NY dice «sí, quiero»

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Cientos de personas muestran una pancarta que dice: «Nueva York ama el matrimonio gay» hoy, viernes 24 de junio de 2011, en Nueva York (EEUU). / Justin Lane (Efe)

Han pasado 42 años desde que la redada policial en el bar Stonewall Inn del Greenwich Village desatara la ira violenta de un grupo de homosexuales y marcara el comienzo del movimiento gay tal como hoy lo conocemos. Y a unas horas de que comience el desfile que conmemora cada año aquella madrugada, Nueva York vuelve a hacer historia, convirtiéndose en el sexto Estado de Estados Unidos en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Tras más de una semana de intensos debates y protestas a favor y en contra en la Legislatura Estatal de Albany, el Senado -como ya lo había hecho la Asamblea- decidió aprobar un derecho al matrimonio del que ya gozan multitud de parejas en diez países de todo el mundo.

"Mi decisión en esta ley va a decepcionar a un número significativo de gente", decía el senador Steve Saland, uno de los cuatro republicanos que inclinó la balanza hacia el voto afirmativo. Explicaba así su decisión en el pleno de la Cámara Alta, minutos antes de emitir su voto, dando la señal que los analistas esperaban para concluir que esta vez, un año y medio después de la última votación, la comunidad homosexual lograría su trofeo. Saland votaba satisfecho con las enmiendas a la ley que protegerán a aquellas instituciones, religiosas o no, que se opongan a aceptar estas uniones.

"Un histórico triunfo para la igualdad y la libertad", decía el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que viajó a la capital varias veces para convencer a los senadores republicanos si querían contar con un futuro apoyo económico electoral.

"Mis convicciones todavía siguen igual", explicaba horas antes el asambleísta por El Bronx Nelson Castro, que hasta hace unas semanas decía que el matrimonio era sólo la unión entre un hombre y una mujer, pero que cambió de opinión y votó sí en esta ocasión. "Creo que lo ideal es que un hombre y una mujer se casen y entren en un matrimonio, pero también no tengo el derecho de yo imponer mis creencias en personas que en realidad no les interesa esta creencia sino que quieren que se haga algo justo y algo civil para sus vidas".

Ha sido la evolución de muchos legisladores. No así, por el momento, la del presidente Barack Obama. El jueves, horas antes de la votación en Albany, Obama evitó pronunciarse sobre este proyecto de ley. "Creo que las parejas gay merecen los mismos derechos legales que cualquier otra pareja en este país", se limitó a decir ante 600 activistas de la comunidad LGBT en Manhattan que habían pagado 1250 dólares por cabeza para verle y financiar su campaña a la reelección.

"Yo entiendo que una persona que nació cuando era prohibido el matrimonio interracial en muchos estados de esta nación, entendería de manera mucho más simple la inequidad que sufren las parejas del mismo sexo y apoyaría abiertamente la igualdad en el matrimonio", se quejaba el activista Pedro Julio Serrano.

La victoria en Nueva York le corresponde sobre todo al gobernador demócrata Andrew Cuomo, que invirtió gran parte de su capital político en la llamada "igualdad matrimonial", sabiendo que en diciembre de 2009 había fracasado su predecesor David Paterson y sufriendo los continuos ataques de la Iglesia Católica a la que pertenece (hace unos meses, un asesor vaticano recomendó que se le negara la comunión, ya que está divorciado y vive con su nueva pareja sin estar casado).

"Si se habla de retorcer brazos, de usar todos las armas políticas a su alcance, él lo está haciendo, y de manera efectiva", se había quejado el Arzobispo de Nueva York Timothy Dolan.

También enrabietado respondía, en un comunicado en español macarrónico, el obispo de Brooklyn Nicholas DiMarzio: "Nuestros lideres políticos no se creen su propia retórica. De hacerlo, como en buena conciencia pueden concretar excepciones para instituciones que avanzan la intolerancia y el prepucio?" (cita textual).

"Igualidad en nuestras relaciones, igualdad en nuestro amor, igualdad en nuestras familias", proclamaba un triunfante Cuomo en rueda de prensa minutos antes de la medianoche, con una ley matrimonial cierre de una temporada legislativa de éxito sin precedentes.  "Siempre estoy orgulloso de ser neoyorquino, pero esta noche estoy especialmente orgulloso de ser neoyorquino".

Y Stonewall volvió a rugir de nuevo, con cientos de homosexuales que gravitaron a este punto simbólico de Manhattan para felicitarse por la noticia.

1 Comment
  1. M says

    El matrimonio es la tumba del amor. Qué pena!

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