A golpes por Siria, en el Líbano

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Medio Líbano mira con recelo al otro medio Líbano. Como en los peores tiempos de la guerra civil, como en los sucesos que enfrentaron a las dos mitades en mayo de 2008. Esta vez, el motivo es Siria: la mitad del país del Cedro, cohesionada en torno a la coalición del 8 de Marzo -prosiria, en el poder- defiende a Bashar Assad en su represión contra la población civil y denuncia que la revolución social es en realidad una conspiración occidental y/o sionista para acabar con el régimen alauí que rige Siria. La otra mitad, agrupada en torno a las filas del 14 de Marzo -coalición antisiria y pro-occidental, en la oposición- denuncia las "mentiras" de Assad y las muertes de civiles, que ya se cuentan a miles.

La tensión es alta, pero cada día que pasa la escalada empuja al Líbano un paso más cerca del precipicio. El presidente del Parlamento, el líder chií de Amal Nabih Berri, ya no oculta que una guerra civil en Siria se traducirá en un enfrentamiento armado en el Líbano, en lo que implica la declaración más contundente -y también lógica- al respecto. El líder del partido Mustaqbal, el hijo del primer ministro mártir, Saad Hariri, se pronunciaba avergonzado tras el histórico voto del Líbano en la reunión de emergencia de la Liga Arabe -cuando sólo el Líbano y Yemen, cuyo dictador se enfrenta a una insurrección social similar a la Siria, votaron en contra de expulsar a Damasco de la institución- expresando así el sentir de muchos libaneses, atormentados por un Gobierno que no se pronuncia contra las violaciones de los Derechos Humanos que se cometen unos metros más allá de sus fronteras.

Los reproches se cuentan a cientos, como veremos próximamente en Cuartooder.es. Pero nada más explícito y preocupante que el debate mantenido en la MTV libanesa entre dos representantes de los bandos enfrentados, el responsable del Baaz libanés, Fayez Shukr, y el miembro de Mustaqbal Mustafa Allouch, y captado en el vídeo que abre este artículo. Después de que Allouch acusase a Bashar Assad de mentiroso y ambos intercambiasen insultos y juramentos, Shukr le lanzó un vaso de agua: Allouch se levantó amenazante y Shukr respondió utilizando su silla como defensa. La intervención del moderador -y el consabido corte publicitario- impidió que llegasen más allá.

Si bien es cierto que los debates políticos libaneses suelen estar marcados por la tensión -Elias Muhanna, alias Qifa Nabki, uno de los blogueros más destacados del país del Cedro, hace aquí un repaso de los rifirafes más sonados ante las cámaras- resulta preocupante la incesante escalada. Las manifestaciones ante la Embajada siria así como otro lugares clave son cada vez más frecuentes y suelen estar marcadas por incidentes protagonizados por seguidores del Partido Nacionalista Socialista Sirio contra quienes denuncian los crímenes de Assad. Nadie se pronuncia abiertamente sobre las desapariciones de ciudadanos sirios, nadie critica que el Ejército sirio esté minando la frontera y que realice incursiones frecuentes en territorio libanés -en la última, secuestraron a un ciudadano libanés- ni nadie presta asistencia a los refugiados sirios -entre 3.500 y 5.000 según las fuentes- que atraviesan los límites en busca de cobijo. Como si el Gobierno libanés no fuera responsable de la soberanía nacional. Como si Siria siguiese controlando en Líbano, pese a su retirada en 2005 en lo que muchos ven como la primera revolución árabe de la historia reciente.

Todo ese recelo acumulado hacia un Gobierno inerte y cómplice amenaza con estallar en el Líbano, uno de los países más armados y con más experiencias en guerras en la región. La valoración de Berri no es aislada sino una opinión que todos tienen y pocos se atreven a verbalizar, por lo que implicaría para el país y para toda la región. Una guerra civil en Siria, y en el Líbano, implica una guerra regional donde dirimir pequeñas y grandes rencillas entre enemigos tan señalados como Irán y Arabia Saudí, por no mencionar el papel que podría jugar Estados Unidos e Israel viendo la posibilidad de acabar con Hizbulá y su tutor iraní. Es una hipótesis tan escalofriante que pocos osan pensar en ella.

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