Tawakol Karman, la 'hija coraje' de Yemen

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Tawakul Karman, abrazada por su esposo dentro de su tienda de campaña en la plaza de Al Taguir (Saná, Yemen), ayer viernes, tras conocer la noticia de la concesión del Premio Nobel de la Paz. / Yahya Arhab (Efe)

En sus primeras semanas, la revolución yemení tenía color y nombre de mujer. En enero y febrero, el rosa dominaba pancartas, banderolas y la ropa de los cientos de miles de manifestantes que exigían en la Plaza del Cambio de Sanaa -rebautizada para la ocasión- que el dictador, Ali Abdullah Saleh, abandonase el poder tras 33 años dominando sus vidas. Una extraña imagen que me explicaba por teléfono Tawakol Karman desde la tienda donde pernoctaba en la capital yemení el pasado 1 de febrero. "En esta etapa inicial, usamos el color rosa y en el caso de que el Gobierno no acepte nuestras reivindicaciones, pasaremos al color naranja. Estoy segura de que el discurso de los líderes políticos ya no pedirá reformas o correciones del programa político, sino un cambio completo de régimen".

Todo el espectro cromático fue superado sin que los manifestantes de Yemen consiguieran su objetivo, pero el reconocimiento de la joven Tawakol, de 32 años, madre de tres hijos y mujer coraje donde las haya, con el premio Nobel de la Paz compartido hace mucho más que arrojar color sobre la compleja situación yemení: sitúa a su país en el centro de las revoluciones árabes y confirma a Saleh en el papel del que hasta ahora conseguía librarse gracias a los intereses internacionales, que le mantenían en su puesto: el de dictador pirómano que prefiere empujar a su país a la guerra civil antes que ceder poder.

Dicen que Tawakol, presidenta y fundadora de la ONG Mujeres Periodistas sin Cadenas y una destacada líder social desde hace años, ni siquiera sabía que su nombre se barajaba entre los finalistas al galardón. Es más que probable: desde el campamento de Sanaa donde se dirige la revolución, secuestrada por los intereses políticos, amenazada por la represión del tirano y empañada por el conflicto armado entre los uniformados leales a Saleh y los seguidores al general Ali Mohsen (primo hermano del presidente y alzado hace meses con a los revolucionarios junto a su división del Ejército) amén de las tribus, apenas se oyen los ecos de lo que ocurre más allá de la región. Yemen no sólo se desliza a la guerra civil: hay dos conflictos armados activos desde hace años -uno en el norte a manos de los houthis, chiíes, y otro en el sur con los secesionistas- a los que se suman los extremistas islámicos y los bombardeos periódicos de Estados Unidos, que ataca presuntos objetivos de Al Qaeda con la impunidad que le da sus acuerdos con el dictador.

Digamos que Tawakol está muy ocupada organizando una revolución pacífica que acabe con la dictadura sin que por ello explote el país más pobre del mundo árabe. Hace tiempo que descubrió que mediante las ONG, las investigaciones, los informes y las denuncias no podía obtener nada. "Tras tres años de lucha y de informes sobre torturas y corrupción, la situación de los Derechos Humanos está peor que nunca en Yemen. Ahora no creo que haya otra solución para Yemen más que la caída de la dictadura", explicaba en febrero.

Días antes, cuando la primavera árabe despuntaba, el régimen quiso desactivarla arrestando a esta valiente mujer, que suena determinada y firme al teléfono, con una fuerza en la voz que contrasta con la imagen frágil que presenta. El 23 de enero fue detenida (era su segundo arresto) mientras circulaba por Sanaa con su marido: otros 30 activistas siguieron su suerte. El suceso sólo alimentó las incipientes protestas sociales que exigían libertad y dignidad: los manifestantes pasaron a portar la foto de Karman como estandarte para desesperación del régimen, que acababa de consagrarla como ídolo social. Saleh ofreció liberarla al dia siguiente: ella se negó hasta que el resto de activistas no fueran liberados. Así ocurrió. "Me liberaron por las protestas en todo el país. Pretendían silenciar mi voz poniéndome en prisión, pero las protestas populares les sorprendieron", explicaba.

Primera victoria para la revolución, y en concreto para Tawakol, que acababa de demostrar que la insurrección pacífica podía arrancar concesiones al tirano. "Yemen va a ser el siguiente en la lista", decía al preguntarle por los éxitos populares en Túnez y Egipto. "Sí, ahora empezamos a crear una verdadera revolución. En realidad, la empezamos hace tiempo, tanto el norte como el sur se levantaron contra el régimen en respuesta a la crisis política. Gobierno y oposición están completamente enfrentados. La Revolución de los Jazmines nos ha inspirado y nos ha ayudado Facebook. Todos son factores que nos ayudan a organizarnos".

A Tawakol le gustaba distinguir entre dos tipos de manifestantes. "Los universitarios, que utilizan su protesta para intentar derribar al Gobierno mediante una revolución que empezó el 16 de enero, y los partidos de la oposición, la Asamblea Conjunta de Partidos, que apuestan por las reformas, el diálogo nacional y por evitar un cambio en la Constitución que permita al presidente seguir en el cargo". Quizás no se fiaba de los políticos, aunque ella misma es miembro del Islah -Hermanos Musulmanes- y por tanto parte de la Asamblea Conjunta. En quienes no confiaba en la conversación que mantuvimos era en el Ejército, consciente de que mientras parte del mismo sea responsabilidad del hijo de Saleh es muy improbable que defienda a los manifestantes en lugar de reprimirles con fuego. "Todos somos yemeníes y no queremos un conflicto con los militares. Deseamos que la posición del ejército sea similar a la adoptada por los militares en Túnez y Egipto. El ejército se encuentra dividido en dos: por un lado, la guardia republicana, la guardia especial y la Seguridad central -que tomarán parte por el presidente porque son dirigidas por el hijo y el sobrino de Ahmad Saleh-, y por otra, el resto de las fuerzas, de parte de los manifestantes". Las mismas que hoy bombardean al contrario sin distinguir entre objetivos militares y barrios civiles.

Yemen es el caos, es la próxima Somalia, prometedora plataforma para Al Qaeda en la Península Arábiga y víctima de un dictador pirómano animado por socios internacionales sin escrúpulos. Y Tawakol puede denunciarlo al mundo porque el Nobel de la Paz le da una voz de la que hasta ahora carecía. Eso no garantiza que Yemen pueda optar a la paz, pero al menos nadie podrá decir que no sabía lo que estaba ocurriendo en el país de Karman. Ella se encargará de denunciarlo, con la misma pasión con la que ahora entrega su premio a los revolucionarios árabes que han cambiado el futuro de la región. "Este premio es para todos los jóvenes de Yemen y para la juventud de Libia, Túnez, Egipto y Siria", ha dicho en una entrevista.

5 Comments
  1. celine says

    Los dioses la protejan; tiene agallas esta mujer. Llama la atención la cantidad y calidad de las mujeres que combaten sin armas de fuego en los países musulmanes, americanos y, en general, en el mundo pobre. Ojala tengan éxito. Nos irá mejor a todos.

  2. hochi says

    ¡Excelente! Mi…, héroe, nobel y paz… Ella, Tawakkul Karman, la ‘hija coraje’ de Yemen. Y, cuartopoder.es, información, opinón y análisis nuevo y bueno.

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