Un partido en ascuas

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El exgobernador del estado de Massachusetts y candidato presidencial republicano Mitt Romney, el pasado miércoles, en Peterborough, New Hampshire (EEUU), en un acto de campaña. / Matt Campbel (Efe)

El centro de convenciones de Des Moines, capital del estado rural de Iowa, es un hervidero de pantallas, datos y números donde retumba la voz de las estrellas de la televisión americana describiendo desde altos andamios en términos deportivos el comienzo de la fase de elecciones primarias del Partido Republicano.

Desde las plataformas bien iluminadas, los presentadores de noticias buscan desesperadamente cada media hora una nueva narrativa que les complete el siguiente informe, pontificando sobre el sorprendente resurgir de un casi desconocido candidato o sobre la incapacidad de otro de romper un supuesto techo de apoyo.

Sus titulares marcarán los designios de las diferentes campañas, sedientas de cobertura positiva que provoque el manantial de fondos que financie tan ambiciosa aspiración política.

Tampoco es que Mitt Romney necesite tantos. El millonario ex-gobernador de Massachusetts pudo quitarse la espinita que le quedó clavada en 2008, cuando se tuvo que conformar con la segunda posición. Esta martes, los vecinos republicanos de Iowa, reunidos en unas extrañas asambleas populares denominadas caucus, decidieron darle una pírrica victoria al acartonado -y engominado- padre y abuelo de familia numerosa. Le hicieron esperar a la madrugada, cuando finalmente se terminó el recuento y le resultó favorable con una diferencia de sólo ocho votos. (Horas más tarde consiguió el respaldo de John McCain, último candidato republicano a la Presidencia y, por tanto, ex-rival político).

El mormón con porte de madelmán casi no hizo campaña en este estado, pensando que no merecía la pena intentar convencer a este electorado de fuerte tradición evangélica. La opción más clásica, viable y moderada para enfrentarse a Barack Obama en Noviembre, Romney, tendrá que cortejar a la recientemente poderosa ala más conservadora.

El otro vencedor de la noche fue Rick Santorum. Con pobres resultados en las encuestas hasta hace unos días, este fuertemente conservador ex-senador de Pennsylvania logro finalmente que su mensaje moralista -e intervencionista- calara entre el electorado. Su modesta campaña bien podría beneficiarse de una infusión de capital. Qué viene tras esta victoria no está tan claro. El último en ganar Iowa, hace cuatro años, fue un pastor evangélico y ex-gobernador de Arkansas llamado Mike Huckabee, que ahora se gana la vida como presentador del canal de opinión Fox News.

Sólida tercera posición para Ron Paul, congresista libertario de Texas, cuyas rocambolescas ideas anti-sistema parecen tener buena recepción entre los más jóvenes. Habrá que ver si este resultado le consagra como voz viable dentro del partido o continúa siendo tratado como el abuelo al que nadie le hace caso.

A gran distancia quedan otros candidatos como el ex-presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich (ahogado por una intensa campaña de publicidad negativa lanzada por Romney), el gobernador de Texas Rick Perry (que hizo un amago de retirada para luego decir que continúa hasta por lo menos Carolina del Sur, primaria a finales de este mes) y la congresista de Minnesota Michelle Bachmann (la Sarah Palin de este año). Bachmann decidió el miércoles por la mañana no abandonar su campaña sino "suspenderla", ya que así puede seguir recaudando fondos para pagar las más que seguras deudas adquiridas.

Poco más de cien mil electores dan así el pistoletazo de salida de la temporada electoral 2012. El corazón de América ha hablado. ¿Será escuchado?

Quién sabe. Hace cuatro años, una noche igual de fría, la victoria en este estado convenció a todo un país de que las aspiraciones de un joven senador negro de nombre raro podían resultar creíbles.

Iowa hizo historia aquella noche. Ésta, no parece que tanto.

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