La Organización Democrática Asiria (ADO), el principal grupo cristiano del Consejo Nacional Sirio, advierte en una declaración realizada en Roma que es necesario un mayor protagonismo de las distintas comunidades religiosas y étnicas si no se quiere que la revolución se transforme en una guerra civil sectaria.
Este documento, difundido a finales de septiembre por la agencia de noticias AINA, aparece al hilo de una declaración en el mismo sentido realizada por el presidente de la alianza opositora, Abdul Basit Sieda, para quien el conflicto ha llegado “a un punto de extrema gravedad” al radicalizarse las posiciones debido al papel cada vez más importante de los islamistas. El documento, en el que también se propone un detallado programa de transición a la democracia, es el resultado de los debates celebrados en la capital italiana por este movimiento político.
Su secretario general, Abdul Ahad Astepho, fue uno de los dirigentes opositores que, a finales de julio, rechazó la creación de un “gobierno provisional”, tal y como se había anunciado públicamente en El Cairo, debido a que, en su opinión, esa propuesta no era compartida por el conjunto de los miembros del Consejo Nacional.
En ese momento, las críticas internas a la formación de ese “gobierno provisional” pusieron en evidencia la fractura del Consejo Nacional y su monopolización por los sectores más radicales, un hecho que debilitó considerablemente la imagen de esta alianza como representativa de toda la sociedad siria. Este grupo asirio aprovechó la crisis para anunciar que, próximamente, presentarían su propio programa de transición a la democracia tras la celebración de una conferencia del partido prevista para el mes de septiembre.
La ADO, firmante de la llamada Declaración de Damasco (2005), es una de las fundadoras del CNS, del que otro de sus dirigentes, George Sabra, es portavoz internacional, mientras que Abdul Ahad Astepho forma parte de su Comité Ejecutivo, máximo organismo decisorio del Consejo Nacional integrado por diez personas.
En su declaración, la Organización Democrática Asiria reconoce que, debido a la política del régimen de incitar “la violencia sectaria”, ha aumentado “la probabilidad de una guerra civil en algunas zonas del país” y que, si no se reconduce pronto esta situación, podría provocar la desintegración de Siria como Estado, algo que, en su opinión, llevará a la desestabilización de toda la región.
Para salir de este punto muerto y volver a aglutinar a los diferentes sectores de la sociedad siria, proponen al Consejo Nacional que asuma el carácter “secular” del futuro sistema político, dejando así meridianamente clara la separación Estado-religión. Hasta el momento, los grupos de la oposición generalmente utilizan la ambigua denominación “estado civil moderno” con el declarado objetivo de no provocar una división con los islamistas.
De la misma forma, pide que la futura Constitución sea elaborada por consenso y que en ella no se establezca la identidad nacional árabe del país, ya que Siria, en su opinión, es un estado plurinacional, compuesto, además de por árabes, por otros pueblos con identidad propia, como los asirios, los kurdos, los drusos, los armenios o los turcómanos, a los que la Carta Magna debiera reconocer sus derechos culturales y lingüísticos.
En este sentido, los asirios se ponen como ejemplo de esta diversidad, recordando que este pueblo, sucesor del Imperio Asirio, ya vivía en esta parte de Oriente Medio antes de que llegaran los demás, siendo quienes dan nombre al país y quienes conservan el idioma más antiguo de la zona: el arameo o siriaco, que funcionó como lengua internacional en esta región antes de que se impusiera el árabe de la misma forma que el latín fue la lengua vehicular bajo el Imperio Romano.
La principal organización cristiana de Siria propone también la apertura de una negociación con el actual régimen siempre que se cumplan unas condiciones mínimas, como el cese de la represión, la liberación de todos los presos políticos o que los responsables de los crímenes contra la población comparezcan ante la Justicia.
De esta negociación debiera surgir el gobierno provisional encargado de garantizar la estabilidad del país y de convocar una Conferencia Nacional en la que participarían representantes de todos los sectores de la sociedad siria sin exclusión alguna. Este gobierno provisional llamaría a elecciones constitucionales en el plazo de un año, y el nuevo Parlamento elaboraría la Constitución democrática, que sería sometida a refrendo popular. Una vez refrendada la Constitución, en el plazo de seis meses, se convocarían comicios para elegir el Parlamento definitivo quien, a su vez, elegiría al presidente de la República.
El documento concluye subrayando la especial responsabilidad que tienen los representantes árabes suníes y kurdos en la conservación de la actual diversidad religiosa y étnica de Siria, ya que los cristianos asirios, como también ocurre con los armenios y los turcómanos, están distribuidos en bolsas dispersas en territorios donde esas dos comunidades forman núcleos compactos, un hecho que les colocaría en una situación de extrema debilidad ante una guerra civil sectaria.