Esquizofrenia americana

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NUEVA YORK.– Todavía me acuerdo de aquella vez que Craig Romney me declaraba amor incondicional por su padre. "Yo amo a mi papá", me confesaba tras un evento de campaña 2008. Ahora la historia vuelve a repetirse.

Con perfecto acento, labrado en su tiempo de misionero mormón en Chile, el único hijo hispanohablante de Mitt Romney protagoniza un anuncio destinado a embelesar a un electorado latino que no parece tenerle ningún cariño a su progenitor (el último sondeo sitúa a Barack Obama con el 70 por ciento del voto frente al 22 de Romney).

Titulado "País de inmigrantes", este anuncio de 30 segundos es un ejemplo más de la esquizofrenia que vive el Partido Republicano y su candidato a la Casa Blanca. "Mi abuelo George nació en México", le recuerda al público Craig para suavizar el cariz anti-inmigrante que ha tomado la derecha estadounidense durante los últimos años. La familia Romney quiere recordar esos orígenes, mientras papá Mitt propone que los indocumentados se auto-deporten una vez se les haga la vida imposible en suelo de Estados Unidos.

Mientras Craig nos recuerda los ancestros mexicanos de su padre, la campaña Romney vuelve a sacar del cajón la esperpéntica noción de que el presidente Obama no es del todo "americano". "Me gustaría que este presidente aprendiera a ser estadounidense", decía en el canal de opinión Fox News John Sununu, ex-gobernador de New Hampshire y ahora doberman de la campaña Romney, añadiendo que Obama había pasado su infancia en Hawaii "fumando algo", antes de vivir unos años en Indonesia, para luego terminar trabajando como organizador comunitario, "lo que es una estructura socialista". Poco más tarde, Sununu tuvo que pedir perdón por sus palabras, tras seguir la manida estrategia de calumnia que algo queda.

Con esta nueva tanda de ataques que apelan a los miedos más primitivos de un electorado desconcertado por la situación económica, la campaña Romney intentaba esconder algo que no podrá ocultar su candidato por mucho tiempo más: sus declaraciones de impuestos.

Casi una semana lleva enfrentando pedidos de que entregue más información sobre sus acaudaladas finanzas. Incluso desde dentro de su partido se escuchan voces que aconsejan que siga el ejemplo popularizado por su padre (quien se postuló a la presidencia a pesar de haber nacido en una colonia mormona en Chihuahua): la entrega sin condiciones de su amplio historial de pago de impuestos.

Hasta el momento, Romney, que ha hecho su fortuna en el sector financiero, sólo ha presentado la declaración de 2010 y una parcial de 2011 (tras la insistencia de sus contrincantes de primarias hace unos meses). Y es que sus cuentas en Suiza o en paraísos fiscales como las Islas Caimán no prometen proporcionarle muchos votos entre un país destruído por la descontrolada avaricia del sector financiero.

"Extraordinariamente extranjeras", calificó el martes Romney las políticas de Obama mientras los demócratas -y la prensa nacional- le preguntaban, ¿dónde está su dinero?

Otros ataques de preocupante esquizofrenia son el dudoso cristianismo de Obama y su aparente elitismo (viniendo de un partido con candidato mormón y multimillonario).

Desafortunadamente, Romney, con un pasado de buen gestor y gobernador moderado de un estado, Massachusetts, fuertemente demócrata, tiene que fingir ser lo que no es para ganarse el corazón de sus votantes conservadores.

Si estos ataques republicanos funcionan será por el mal trabajo que los medios de comuniación están realizando ante un electorado fácilmente sugestionable y con un gran déficit de atención.

Curioso que sea un votante registrado republicano, el aclamado guionista Aaron Sorkin -autor de "Newsroom", la nueva serie preferida de la intelectualidad estadounidense- el encargado de describir, a través de una redacción ficticia en HBO, el necesario alegato periodístico que nadie se atreve a realizar en la televisión real de los canales de noticias. Y es que los telediarios continúan haciéndole creer al espectador que los profesionales de los medios son gente normal sin una preparación específica que justifique su puesto de trabajo. Reconocerse miembro de la élite periodística se ha convertido en un ejercicio pretencioso y anti-americano, gracias a políticos de demostrada ignorancia como Sarah Palin.

Una percepción tan esquizofrénica como el intento de retratar al multimillonario mormón Romney como ejemplo del estadounidense medio.

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