El re-cambio

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Eric Holder en Manhattan este miércoles / Juan Manuel Benítez

Mal día eligió Barack Obama para lanzar oficialmente su campaña a la reelección. Después de que despertáramos con un ciber-video repleto de estadounidenses comunes con esperanzadora visión de futuro a lo 2008, su fiscal general, Eric Holder, nos recordaba que aquel cambio idealista que propulsó a la Casa Blanca al primer presidente afroamericano había quedado atascado en las cloacas del poder pragmático: Khalid Shaikh Mohammed, auto-proclamado autor intelectual de los atentados del 11 de Septiembre, será finalmente juzgado por un tribunal militar en la prisión de Guantánamo. El pistoletazo de salida para las presidenciales de 2012 queda así manchado del más profundo fracaso.

Tras más de dos años intentándolo, Obama da por imposible su noble deseo de cerrar la cárcel tristemente más famosa del planeta. Y su gobierno se rinde a una irracional opinión pública que no cree en su propio sistema jurídico, movida por miedos infantiles propios de guión de película de Hollywood. Que sea un tribunal militar quien lo juzgue lejos de la ciudadanía estadounidense. Mohammed y sus desconocidos compañeros de prisión son culpables incluso si se demuestra lo contrario.

La prisión de Guantánamo y los tribunales militares son sólo dos ejemplos de todo aquel cambio prometido que nunca se materializó, dos de las muchas piedras en el zapato de un Obama que necesita urgentemente reinventarse si quiere que los votantes vuelvan a apostar por él en noviembre del año que viene.

El miércoles aparecía en Manhattan para comenzar a movilizar sus tropas.  Ante la convención de la Red de Acción Nacional -organización afroamericana pro-derechos civiles, liderada por el a veces polémico activista y siempre influyente actor político, Reverendo Al Sharpton- Obama repasó los logros de su gobierno, además de reconocer que aún queda mucho camino por delante. Volvió a pedir el apoyo de esta parte importante de su electorado base para continuar, dijo, el trabajo comenzado hace dos años.

"Les pido que tomen inspiración del hecho de que sabemos que ese cambio es posible", dijo Obama. "Yo soy testamento vivo de que ese cambio es posible".

El cambio y la esperanza le catapultaron a la Casa Blanca en 2008, mensajes que ahora intenta reciclar para mantenerse en el cargo.

David Axelrod, estratega de la campaña de Obama / J.M.B.

"No creo que 'esperanza' y 'cambio' sean mensajes obsoletos", me dice David Axelrod, eterno estratega de campaña de Obama y hasta hace unas semanas su asesor principal en la Casa Blanca. "Han sido obviamente suavizados por la dura experiencia de unos años muy difíciles, pero el foco, el objetivo que el presidente fijó hace cuatro años es el mismo".

Los republicanos no se lo van a poner fácil. Estos días amenazan con una parálisis total en el gobierno si los demócratas no ceden a un escándaloso chantaje presupuestario extremadamente peligroso en tiempos de frágil recuperación económica. Quieren que de aquí a 2012 no pase nada. Que las cosas se queden como están, para que sea uno de ellos quien pueda venderle esta vez al electorado la mágica y siempre útil poción del cambio.

Si la oposición se sale con la suya, ralentizará aún más el descenso de caracol del índice de desempleo, aún rozando el 9 %, cifra que pone la reelección presidencial fuera del alcance de cualquier inquilino de la Casa Blanca. Tampoco ayuda que la guerra de Afganistán ya lleve la firma de Obama, premio Nobel de la Paz también envuelto ahora en Libia en un conflicto sin claro objetivo.

La esperanza que hoy busca Obama se encuentra en las minorías de este país, afroamericanos y latinos que podrían encontrar pocas razones para salir a votar. También en el Partido del Té. Aunque parezca contradictorio, cuanta más fuerza tenga este movimiento conservador, más posibilidades de éxito tendrá su reelección. Nos esperan unos meses de interesante lucha de primarias fratricida dentro del Partido Republicano. En 2008, después de muchos vaivenes, el partido de George W. Bush decidió que la mejor forma de conservar el poder era elegir para las generales -después de casi darlo por muerto- al candidato más centrista de su plantel, John McCain. Conseguir a un político similar va a resultar más complicado vista la fuerza de los seguidores del Té.

El premio final será, como siempre, para aquél que logre conquistar el voto moderado de centro. Todo esto, eso sí, contando con que Obama logre sacar de casa a su electorado, hoy más cínico que esperanzado. De ahí que una bestia negra republicana también sirva para proporcionar el muelle que levante a ésos del sillón.

4 Comments
  1. M says

    ¿El 9% de desempleo? En España tenemos un 20.3% y el propio Gobierno espera que suba aún más. Al menos en España la opción de futuro está clara de cara a las próximas elecciones. Las palabras «cambio» y «esperanza» no se nos han quedado obsoletas, de hecho es lo único que tenemos.

  2. el_zurdo says

    Obama debe pasar de las palabras a los hechos. Su retórica ya no se la cree nadie; puros fuegos de artificio. Ha cambiado algo, para que todo siga igual. Lo de Guantánamo es vergonzoso (no tiene que envidiar al gulag soviético, al campo de concentración nazi o la isla del Diablo francesa) y es avalado por la supuesta democracia más ejemplar del planeta; casos así alimentan y sirven de coartada a los terroristas.

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