Sandra Buxaderas *
Morían como medusas sobre la arena, derretidos bajo el sol, tratados con desdén por todos los barcos con que se cruzaron. Uno tras otro, dejaban de respirar, mientras sus compañeros escudriñaban las aguas y trataban, en vano, de obtener ayuda. Pero los 72 prófugos de la guerra de Libia apiñados en una barca a la deriva, la mayoría de los cuales murieron de hambre y de sed en una de las zonas más traficadas del Mediterráneo, jamás perdieron la dignidad ni el sentido de la solidaridad. Conservaron hasta el último minuto de vida la humanidad que les faltó no sólo a los patrones de los barcos que les vieron sufrir entre las olas y pasaron de largo, sino a una larga lista de culpables de mirar hacia otro lado.

Escalofriante el relato de Kurke, un superviviente citado por The Guardian, el periódico que ha difundido el caso. "Habíamos conservado una botella de agua para los dos bebés, y seguimos dándosela incluso después de la muerte de sus padres". Nadie cometió el acto de desesperación de luchar por esas gotas de agua que el cuerpo ansiaba hasta la locura; nadie quiso arrebatárselas a los dos pequeños. Pero dos días después, ellos, los niños, "también murieron". Los diez supervivientes consiguieron vencer el cruel duelo con la muerte brindando por la vida con su propia orina.
Se hallaban a menos de un centenar de millas náuticas del país del que habían escapado el 25 de marzo, Libia, pero resulta que nadie les vio. Francia ha negado que fuera suyo el portaaviones que los supervivientes aseguran que les ignoró. Una web francesa, Le Portail des Sous-Marins, recuerda que en aquellas aguas navegaban dos barcos americanos, pero los Estados Unidos de Obama, absortos en las celebraciones por el ajusticiamiento de Bin Laden, todavía no han aclarado su responsabilidad. La OTAN, que dirige la operación militar contra el régimen libio, tampoco tenía ningún portaaviones cerca, asegura su portavoz: el italiano Garibaldi se hallaba a más de cien millas.
Y, sin embargo, al menos dos países europeos estaban al corriente del drama. El primero en enterarse fue Italia. La Guardia Costera recibió una llamada de un cura bien conocido en el país por su labor humanitaria en el Cuerno de África, Moses Zerai, a quién los ocupantes de la barca, en su mayoría fugitivos de Etiopía y Eritrea, habían logrado localizar gracias a un teléfono por satélite que acabó agonizando por falta de baterías. El 6 de abril, cuando los supervivientes seguían en alta mar, Zerai explicaba a periódicos italianos como La Repubblica que seguía sin tener noticias de la barca en apuros. Una muerte anunciada, pues.
Italia advirtió a su vez a Malta, al detectar que la embarcación se dirigía hacia aguas maltesas, según un portavoz. ¿Fue un acto de dejadez? Es fácil culpar a Italia cuando su isla más meridional, Lampedusa, está mucho más cerca de Libia que Malta. Más cuando su primer ministro, Silvio Berlusconi, se deja arrastrar por la xenofobia de su aliado en el Gobierno, la Liga Norte. Este partido es el que hace unos años proponía repeler las pateras a cañonazos y hoy se niega a participar en la guerra de Libia no por ningún ideal, sino porque, como argumentan sus líderes, "más bombas quiere decir más clandestinos en Italia". Su ministro del Interior, Roberto Maroni, suele clamar que Italia deberá hacerse cargo de un "éxodo bíblico", que hoy cifra en unas 50.000 personas. Por ahora, han llegado ya 10.000. La inmensa mayoría son ciudadanos de países en dictadura que huían de la muerte, fueron encarcelados por Gadafi y han conseguido escapar gracias al caos de la guerra.
Los agentes de las fuerzas italianas, sin embargo, se juegan la vida todos los días para poder salvar a los africanos, incluso en condiciones meteorológicas muy adversas. Y la población de Lampedusa, una islita cuatro veces menor que Formentera, se vuelca en la acogida de los recién llegados. El domingo, agentes, isleños y periodistas formaron una cadena humana en la playa para salvar a 527 prófugos encallados en unos escollos. Y tres agentes de la Guardia de Finanzas se jugaron el tipo para conseguir inmovilizar la barca e impedir que las oleadas consiguieran hacerla pedazos.
Las patrulleras italianas, además, actúan a menudo cuando Malta se niega a cumplir con su obligación de socorrer a náufragos. A las autoridades de esta minúscula isla, el estado más pequeño de la UE con sus 300 Kms. cuadrados de superficie, les encanta jugar a la omnipotencia y reclaman la soberanía sobre una área inmensa del Mediterráneo. En la página web de su Gobierno se detalla que su SAR (área que reclaman como suya y en la que están obligados a intervenir) es de 250.000 Km. cuadrados. Pero, sin ir más lejos, el 30 de abril se negaron a socorrer a una barca con 600 prófugos con la excusa del mal tiempo. Acudieron los italianos. También la barca encallada el domingo en Lampedusa llegó después de que una patrullera maltesa la escoltara hasta territorio italiano. Malta, cuando se trata de prófugos, argumenta que no tiene tantos medios de intervención como Italia y su territorio es demasiado pequeño para acoger a todos los necesitados.
El representante para Italia del Alto Comisariato de la ONU para los refugiados (ACNUR), Laurens Jolles, les ha sacado los colores a los dos países, pasándoles por la cara que otros menos opulentos como Egipto o Túnez están siendo mucho más solidarios. En Italia han llegado 8.000 personas provenientes de Libia, la mayoría del Cuerno de África. "Si se tiene en cuenta que han huido de Libia 700.000 personas, acogidas sobre todo por Túnez y Egipto, el número de personas llegadas a Italia es muy pequeño".
Italia, sin embargo, argumenta que la vecindad territorial no puede ser el único elemento para decidir la responsabilidad en la acogida de refugiados en caso de emergencia humanitaria. Entonces, ¿para qué sirve Europa? se pregunta Maroni. Pues Europa sirve para decirle a Italia que se arregle sola. En la última cumbre europea, el español Zapatero y la alemana Merkel fueron de los más críticos con Berlusconi, que utilizó una triquiñuela para vengarse de la insolidaridad de sus vecinos europeos y sacudirse fácilmente el problema: repartió permisos temporales de residencia a los recién llegados para permitirles viajar a cualquier país europeo. Y a pesar de que el francés Nicolás Sarkozy trató de impedirlo, muchos de los recién llegados acabaron en París.
Ahora la UE se prepara para aprobar en la cumbre de junio la propuesta impulsada por Sarkozy para que cualquier país pueda cerrar las fronteras en caso de emergencia humanitaria. Para que cada vecino se las apañe solo. ¿Qué pensarían los fundadores de la Europa unida como Schumann, De Gasperi o Adenauer si levantaran la cabeza y vieran en qué se ha convertido su invento?
El Consejo de Europa y la ONU han realizado un llamamiento para que todos los países redescubran su sentido de la humanidad y cumplan con su obligación, prevista en varios tratados internacionales, de acoger a las personas que buscan asilo político y de socorrer a los náufragos. Como afirma el padre Zerai, las centenares de muertes en el mar eran "perfectamente evitables". Ya hace semanas que este mirlo blanco repite el mismo mantra, sin que ningún gobernante europeo le haya escuchado hasta ahora: "Bastaba con que Europa nos hubiera escuchado a ésta y otras ONG cuando reclamábamos que evacuaran a los prófugos del África subsahariana atrapados en las ciudades libias". Pero la historia es conocida por todos: cada país se encargó de repatriar a los suyos antes de lanzar bombas. Sólo Italia consintió en embarcar en una ocasión a 110 prófugos. Para escapar del infierno, primero en sus países y luego en Libia, los miles de prófugos africanos atrapados hoy entre dos fuegos no dudan en arriesgar su vida y la de sus pequeños para agarrarse a la tabla de salvación europea. Italia acoge a los que consiguen acercarse a sus costas porque no le queda más remedio. Y Europa mira hacia otro lado. ¿Cuantas odiseas más teñirán de un luto invisible el Mediterráneo?
¡Qué asco de esta humanidad tan deshumanizada!
‘Se cierren las tumbas
tras ocultar los míseros despojos
que de tí quedaron.
Y, cuando el juicio final,
rehágase tu cuerpo
de forma inusual.
¡Eso quedará de tí!
¡Eso quedará de mí!
¡Eso quedará de nosotros!:
la más absoluta nada.
Puesto que nada hay después de la muerte, si no, podredumbre y cieno.
A esas pobres criaturas solo les esperaba la muerte prematura. La más que asquerosa muerte. ¿Qué les importaba a esos más que indeseables políticos: se llamen como se llamen, sean alemanes, franceses, españoles, itlianos, etc., etc.? ¿Qué le importó a Pío XII, cuando eran exterminados los hebreos en la loca contienda que un día emprendió aquel loco austríaco y sus secuaces? Sí, aquél cómplice papa a lo más que llegó fue a mofarse de todo un noble pueblo -porque todos los pueblos son nobles, los verdaderamente indeseables son los dirigentes del momento-, ese maldito papa, bien sabía él que todo eso de gloria e infierno y demás tonterías es mentira.
Pues bien, los dirigentes han debido de recibir las señales de alarma por medio de sus secuaces y han hecho oídos sordos. «Que hay una patera a la deriva cargada hasta los límites de gente, ¡pues, hundidla…!»
Familiares míos murieron por culpa de la desatención, debido a los oídos sordos de aquellos gobernantes, el vaticano incluído, que no atendieron a tiempo lo que allí estaba pasando.
Véase, ahora mueren personas de todas las edades en esas huídas. Sí, a la desesperada. Para no caer en manos de unos regímenes asesinos. Huyendo a la desesperada, ya digo. En fin, lo de siempre… Si eres negro, amarillo o verde, pero con dinero, serás bien recibido… ¡Iros al diablo, asquerosos dirigentes!
Lamentable. Países africanos que viven poco menos que en la miseria acogen en su tierra a miles, a cientos de miles de refugiados, y Europa, patria de los Derechos del Hombre, no puede con diez mil. Mucho cinismo es lo que hay. Un artículo magnífico.
No puedo creer lo sucedido.Estamos en el siglo xxi con toda clase de adelantos electrónicos y los » miopes» dejándolos como seres de cartón piedraQue verguenza!
Brutalmente conmovedor. En mala hora ocurrió, en buena hora se cuenta.
A mayor progreso económico, técnico y «social», mayor decadencia moral. Ya tenía razón aquel aquel ácido escritor catalán (Josep Pla) cuando decía: «Senyors, el progrés és una merda!»
Simplemente, muy triste,
por desgracia seguiran pasando estas cosas mientras existan dos mundos en paralelo
Muy bien explicado. Por desgracia seguirán pasado casos parecidos.
Cuando ocurren estas cosas,unos miran hacia otro lado y otros las cuentan. Hoy tenemos la suerte de que la información puede llegar a todos de inmediato.
Siento tristeza,repulsión y vergüenza por el mal que las personas somos capaces de hacer a veces.
La compasión, en nuestrra sociedad y ahora, es un valor a la baja.