Cuando la muerte llama tres veces en Irán

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Una mujer acaricia el cuerpo sin vida de Haleh Sahabi, envuelta todavía en el sudario. / Feminist School

La sucesión de una serie de fatales circunstancias, encadenadas entre sí,  ha hecho que Irán haya perdido, en solo unos días, a tres destacados dirigentes de la oposición. El primero en fallecer, tras un mes de coma, fue Ezatolah Sahabi, el 31 de mayo, a los 81 años de edad.  Ezatolah pertenecía a una conocida familia por sus ideas democráticas. Líder del Movimiento por la Libertad de Irán, fue detenido, torturado y encarcelado en la época del Sha Reza Pahlevi. Después participó en la Revolución de 1979, ocupando importantes cargos en los primeros gobiernos del ayatolá  Jomeini, como el Ministerio de Planificación y Presupuestos o el Consejo de la Revolución.

Contrario a la instauración de la actual dictadura teocrática,  fue de nuevo detenido y encarcelado por su libro El Irán del mañana, que pasó a engrosar la ya abultada lista de obras prohibidas en la República Islámica. Desde entonces, no ha dejado de apoyar a la oposición y concretamente a la extendida corriente de pensamiento que, respetando las creencias islámicas, es partidaria de separar religión y política.

Haleh junto a su padre, Ezatolah Sahabi. / Irangreenvoice

Su hija, Haleh Sahabi, siguiendo la tradición luchadora de la familia, también se convirtió en una destacada activista por los derechos humanos, sobre todo de la mujer y de las familias con presos políticos.  Impulsora de la revista Panorama e integrante del grupo Madres de la Paz, fue detenida el 6 de agosto de 2009 frente al Parlamento en una protesta contra el presidente Ahmadineyad. Tras un largo proceso judicial, fue condenada a dos años de prisión, que comenzó a cumplir en enero de este año.

Al conocer el fallecimiento de su padre, Haleh solicitó permiso para asistir al entierro y poder darle así el último adiós. Ya en el cementerio, las exequias transcurrieron, según han informado varias organizaciones opositoras, como Iran Green Voice o la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán, en un ambiente de gran tensión. Los asistentes tuvieron que sufrir constantes golpes e insultos de los numerosos policías desplegados para impedir que el entierro derivara en un nuevo acto contra el régimen.

Haleh se encontraba junto al ataúd de su padre, portando un gran retrato suyo, cuando uno de los agentes intentó arrebatárselo. Ante la resistencia de Haleh, el agente le propinó un brutal golpe en el pecho y, en ese momento, quien había salido de la cárcel solo para despedir a su padre se desplomó en el suelo para no levantarse. Conducida de  forma  inmediata a una clínica de Lavasán, no pudieron hacer nada para salvarle la vida. Las autoridades informaron que había fallecido, con 54 años, de una parada cardiaca.

Al conocerse la noticia, en la cárcel de Evin, la principal de Teherán, dos seguidores del Movimiento por la Libertad de Irán, el también periodista Reza Hoda Saber y otro preso político llamado Amir Khosro Dalirsani, comunicaron en el patio de la Galería 350 que iniciaban una huelga de hambre indefinida como protesta. Diez días después, las autoridades anunciaron que también había muerto de un infarto con 52 años de edad.

El periodista Reza Hoda Saber. / Irangreenvoice

Sesenta y cuatro compañeros de prisión, con los que Hoda compartía la Galería 350, han salido al paso de la versión oficial firmando con nombres y apellidos una declaración dirigida a todo el pueblo iraní en la que constatan que, antes de morir, Hoda había sido golpeado.

En esta declaración, aseguran que este conocido opositor, también condenado por los disturbios contra el fraude electoral del 2009, gozaba de buena salud pero que, hacia las cuatro de la madrugada del 12 de junio, sintió molestias en el pecho y trastornos digestivos, por lo fue conducido a la enfermería. Dos horas después, lo trajeron de vuelta. Según explicó a sus compañeros, no solamente no le habían atendido, sino que le habían golpeado. “Podemos atestiguar que Hoda Saber no dejaba de temblar y se retorcía de dolor, mientras decía: les voy a denunciar”, afirman quienes suscriben la declaración, que finaliza transmitiendo sus condolencias a la esposa, Farideh, y a sus pequeños Hanif y Sharif.

Debido a las protestas de los reclusos, los guardias  propusieron llevarlo de nuevo a la enfermería, a lo que el preso ahora fallecido se negaba porque “no se fiaba” de lo que le podría ocurrir allí. Para entonces, Hoda no se podía tener en pie y tuvieron que colocarle en una silla de ruedas, prometiendo los guardianes que intentarían trasladarle a un hospital fuera de la prisión. Hoda no llegó vivo. Según las autoridades, había fallecido, como Haleh Sahabi, de un ataque al corazón.

 

3 Comments
  1. Milo says

    Hoy una vez más… más que núnca, un grito desgarrador… IRAN FREE!!! Iran Libre yaAAAAA!!!!

  2. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    ¡Los «Grimau» -qué pena-, existen, como existieron, como existirán por todas partes!
    Esa canalla ha de eliminar cuanto le estorba.
    ¡Los esperamos largo ha!
    Somos viejos, por eso, desde largo tiempo presiento que los molestos han de ser eliminarlos… Hay que desaparecerlos…
    No esperamos, tras durísimas supervivencias, otra deriva, otro final en el que no se presente la fuerte batalla…, ¿final?

  3. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    Meter, como el avestruz, la cabeza entre la arena o, lo que sería peor, desviar nuestra mirada hacia otra parte, es, cuando menos una canallada. (Pues esto hizo, no hay que olvidarlo -porque como tantas veces nos dijo Jorge Semprun, no debemos de olvidarnos de lo sucedido…-, el vaticano en su momento con los millones de asesinatos de la Alemania asesina, de la Alemania de los nazis hablo).
    Ahora, veamos las interminables muertes en ese noble pueblo iraquí. Noble pueblo, digo, como noble o nobilísimo me parecería cualquiera otro pueblo de todos los continentes de la Tierra.
    ¡Qué sangría provocaron esos indeseables y locos con su desdichada decisión de invadir Iraq! ¡Qué perversión tan grande!
    ¡Y no hay un T. P. I. que los llame a capítulo!
    ¡En todo hay, ya se ve, «amiguitos del alma»!
    ¡Qué asco!

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