"Si no nos das dinero, empezaré a cortarte en trozos y se los enviaré a tu mujer"

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El empresario Fouad Daoud, tras su liberación, en su establecimiento de Zahle. / M.G.P.

ZAHLE (LIBANO).- "Si no empiezas a darnos dinero, te cortaremos en trozos". Dos días después de su secuestro, la frase pronunciada por el jefe de los criminales que le habían capturado en el valle de la Bekaa provocó una crisis nerviosa al empresario Fouad Daoud, una de las últimas víctimas de la oleada de criminalidad que sacude al Líbano como contagio de la crisis siria. "Me dijo 'te cortaré en trozos y comenzaré a enviárselos a tu mujer. Entonces me quitó el cinturón y me bajó los pantalones. 'Voy a empezar por los testículos'. Comencé a temblar y me puse a gritar. 'Soy cristiano, y si mi muerte es la decisión de dios nada puede cambiarlo, así que haz lo que tengas que hacer'. Entonces les escuché murmurar, y poco después se marcharon". 

Lo que había comenzado como una simple compra de automóvil usado terminó siendo una pesadilla. A la familia de Daoud, de 53 años y originario de Zahle, los secuestradores le exigieron un rescate de 250.000 dólares, aunque el empresario que hoy recibe a cuart0poder.es en su tienda de piezas de recambio de automóvil no llegó a pagar nada: fue liberado en una operación de las fuerzas de Seguridad que terminó en un tiroteo con los criminales. Días después, Basil Mahmoud al Mays huía de sus secuestradores poco después de haber sido capturado. En el caso del también empresario Yusef Bchara, secuestrado en la localidad de Bsalim, cerca de la norteña Zghorta, su familia tuvo que pagar un rescate de 400.000 dólares para que fuese liberado: las fuerzas de Seguridad terminarían arrestando a uno de los captores y devolviendo 380.000 dólares. Días antes, a principios de septiembre, la víctima había sido Tleh Torbeih, hombre de negocios de Batrun: dos días antes, un hombre era secuestrado frente a una empresa de construcción de Chtoura. Los criminales pensaban que era el dueño, a la mañana siguiente, cuando se percataron de que se trataba del guardia de seguridad, fue puesto en libertad.

El rosario de secuestros por razones económicas es interminable en el Líbano, que hasta hace dos años era uno de los países más seguros de la región. Hoy en día, la inestabilidad que se contagia de la vecina Siria, la radicalización de las posturas políticas y la incertidumbre parecen haber socavado el papel de unas fuerzas de Seguridad divididas y más ocupadas en contener combates intersectarios y prevenir que las manifestaciones deriven en enfrentamientos que en poner fin a la criminalidad más banal.

"La inestabilidad atrae a más y más bandidos que se agrupan para romper la ley. Los recientes casos de secuestros no tienen que ver con razones políticas sino meramente económicas, se trata de criminales en busca de efectivo. Socialmente, se explica por la creciente pobreza, por la inestabilidad y la percepción de que es posible quebrar las leyes, pero también porque el sistema está tan corrupto que los criminales cuentan con quienes les proveen de información desde el interior de las instituciones financieras. Pero también se explica con la crisis siria", afirma George Elias Hrawi, concejal de Zahle e hijo del fallecido presidente libanés Elias Hrawi, en declaraciones a cuartopoder.es.

"Mientras había estabilidad en Siria, hubo estabilidad en el Líbano. Aquí sólo tenemos fronteras con Siria, porque la israelí ni siquiera podemos verla". Algo que, a juicio del político, se siente doblemente en la región de Bekaa, de la que Zahle es capital. "Esta es una tierra fértil para la inestabilidad porque todos los caminos llevan a Siria", añade desde un despacho del Ayuntamiento, un bello palacete de piedra con vistas sobre la tercera ciudad cristiana más grande del país del Cedro.

La dramática situación de los refugiados, que carecen de campos donde guardecerse en el Líbano y que, 19 meses después del inicio de la revolución, han visto cómo sus fondos desaparecían a causa de los gastos diarios, es un foco de problemas futuros. En general, se estima que unos 72.000 sirios han entrado en el país huyendo de la guerra, y que de ellos 40.000 disponen de medios para vivir. El resto sobrevive a duras penas, y es difícil calcular cómo lo harán en el futuro sin ayudas económicas. "Aquí hay entre 8.000 y 12.000 refugiados que se han instalado en la ciudad, pero puede que el número sea mucho mayor", señala Hwari mientras conduce hacia la zona industrial de Zahle, donde apunta a varios locales a medio construir con las persianas metálicas cerradas. "Todo está siendo alquilado, y es imposible saber cuánta gente se aloja". El concejal insinúa su temor a que la novedosa presencia de refugiados genere problemas pero les exime de culpa. "Cuando una persona se está ahogando, no puedes responsabilizarla de sus acciones. Es el Gobierno el responsable". 

En el caso actual, los responsables de la creciente inseguridad son libaneses que han concluido que existe un vacío de autoridad, producto de la inestabilidad general, que les permite actuar. "Uno de ellos me dijo, 'con el dinero que me pueden dar por ti, me compensa pasar 10 años en prisión", rememora Fouad Daoud. "No era la primera vez que secuestraban. Contaban con una infraestructura de casas donde había mujeres, y ellos mismo me dijeron que era el primero que les perdonaba", prosigue el empresario. Para el concejal, la moda del secuestro -se han contado unos 15 casos sólo en su región durante este año, sin contar los secuestros por motivos políticos relacionados con la crisis siria, como el de los 11 peregrinos libaneses secuestrados cerca de Aleppo- es sólo parte del problema. Los delitos comunes se han disparado y cada vez más las fuerzas de Seguridad son recibidas a tiros: este viernes, unos 25 hombres relacionados con tala ilegal de árboles atacaron a dos agentes que custodiaban los troncos arrancados; sólo dos días antes un oficial fallecía de las heridas provocadas por los criminales a quienes perseguía en el sur de Beirut. Los asaltos a bancos se han disparado, también los casos de extorsión, robos de coches y asaltos a mano armada.

El ministro del Interior, Maruan Charbel, ha admitido la incapacidad del Gobierno para poner fin a esta tendencia echando la culpa a la población. "El Estado sería fuerte y capaz de evitar estos secuestros si los libaneses estuviesen unidos", ha afirmado. Admite que el hecho de que algunas bandas criminales de la Bekaa hayan recibido rescates por parte de los familiares de los secuestrados anima a que la moda se extienda, pero es innegable que lo que más alienta a los secuestradores es la debilidad del aparato de Seguridad, incapaz de hacer frente a la situación. "En Zahle sólo tenemos 30 agentes, y la mitad son administrativos. Hemos pedido que se nos asignen 150, ofreciéndonos a pagarlos con fondos del ayuntamiento, pero hasta hoy estamos esperando la respuesta de Beirut", prosigue George Hrawi.

Precisamente para poner coto a esta situación que espanta al turismo y a la inversión extranjera y aterroriza al ciudadano medio, los dos principales partidos chiíes, en el Gobierno, Amal y Hizbulá, habrían aceptado, según la prensa local, permitir la actuación de las fuerzas de Seguridad estatales en las regiones que controlan -entre ellas, la región de Bekaa- en una medida inaudita hasta ahora. La inestabilidad amenaza con derrocar al Ejecutivo que lidera Hizbulá, en un momento especialmente delicado para el Partido de Dios dado que su principal socio regional, el régimen sirio, está en entredicho.

El miedo a que la inseguridad se extienda dejando al Líbano en un estado de semi-anarquía -y de paso, la imagen de Hizbula por los suelos- también ha disuadido a los responsables locales de unirse por la causa común de la seguridad, como escribía en L'Orient Le Jour la periodista Scarlett Haddad. "Una reunión ampliada ha tenido lugar entre los responsables municipales de la Bekaa para preparar un despliegue del Ejército y mostrar que los criminales no deben beneficiarse de la menor cobertura política y confesional. Según medios próximos al Parlamento, incluso los jefes de clan (muy poderosos en regiones como Bekaa o Hermel) han sido informados de la necesidad de apoyar el restablecimiento de la autoridad del Estado y de no cubrir a los infractores". 

Se calcula que la operación de Seguridad comenzará a finales de mes y que contará con 20.000 soldados asignados a la misma, pero muchos dudan de que la respuesta sea la más adecuada dado que se trata de una reacción militar que no contempla mecanismos de prevención. Los expertos denuncian la enorme división entre los organismos de Seguridad libaneses -con cada departamento en manos de un determinado grupo político o sectario- y la competencia que existe entre ellos como una de las razones de que se haya disparado la criminalidad. Sin embargo, analistas como el general retirado Elias Hanna negaban al diario Daily Star que la actual situación se pueda comparar con la existente durante la guerra civil, cuando los secuestros estaban a la orden del día. "Entonces eran secuestros políticos, no económicos", arguye Hrawi. "Entonces no había estado, hoy sí hay Estado pero las leyes que dan la autoridad para actuar a las fuerzas de Seguridad no son implantadas correctamente", añade Hanna. "La situación se está deteriorando a pasos agigantados", concluye Hrawi. "Temo el día en que los débiles se conviertan en la mayoría".

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