Egipto prepara la "despedida" a un Mubarak que se aferra al cargo

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Un seguidor de Mubarak lanza una piedra contra un grupo de manifestantes. / Felipe Trueba (Efe)

Lo extraño de los sucesos vividos ayer en Egipto no fueron las escenas de guerra urbana, ni la constatación por parte de los periodistas sobre el terreno de que los violentos pro-Mubarak son en realidad agentes de policía vestidos de civil junto a delincuentes pagados para apalear manifestantes.

Lo extraño es que no hubiéramos visto esas escenas antes: que el régimen no hubiera enviado a su gente -de uniforme, eso sí- empleando una violencia sin miramientos contra los millones de personas que han perdido el miedo para pedir el final de la dictadura, ni que se hubiesen ensañado con los informadores por mostrar al mundo su agonía. Es raro, ya que durante los 30 años de estado de excepción, la violencia policial era la norma en Egipto: violaciones, torturas y muerte a golpes en las comisarías eran algo habitual. La libertad de expresión nunca existió en la dictadura de Mubarak.

Pero los egipcios saben ahora que sí pueden enfrentarse a la policía, y la juventud, motor de la protesta, tiene poco que perder. Si hoy cede, mañana el régimen les perseguirá. Hay muchas posibilidades de que el vicepresidente Omar Suleiman esté mintiendo cuando habla de una “transición ordenada” donde quepan todos los grupos políticos. Puede que vuelva el miedo y la tortura, y con la lección aprendida por parte del régimen de que ceder un ápice el primer día lleva a la debilidad. Si se retiran de las calles antes de que caiga la dictadura, no volverán a tener nunca la oportunidad de tomar su destino en sus manos. Y que se olviden de que la comunidad internacional haga algo para que los nuevos dirigentes -mismo régimen, diferentes caras- cumplan sus promesas de reformas, elecciones limpias y pluralidad democrática. No lo han hecho en los últimos 30 años, y nada indica que vayan a hacerlo ahora.

Por eso los activistas prodemocráticos consideran imprescindible que la convocatoria de hoy, el Día de la Salida, cuente con millones de seguidores pese a los enfrentamientos protagonizados por los hombres de Mubarak. Advertía anoche Omar Ashour, profesor de Estudios Islámicos en la Universidad británica de Exeter, en directo con Al Yazira que para la jornada de hoy sólo se esperan dos escenarios: una masacre o una victoria.

Todos los grupos de oposición egipcios preparan otra marcha multitudinaria en el centro de El Cairo, escenario de una batalla campal desde hace dos días. Esta vez ha sido bautizada como Día de la Salida porque pretenden que sea la última jornada de esta revolución. Pero tras escuchar al vicepresidente Omar Suleiman, que ayer se dirigió a los egipcios con tono y usos de muhabarat -espionaje-, es poco probable que lo consigan. Suleiman, jefe de los servicios secretos hasta que Mubarak le ascendió a número dos del régimen, ha advertido que no va a dejar que continúe la protesta porque “supone la parálisis de nuestro estado, y no lo vamos a permitir". Posteriormente, en una entrevista con Christiane Amanpour, el vicepresidente aseguraba que “de ninguna manera” utilizará la fuerza para dispersar a los decenas de miles de personas que llevan acampadas días en la plaza. “Les pediremos que se vayan”.

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Suleiman ha afirmado que las elecciones presidenciales se celebrarán entre agosto y septiembre, y que las negociaciones con la oposición sólo podrán empezar una vez que terminen las protestas. O lo que es lo mismo, el régimen sigue enrocado: sordo y ciego pero no mudo. El nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq, se ofreció a primera hora a acercarse a la Plaza Tahrir para hablar con los manifestantes, pidió disculpas y afirmó que los choques de miércoles se debieron a un "claro error" en la seguridad, que está bajo investigación. A nadie le ha extrañado en el exterior est reconocimiento implícito de responsabilidad en lo ocurrido. Lo que no explicó es cómo se prolongaron ayer los combates entre los prodemócratas y los seguidores de Mubarak.

El Ejército sigue sin tomar una posición clara, más allá de interponerse entre los manifestantes, disparar al aire para dispersarles y arrestar a gente armada. Cuentan que en la Plaza Tahrir las personas concentradas se han organizado de forma ejemplar: controles de seguridad para impedir que se infiltren vándalos, hospitales de campaña donde atender a los heridos, equipos en búsqueda de agua y comida para distribuir a los manifestantes... Ayer, el periodista del New York Times Nicholas Kristof twitteaba cómo se había encontrado en la Plaza Tahrir a Nawal el-Saddawi, escritora y militante feminista, la más traducida autora egipcia, quien a sus 80 años planeaba pasar la noche en la Plaza, con los manifestantes. Un desafío mucho más que simbólico hacia el régimen y a sus matones.

Un médico con la cabeza vendada atiende a un herido, ayer jueves, en la plaza Tahrir. / Jim Hollander (Efe)

Los seguidores de Hosni Mubarak no sólo se emplearon ayer violentamente contra los manifestantes que exigen democracia. Atacaron a periodistas, a todos los extranjeros que localizaron, de forma que el Ejército tuvo que intervenir para proteger a los informadores en la medida que pudieron. Eso no evitó que muchos fueran robados, intimidados, agredidos e incluso apaleados o apuñalados.

El pulso está echado. La oposición dice que no habrá negociaciones hasta que Mubarak no abandone el país y hoy va a demostrar su determinación. Los 13 muertos y 1.200 heridos de los pasados días pueden disuadir de acudir a la convocatoria de hoy o tener el efecto contrario. Si ceden, les robarán su revolución. Anoche, cuando escribía estas palabras, en las redes sociales se informaba de la presencia de la concentración de 200.000 personas en Tahrir. El plan, decían, es salir en masa tras la hora del rezo, sobre el mediodía.

Estados Unidos, a quien no le gusta interferir en la política interna de otros países, como se harta de repetir, prepara un plan, según el New York Times, para obligar a Mubarak a abandonar el país y dejar el sistema en manos de Suleiman con el encargo de impulsar la transición (confiemos en que una transición real hacia una democracia, y no hacia un maquillaje en el organigrama del régimen). Pero ayer el rais no se mostró muy partidario de marcharse: en otra entrevista a Christiane Amanpour, en la ABC, Mubarak dijo en la que dijo “estar harto tras 62 años en cargos públicos” y afirmó que él se marcharía, pero que el sentido de la responsabilidad le lleva a quedar en el cargo, porque si lo hace “llegará el caos”. Pero también recordó una llamativa frase de su discurso de la noche del martes. “Moriré en suelo egipcio”. Y no parece estar dispuesto a fallecer próximamente, pese a su avanzada edad. “Egipto no será como Túnez”, asegura Suleiman. El pulso de hoy se prevé definitivo para la Historia de Egipto.

2 Comments
  1. Mikail says

    En toda Revolución hay un momento crítico en el que el titubeo o la marcha atrás condena implacablemente hacia la derrota a essa Revolución. Las historia está plagada de ejemplos, incluso la historia de España con la Revolución del 36 en tierras catalano aragonesas.
    En esos momentos, dar al anemigo aparentemente derrotado el más mínimo respiro es garantizar que este, en el momento que pueda recomponerse mínimamente, te corte la cabeza sin de forma implacable.
    Mediaticamente «Mubarak» está acabado, eso lo saben sus grandes mentores y protectores, EE.UU. y el ente sionista de Israel, está amortizado y no dudarán en sustituirlo. Pero lo que esos «democráticos» EE.UU. -ni por supuesto su hijo putativo sionista- no están dispuestos a consentir es que el «régimen» caiga. Tal vez, de momento, necesiten mucho maquillaje -pero ya sabemos por el cine las maravillas que los maquilladores son capaces de hacer-, y para eso deberán ganar algo de tiempo. si los egipcios caen en la trampa de la «transición ordenada» desde el propio régimen, pueden darse directamente por derrotados desde ese mismo momento.
    Las revoluciones, las verdaderas revoluciones, cuestan tiempo y mucha sangre, eso deben asumirlo los egipcios, si están dispuestos a pagar ese precio tendrán una posibilidad de triunfar, si no, todo lo hecho hasta ahora será para nada, y no se sabe cuando la historia dará una nueva oportunidad, si es que la da.

  2. Aguila says

    Si la historia sirve para algo se ha demostrado que en el mundo arabe existen dos tipos de regimenes , el de un líder autoritario dictatorial y los reyecitos feudales también autoritarios. Los que mejor organizados están en la oposición en Egipto es la Hermandad Musulmana y muy hábilmente no han ejercido un papel protagonico para ver que pescan. Asi que seria una sorpresa si logran un sistema democrático.Lo que es patético es la izquierda española apoyando a islamistas y regímenes radicales islamistas donde esa misma izquierda no sobreviviría ni un segundo bajo esos sistemas. Iran ejecuto 70 personas el mes pasado, entre ellas una holandesa por haber ofendido al Islam y otras estupideces . Asi, que es patético el arranque islamista de la izquierda. Tal parece que se olvidan que esos islamistas radicales asesinaron a ciudadanos españoles inocentes en Atocha el 11m y en Nueva York el 11s

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