La pérdida de interés o lo que otros consideran un abandono por parte de la Junta de Andalucía puede tener, al final, fatales consecuencias para el Fondo Kati, un conjunto de documentos de valor incalculable para reconstruir la odisea de los moriscos españoles obligados a abandonar su tierra natal para asentarse en el norte de África.
Tras conservarse dispersos casi milagrosamente en la zona de la Curva del Níger, al norte de Mali, estos 3.000 manuscritos quedaron depositados con ayuda de la Junta de Andalucía en la denominada Biblioteca Andalusí de Tombuctú, ciudad controlada hoy por grupos yihadistas. Estos grupos ya han comenzado a destruir monumentos culturales o religiosos que, de acuerdo con su particular y fundamentalista interpretación coránica, son “prohibidos”.
Tombuctú ha sido históricamente centro intelectual y teológico de todo el Sahel, lo cual ha generado durante siglos la elaboración de gran cantidad de manuscritos medievales que hoy son base para numerosos proyectos de investigación histórica. Según fuentes cercanas al proyecto de este impresionante legado andalusí, considerado el de mayor importancia fuera de la Península Ibérica, esta pérdida de interés por parte del Gobierno andaluz ha provocado que los manuscritos estén todavía sin digitalizar, existiendo ahora el riesgo de que se pierdan para siempre debido al clima de guerra que se vive en la ciudad.
Tales acontecimientos han colocado a los diferentes centros de estudio en una delicada situación, sobre todo para aquellos que, como la Biblioteca Andalusí, no han podido, en este caso debido a la paralización del convenio con la Junta de Andalucía, digitalizar y realizar las correspondientes copias informatizadas.
Se sabe que estos manuscritos contienen información de primera mano para conocer facetas nunca estudiadas de la vida en todo el norte de África, cobrando especial significación cientos de escritos atribuidos a moriscos, renegados cristianos y judíos que tuvieron que abandonar España entre los siglos XIV y XVII. Muchos de los documentos cuentan con glosas o notas al margen que complementan, explican o contextualizan la información propiamente dicha.
Entre las numerosas materias que pueden alumbrar los manuscritos de Tombuctú se encuentra la propia odisea de los moriscos andaluces que, por voluntad propia, debido a la persecución político-religiosa o a la expulsión decretada por los reyes de España, tuvieron que abandonar su tierra natal para rehacer su vida a lo largo y ancho del Magreb.
También existen muchos manuscritos que se refieren a los sistemas de transacción económica y comercial, modos de transporte, contabilidad, materias teológicas, normas jurídicas, corrientes filosóficas o tratamientos medicinales que se usaban en esa época.
La gravedad del problema estriba en que, pese a existir un proyecto para el estudio y digitalización de los documentos, apenas hay traducciones de los mismos y, lo que aún es peor, tampoco se ha realizado la prevista digitalización que ahora permitiría salvarlos.
Resulta, en este sentido, especialmente significativa la denuncia realizada en agosto de 2010 por Rafael Sanmartín Ledesma, del Centro de Estudios Históricos de Andalucía, advirtiendo de las consecuencias que podía tener el retraso en el cumplimiento del convenio inicial, firmado el 30 de junio de 2002 por el entonces consejero de Relaciones Institucionales, el andalucista Juan Ortega.
De acuerdo con este convenio inicial, se debía haber realizado una copia de los documentos que sería depositada en el Centro de Estudios Andaluces de Almería, ya que Yuder Pachá, el morisco que conquistó con un ejército andalusí esta región de África a finales del siglo XVI, era originario de esa provincia, concretamente de la localidad de Cuevas del Almanzora.
“No es sensato –decía Rafael Sanmartín- editar numerosos libros subrayando la importancia y el origen del fondo y seguir aun sin acceso directo a esa fuente historiográfica primaria”. En su opinión, la Junta de Andalucía, de esta forma, había incumplido uno de los principios del convenio inicial, según el cual la colaboración con la Biblioteca Andalusí de Tombuctú se debía “perpetuar a lo largo del tiempo para estrechar los lazos de Andalucía y los descendientes de sus hijos que un día emigraron a la Curva del Níger”.