Correr el Encierro por San Fermín siempre ha tenido un profundo componente individual. En realidad, desde esos instantes previos al cohete que avisa de la salida de los toros, te encuentras totalmente solo, venciendo el miedo como puedes, en tu tramo del recorrido, hasta ver la manada. A partir de ese momento y hasta ser rebasado por los astados, no existe nadie más que tú y el peligro… el peligro a ser corneado, arrollado por la manada o a terminar dando de bruces contra los adoquines en una inevitable caída
Los amigos con los que habías ido al Encierro o los conocidos a los que habías saludado con un escueto “¿qué tal?” desaparecen de escena. Por eso, el Encierro es el acto más individual de esta fiesta colectiva. Pero se podría decir que, hasta su conversión en un espectáculo mediático, ese individualismo desaparecía en el anonimato. Es cierto que más tarde mirabas en la prensa y casas de fotografía las instantáneas de ese día para ver si, por casualidad, conseguías distinguirte dentro de esa masa humana punta en blanco, con faja y pañuelo rojo. Esa sería la prueba de tu valor pero no la razón por la que corrías.
En los últimos años y de forma especialmente intensa desde que TVE ha convertido la transmisión de los Encierros en un “show” televisivo, la emblemática carrera está sufriendo una evolución. Ya son una parte significativa quienes participan fundamentalmente para verse o para que se les vea por televisión, al parecer sin importarles mucho los Sanfermines. Cada vez son más los que para verse mejor y para que se les vea mejor en la pequeña pantalla se ponen camisetas con los colores, formas y diseños más variados. Se da la circunstancia de que muchos de estos corredores “divinos”, como irónicamente se les denomina, no llevan pañuelo rojo anudado al cuello, prenda de la que un pamplonica o cualquier forastero integrado en la fiesta difícilmente puede prescindir.
Desde que Hemingway internacionalizó los Sanfermines hace ya medio siglo, por lo general los de fuera siempre se han identificado con el espíritu de estas fiestas. Pero ir a los Sanfermines para conseguir una especie de “marca” distintiva, aunque sea totalmente legítimo, no cuadra con la filosofía popular del 7 de Julio. Esta idea de participar más en un programa de la “tele” que de zambullirse en una juerga colectiva, de la que el Encierro es solo una parte, hay que relacionarla con esa reciente tendencia a institucionalizar las fiestas mientras se socava esa iniciativa de la gente (foráneos o locales) que da a los Sanfermines su imagen de fiesta anárquica y caótica en la que cualquier cosa puede suceder.
Otro claro indicio de esta nueva forma de entender los Sanfermines es el intento no disimulado de prescindir totalmente de las Peñas de Mozos, proponiendo, incluso, retirarles el “privilegio” de ocupar el tendido de Sol en las Corridas de Todos, como llegó a plantear el anterior presidente navarro, Miguel Sanz. Esta tendencia de sustituir la calle por una programación institucional es el principal blanco de las críticas del Movimiento 15 de Julio, que este viernes por la mañana volvió a protagonizar su particular encierro corriendo delante de un ciclista disfrazado de Induráin, bajo la mirada de un gran dirigible y la vigilancia de fuerzas antidisturbios de la Policía Municipal.
En lo que se refiere a la transmisión de los Encierros, da la impresión de que TVE también comparte esta idea de que el espectáculo gane la partida a la participación popular. Algunos comentarios realizados durante las transmisiones matutinas así lo reflejan. En la última, la del 14 de julio, un colega estaba explicando el ambiente en uno de los balcones desde los que miles de pamploneses y forasteros ven los encierros.
Cuando el anfitrión afeó la profusión de detalles televisivos que están convirtiendo a los Encierros en una especie de “Gran Hermano sanferminero” y explicó que ellos veían el Encierro como siempre, permaneciendo en los balcones desde el principio al final sin prestar atención a la pequeña pantalla, el reportero tuvo el atrevimiento de leer la cartilla a quien le había franqueado gentilmente la puerta de su casa recomendándole que se comprara un televisor.
El anfitrión simplemente defendía esta forma de ver el Encierro. Por el contrario, daba la impresión de que a TVE le gustaría que los balcones se vaciaran para que la gente se plantara ante del televisor, poniendo fin así a una tradición más. En esta misma línea, la principal comentarista de los Encierros despidió las transmisiones hasta el año siguiente con una clarificadora frase: “El mejor balcón para ver el Encierro está aquí, en TVE”.
No vi la tele, no suelo verla. Pero sí escucho la radio. RNE no emitió las noticias a primera hora (no sé exactamente si a las 8 o a las 9). Substituyó las noticias por un directo de los encierros, radiado con una voz de comentarista de fútbol q tiraba patrás. Con un par!
En la distancia no me queda otra que ver la tele y efectivamente me he fijado en el muestrario de camisetas este año más que nunca. Muy discreta la del que luego comentaba el encierro, por cierto. Pero quién pudiera vivirlos desde un balcón.
Hechamos mucho de menos programas relativos al floklore español que es tan rico. También es una pena que no se retrasmita el festival de Jaca y el de otras poblaciones . Sin embargo las calamidades y todas la fiestas brutales si las retrasmiten.