Santorum abandona

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Rick Santorum, el pasado 6 de marzo, al finalizar su discurso en un acto celebrado en Washington. / Pete Marovich (Efe)

NUEVA YORK.– Nadie pudo imaginar que fuera a llegar tan lejos. Sus ideas ultraconservadoras, su pobre recaudación de fondos inicial y sus poco coloridas intervenciones en la interminable lista de debates televisados el otoño pasado, convertían a Rick Santorum en una simple anécdota dentro de un elenco de carismáticos -y a menudo extraños y rocambolescos- candidatos a la nominación presidencial republicana. Sin embargo, el religioso padre de familia y exsenador de Pennsylvania ha sido hasta el martes la piedra más molesta en el zapato del eterno favorito, Mitt Romney.

Tras una segunda hospitalización de su hija este pasado fin de semana -la pequeña de tres años padece de una alteración genética- y víctima de una matemática imposible, Santorum decidió ahorrarse una posible derrota en las primarias de su propio estado el día 24 y suspendió su campaña este martes.

"Tomamos la decisión durante el fin de semana", decía Santorum en Gettysburg, rodeado de su mujer y sus hijos, "que si bien esta campaña presidencial se ha terminado para nosotros, para mí, y suspenderemos nuestra campaña hoy, no hemos terminado de luchar".

La suspensión, en lugar de la terminación, le permite técnicamente seguir recaudando fondos para enfrentar deudas pendientes.

No verbalizó un respaldo a la candidatura de Romney quizá a la espera de alguna contrapartida. Sus simpatizantes en próximos estados tendrán que decidir ahora si acogen al candidato de la élite del Partido Republicano o aceptan la llamada de Newt Gingrich, autodeclarado heredero natural de esos votos conservadores.

"Estoy comprometido con permanecer en esta contienda hasta el final camino de Tampa", decía Gingrich, refiriéndose a la ciudad donde los republicanos celebrarán su convención este verano, "para que el movimiento conservador tenga una opción verdadera".

Cual desnortado quijote, Gingrich sueña con desbaratar la más que segura proclamación de Romney como candidato en Tampa, provocando una ruptura similar a la dejada en el Congreso a finales de los noventa, cuando fue obligado por los suyos a abandonar la presidencia de la Cámara de Representantes.

No le queda lejos Ron Paul, cuyo movimiento libertario languidece al no haberse proclamado ganador en ningún estado hasta el momento. Aún así, tras felicitar a Santorum por su campaña, se autocalificó "la última alternativa conservadora verdadera a Mitt Romney".

Romney ya puede dejarlos a un lado y enfocarse de lleno en derrotar a Barack Obama. Ya lleva días moviendo su discurso hacia el centro, a sabiendas de que necesita el voto moderado para ganar las generales. No será fácil, eso sí, convencer al ala más conservadora -que lleva meses enseñando músculo en este proceso de primarias- de la sinceridad de un candidato con merecida fama de veleta, dispuesto a decir cualquier cosa con tal de ser elegido.

Todo lo contrario ocurría con Santorum: la firmeza de sus creencias e ideales dotó de fuerza su campaña y ahora automáticamente le coloca en la lista de candidatos a la vicepresidencia. Una contrapartida que, por el momento, no parece estar negociada.

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