba haber comprendido siempre a los pobres, consideraba que las protestas han tenido lugar porque, en realidad, en Egipto existen libertades y anunciaba haber disuelto al Gobierno para prometer que hoy formará un Ejecutivo que luche contra el desempleo y la crisis económica.
Un grito desgarró entonces miles de gargantas, como se podía ver en Al Jazeera, que ayer dedicó toda la jornada a retransmitir lo que estaba ocurriendo en Egipto en directo. “¡Abajo, abajo Mubarak!” comenzaron a gritar los jóvenes tras comprobar que el rais no ha comprendido el mensaje. “No tengo palabras. No tengo palabras. Todo lo que ha hecho es pedirle al primer ministro que dimita. ¿Qué?”, escribía el administrador del grupo de Facebook Todos Somos Khaled Said, entre indignado y estupefacto por la noticia.
Sin embargo, hay esperanza para los jóvenes que llevan cuatro jornadas consecutivas desafiando tres décadas de miedo para exigir justicia y libertad. Hosni Mubarak está siguiendo el patrón del presidente tunecino, Zine El Abidine Ben Ali, quien el 14 de enero disolvió su Gobierno para calmar los ánimos de su población, en las calles desde hacía días pidiendo el final del régimen.
Como en el caso tunecino, la calle egipcia no parece dispuesta a parar. En la tarde de ayer, cuando los acontecimientos se precipitaban, Mubarak dio instrucciones al Ejército para que tomara las calles y decretó un toque de queda entre las seis de la tarde y las siete de la mañana, con la esperanza de que se vaciaran las calles. Los manifestantes no se dieron por aludidos. Es más, recibieron con vivas a los tanques, que tampoco parecieron mostrar ninguna agresividad hacia la población. Es posible que confíen que, como en el caso de Túnez, el Ejército termine tomando partido por la población y no por un régimen en vías de extinción.
[youtube width="608" height="300"]http://www.youtube.com/watch?v=L7YQCTGzCY0[/youtube]
Eran los últimos acontecimientos de una jornada trepidante, que había comenzado tras el rezo del viernes, sobre el mediodía. Decenas de miles de personas confluyeron en las calles de las principales ciudades egipcias exigiendo el final del régimen. El apabullante despliegue policial no les atemorizó, pese a las batallas campales que se desataron: los agentes antidisturbios con gas lacrimógeno, balas de caucho y cañones de agua; los agentes vestidos de civil, encargados de cazar a los participantes, con bastones; los manifestantes, con piedras o aquello que encontraban a su alcance.
El líder de la oposición, Mohamed ElBaradei, que regresó la víspera para participar en las marchas y sugerirse como posible hombre de transición, quedó atrapado en una de esas escaramuzas: refugiado en una mezquita del barrio de Giza junto a centenares de personas de un ataque con botes de humo, finalmente pudo integrarse en una marcha pacífica. Poco después, se sabía que había sido puesto bajo arresto domiciliario. Ayman Noor, el conocido activista y líder de Kifaya, el movimiento opositor a Mubarak, ha sido arrestado, como lo han sido una veinte de líderes de los Hermanos Musulmanes.
El régimen está desesperado, y no es para menos. Los manifestantes no tardaron en hacerse con los principales núcleos de la protesta, como la Plaza Tahrir de El Cairo, y se encaminaron al palacio presidencial. Cuentan los egipcios de Todos Somos Khaled Said que, en Hurgada, hasta los turistas que disfrutan de los resorts turísticos del Mar Rojo unieron sus voces a las peticiones de dimisión. En todo el país hubo marchas multitudinarias: los medios árabes hablaban de medio millón de personas en Alejandría, donde comenzaron el pasado verano las primeras y tímidas protestas por la muerte del joven Khaled Said, víctima de las violencia policial y símbolo de toda una revolución. En Suez, una de las ciudades que ha registrado mayor participación en las marchas, la cifra de muertos va es ascenso. Se habla de al menos un millar de heridos. Se desconoce el número de víctimas mortales que están dejando las protestas.
Con la telefonía móvil desconectada y las líneas de Internet apagadas por órdenes del régimen desde la madrugada del viernes, era difícil que los manifestantes se enteraran de que Mubarak acababa de ordenar un toque de queda de 11 horas. Las compañías aéreas se han apresurado a cancelar o cambiar los horarios de sus vuelos, pero los manifestantes no se dieron por aludidos.

De las protestas al vandalismo medió un paso. Las oficinas del Partido Democrático Nacional, la facción de Mubarak, no tardaron en arder, como ocurrió con varias estaciones de policía y vehículos de la seguridad. La proximidad del Museo Nacional al inmueble del NPD no pasó desapercibida, y el peligro de que el incendio se extendiese devorando piezas de valor incalculable no era el único: según los foros egipcios, centenares de voluntarios formaron cadenas humanas para defender el edificio de los saqueos, que afectaron a decenas de establecimientos públicos y tiendas, como podía verse en las imágenes emitidas por Al Jazeera.
Todo parece indicar que el millón de personas que salieron ayer a las calles no van a recular, más bien al contrario. Por foros, blogs y redes sociales egipcias figuran mil y una maneras para bloquear el apagón de Internet. Los Hermanos Musulmanes han pedido al Ejército que intervenga protegiendo a la población. Entrada la madrugada, el grupo Todos Somos Khaled Said, con 430.000 seguidores en su edición en árabe y casi 30.000 en su edición en inglés, adelantaba que las marchas seguirán adelante: “Mañana nos despertaremos en otro día de combates callejeros. Más vidas serán perdidas por culpa del dictador”, preveían.
Para echar una mano a los egipcios (para que sigan organizándose y puedan zafarse de la censura de internet). Tor:
https://www.accessnow.org/proxy-cloud/page/join-the-cloud