Predicción electoral

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Dos jóvenes seguidoras de Barack Obama, ayer, día 4, a su llegada al estadio de Hollywood donde el candidato demócrata a la reelección celebró su penúltimo mitin de campaña. / Mar Gonzalo (Efe)

NUEVA YORK.– "¿Quién va a ganar?", me pregunta mi madre desde España, como decenas de personas durante los últimos días. Parece mentira que después de más de un año de interminable campaña por fin vayamos a saber este martes la respuesta a esta pregunta. ¿Mi predicción? Ganará Barack Obama.

A pesar de la aparente debilidad del actual inquilino de la Casa Blanca, una ajustada mayoría de estadounidenses está preparada para concederle cuatro años más.

"Si escucha a gente en ambos lados del espectro político, y levanta la confianza de los moderados, puede lograr la esperanza que inspiró hace cuatro años y guiar a nuestro país hacia un mejor futuro para mis hijos y los suyos. Y por eso votaré por él", escribía Michael Bloomberg, alcalde independiente de Nueva York, en su pseudo-respaldo del pasado jueves, resumiendo con efectividad las dudas, decepciones y expectativas compartidas por una significativa cantidad de votantes de todo el país.

Hablo de pseudo-respaldo porque en el mismo editorial el ex-demócrata y ex-republicano Bloomberg señalaba sin tapujos haber encontrado "los últimos cuatro años, en una palabra, decepcionantes".

Igualmente demoledora era su afirmación de que podría haber votado por el candidato republicano, "si estuviera presentándose a la Presidencia la versión de Mitt Romney de 1994 o 2003". Apuntalando el argumento demócrata más utilizado en su contra, Bloomberg, elogiando pasadas posturas políticas del ex-gobernador, reconocía que Romney "ha echado marcha atrás en todas ellas, e incluso está haciendo campaña en contra del modelo de sistema de salud que él convirtió en ley en Massachusetts.

Romney no sólo le tuvo que dar la vuelta a todo su historial político para proclamarse vencedor de una circense primaria republicana librada desde la margen más derecha del partido; en las últimas semanas ha vuelto a zigzaguear -sobre todo durante los tres debates televisados- de manera descarada, desdibujando su filosofía política de tal manera que ya es difícil definir quién es el candidato republicano.

Estos comicios de 2012 se parecen mucho a los de 2004. En aquel entonces, un candidato demócrata elitista, de clase alta y poco carismático intentó sin éxito desbancar a un presidente campechano que a pesar de sus monumentales y trágicos errores consiguió transmitir un sentimiento de seguridad y confianza. El senador de Massachusetts John Kerry no pudo despojarse del sambenito de veleta que tan eficazmente le colocó el bando republicano, y fue derrotado por un George W. Bush inefectivo que todos suponían vulnerable. Ohio fue el estado clave en aquella ocasión, y ocho años más tarde vuelve a repetir protagonismo, gracias a su nutrido número de votos de colegio electoral que inclinará la balanza del resultado final. Los sondeos llevan semanas concediéndole un pequeño, pero sólido, margen de victoria en ese estado del Medio Oeste a Obama.

El candidato republicano, Mitt Romney, saluda antes de descender de su avión de campaña en Portsmouth (New Hampshire), el sábado pasado, día 3. / CJ Gunther (Efe)

El único soplo de esperanza con el que ha contado Romney durante las últimas semanas le fue concedido por lo que yo califico de "mito del primer debate". Ayudado por la cacofonía de las redes sociales y los ruidosos comentaristas de televisión, Romney fue absurdamente declarado ganador de aquel cara a cara simplemente por no haber metido la pata y por haber enfrentado a un soporífero Obama, confundido con los cambios de postura que el republicano lleva un mes exhibiendo sin pudor. El listón estaba puesto tan bajo para Romney y tan alto para Obama, que la soltura de Romney fue interpretada como ganadora, sin importar el contenido de sus palabras.

Ese soplo perdió fuelle más tarde, sobre todo durante esta trágica última semana. El huracán Sandy relegó al aspirante republicano a una lógica irrelevancia, elevando el perfil del actual presidente a unos metros de la línea de meta electoral. En lugar de más anuncios de campaña, los estadounidenses vieron a un Comandante en Jefe al mando de una situación catastrófica, siendo alabado por uno de los principales valedores de Romney, el gobernador de Nueva Jersey, el republicano Chris Christie. "No puedo darle las gracias lo suficiente al Presidente", decía el siempre tajante y directo Christie, despertando la frustración de la campaña Romney. "Una historia de amor", titularon los medios, con foto de Obama y el gobernador en postura amistosa.

Conclusión: este martes, el Partido Demócrata conservará la Casa Blanca y el Senado; la Cámara de Representantes continuará en manos republicanas; y Obama tendrá cuatro años más, iguales o más complicados que los anteriores, enfrentando una brutal oposición sin intención de llegar a ningún tipo de acuerdo.

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