Siria toma medidas para evitar el contagio de la revuelta árabe

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La policía siria protegiendo la embajada de Egipto en Damasco. / Actualidad Kurda

El Gobierno de Bachar al Asad también ha puesto en marcha medidas preventivas para evitar que el efecto simpatía hacia las revueltas de Túnez y Egipto llegue a Siria. De forma apresurada y de acuerdo con diferentes fuentes, el régimen de Damasco habría tomado decisiones tanto de carácter económico como político e incluso militar para impedir que la población respalde la convocatoria de manifestación realizada por varios partidos de la oposición en Damasco y Alepo para el próximo 5 de febrero. La policía siria ya se ha visto obligada a abortar una concentración frente a la Embajada de Egipto en solidaridad con la revuelta para derribar al presidente Hosni Mubarak.

Estas medidas se refieren, sobre todo, a la ciudad de Alepo, la segunda del país, donde históricamente se han generado importantes movimientos de contestación popular, principalmente en los populosos barrios habitados por la minoría kurda. El sitio de internet la Actualidad Kurda, que suele recoger noticias relacionadas con Siria, informa que el partido opositor Yekiti (Unidad) ha denunciado movimientos de tropas en los distritos de Seik Maksud y Al Asrafiya, donde igualmente se habría detectado en los últimos días una mayor actividad del Mujabarat (servicios de inteligencia). Esta ciudad, con cerca de dos millones de habitantes y de gran proyección turística, es una verdadera representación del puzle étnico-religioso que forma Siria. Junto a los barrios kurdos, los hay también habitados por árabes suníes, árabes alawíes, turcómanos, cristianos asirios y cristianos armenios.

Entre las medidas preventivas tomadas por el Gobierno sirio, estaría la destitución del alcalde de la ciudad y también de varios cargos provinciales bien por su “mala gestión” bien por “corrupción”. Además, se habrían adoptado medidas económicas, como un decreto aumentando la ayuda gubernamental para las calefacciones hasta las 1.500 libras (unos 23 euros) y nuevas partidas presupuestarias, de carácter millonario, en el sector educativo.

Dos jóvenes kurdos hacen el signo de la victoria durante las revueltas de 2004. / amude.com

Tal y como ha ocurrido en Túnez y Egipto, el Gobierno intenta cortar la conexión entre las redes sociales de Internet y la telefonía móvil, con el objetivo de evitar que se propaguen las noticias vinculadas a la citada convocatoria de manifestación. En relación con estos hechos, un grupo de cuarenta personalidades han difundido, a través de agencias de noticias internacionales, un comunicando afirmando que el pueblo sirio también aspira a la justicia y a la libertad. “Los pueblos árabes –dicen refiriéndose a Túnez y Egipto- han encontrado el camino de la libertad, de la resistencia social no violenta para unir al pueblo contra quienes le oprimen y le roban sus riquezas”. Según la agencia France Presse, esta declaración está respaldada por el dirigente opositor Michel Kilo, el cineasta Omar Amiralay, el economista Aref Dalila, el poeta Faraj Beirakdar y los escritores Yasín Haji Saleh y Fayez Sara.

Se cree que, detrás de la convocatoria de la manifestación para el 5 de febrero, se encuentra la coordinadora de partidos ilegales entre los que destacan las organizaciones kurdas y los grupos islamistas vinculados a los Hermanos Musulmanes. Las primeras ya han protagonizado varias revueltas populares, sobre todo en marzo de 2004, en las que se vieron imágenes de jóvenes destrozando los retratos de Hafez al Asad –padre del actual presidente- e incendiando comisarías y edificios oficiales. Por su parte, los Hermanos Musulmanes intentaron, a finales de los 70 y comienzos de los 80, una insurrección armada para derribar al partido baasista en el poder.

Zinar Ala, originario de la región de Alepo y coautor de la Actualidad Kurda, cree que la confluencia circunstancial de estas dos fuerzas opositoras “podría provocar una chispa para otra revolución en el mundo árabe”. Sin embargo, considera en el caso de que estalle una revuelta popular, el Ejército, compuesto en su mayoría por oficiales alawíes, saldría el defensa del presidente Bachar al Asad, también alawí, como ya ocurrió en Hama en 1980 y en las ciudades kurdas en marzo de 2004.

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