El presidente llora y la nación espera

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Barack Obama se enjuga una lagrima, ayer, durante la rueda de prensa que ofreció en la Casa Blanca sobre la matanza de Connecticut (EEUU). / Michael Reynolds (Efe)

NUEVA YORK.– No es fácil ver al presidente de los Estados Unidos soltar lágrimas en público. Menos aún, al estoico Barack Obama, caracterizado por guardar siempre la compostura. Pero la última matanza en suelo estadounidense ha logrado vencer su temple: veinte niños y seis adultos abatidos en una escuela primaria de un barrio tranquilo de Newtown, Connecticut. En total, veintisiete víctimas, incluido el presunto homicida.

"Tenían una vida entera por delante", decía un compungido Obama ante la prensa de la Casa Blanca. "Cumpleaños, graduaciones, bodas, sus propios hijos".

Adam Lanza, de veinte años, es el sospechoso, que podría haberse suicidado tras el tiroteo. Reportes policiales indican que tras asesinar a su madre en la casa en la que vivían, se dirigió a primera hora de la mañana a la escuela Sandy Hook, donde ella era maestra, vestido con ropa militar. Presuntamente contaba con tres armas de fuego que habían sido adquiridas de manera legal.

"Vamos a tener que unir fuerzas y tomar medidas significativas para prevenir más tragedias como ésta, sin tener en cuenta la política", decía Obama horas después, hablando "como padre".

Pero a cien kilómetros de Newtown, en la ciudad de Nueva York, el alcalde Michael Bloomberg, líder de la Coalición de Alcaldes contra las Armas Ilegales, exigía ir más allá:

Una madre y sus tres hijos abandonan el lugar del suceso, ayer, en Newtown (Connecticut, EEUU). / Jeff Spooner (Efe)

"Pedir una 'acción significativa' no es suficiente. Necesitamos acción inmediata. Hemos escuchado la retórica en el pasado. Lo que no hemos visto es liderazgo -ni de la Casa Blanca ni del Congreso. Eso debe terminar hoy. Ésta es una tragedia nacional y demanda una respuesta nacional"

En términos de matanzas escolares, ésta se trata de la segunda, después de la masacre en la Universidad de Virginia Tech, que en 2007 se cobró la vida de 32 personas.

La historia se repite y vuelve a contar con un idéntico guión.

“Habrá otros días para la política”, dijo Obama el pasado mes de julio, cuando James Holmes asesinó indiscriminadamente a doce personas en un cine de Aurora, Colorado. “He pedido en el pasado a ambos candidatos presidenciales que den un paso al frente y digan qué van a hacer”, respondía enérgicamente el alcalde neoyorquino, que terminó meses después respaldando la candidatura a la reelección de Obama en el último momento, a pesar de no haber movido un dedo en este tema.

Declaraciones parecidas las escuchamos en enero de 2011, cuando Jared Lee Loughner hería de extrema gravedad a la congresista Gabrielle Giffords y mataba a otras seis personas a las afueras de un supermercado de Tucson, Arizona.

En ningún momento estos acontecimientos han provocado la presentación de legislación que regule la compra y venta de armas. Los defensores de la Segunda Enmienda de la Constitución, que establece el derecho de todo ciudadano a portar armas, siguen teniendo más influencia política que aquéllos que quieren limitarla.

Sin embargo, el impacto que causa el hecho de que haya veinte niños de entre cinco y diez años entre las víctimas de Newtown podría empujar finalmente algún tipo de acción.

La Casa Blanca enfatiza que el presidente está comprometido a reinstaurar una prohibición de venta de armas automáticas de alto alcance que expiró durante el mandato de George W. Bush. Fue una de sus promesas de 2008 que nunca llegó a tocarse.

El país puede estar hoy preparado para ir incluso más allá, a no ser que algunos congresistas de estados más conservadores terminen invadidos por el miedo de perder sus escaños en los comicios de 2014. No hay que olvidar que la Asociación Nacional del Rifle continúa siendo uno de los grupos de presión más potentes en los pasillos de Washington.

Varios policías evacuan a un grupo de niños de la escuela 'Sandy Hook' de Newtown (Connecticut, EEUU), ayer, poco después de que se produjera el tiroteo. / Sahnnon Hicks-Newton Bee (Efe)

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