Ni gordos, ni ateos

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Imagen de archivo del gobernador de Viriginia Chris Christie. / Efe
Imagen de archivo del reeligido gobernador de Nueva Jersey Chris Christie. / Efe

Nueva York.- En EEUU el exceso de peso es una de las pocas debilidades que los votantes no perdonan. El nuevo gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, se enfrenta a este tabú en su maratón hacia la presidencia.  

Esta semana ha habido elecciones en EEUU. Entre otras se ha elegido gobernador en Virginia, se ha legalizado el matrimonio gay en Illinois y Nueva York ha puesto fin a 20 años de conservadurismo tras elegir a su primer alcalde demócrata en dos décadas Bill de Blasio.

Pero incluso la victoria de de Blassio quedaba eclipsada tras el aplastante éxito de Chris Christie, otro político con ansias presidenciales y que puede convertirse en la gran esperanza del partido republicano. Reelegido gobernador de Nueva Jersey, Christie no sólo ha conseguido ser el republicano más votado en su estado de los últimos 20 años sino que su mensaje ha logrado calar en votantes tradicionalmente poco fértiles para los conservadores como la comunidad afroamericana, las mujeres o los independientes. En un momento en que el partido republicano avanza descabezado hacia su propia destrucción, Chris Christie puede ser la persona que consiga salvarlo…siempre y cuando logre adelgazar.

Christie, cuyo sobrepeso le ha valido ya el mote de El elefante en la habitación, lleva años batallando con la báscula, y recientemente se ha sometido a una operación de reducción de estómago con la que espera poder bajar de sus 151 kilos. No se trata ni mucho menos de una cuestión de vanidad. En EEUU los políticos pueden ser homófobos, estúpidos o corruptos, pero si hay algo que los votantes no soportan es que sean gordos. Así lo atestiguan diferentes estudios publicados en varias revistas científicas que aseguran que, en general, lo votantes prefieren al candidato más delgado, incluso aunque no sea el más cualificado. Si lo que se elige es entre una candidata esbelta y otra con sobrepeso, la más corpulenta no tienen ni una oportunidad.

Tradicionalmente en EEUU la política y el sobrepeso solían ir de la mano, especialmente en los inicios de la república cuando muchos presidentes consideraban su exceso de carne como un símbolo de estatus social. Con cerca de 163 kilos de peso el ex presidente William Howard Taft sigue siendo a día de hoy el inquilino más pesado que ha entrado en la Casa Blanca, y probablemente el único que se quedó encajado en su bañera para deleite de los medios de la época. Barack Obama es, en el otro extremo, el presidente más delgado del último siglo con apenas 85 kilos, un peso que el líder mantiene gracias al ejercicio diario, la comida sana, y el atento control de su mujer

Como en muchas otras cosas el tema del sobrepeso se afronta en EEUU con una doble moral. Por una parte la epidemia de obesidad que sufre un tercio de la población roza niveles tan alarmantes que la FDA, la máxima autoridad sanitaria del país, acaba de proponer eliminar las grasas saturadas de cualquier alimento, siguiendo el ejemplo de ciudades como Nueva York. La medida intenta evitar datos como los que apuntan a que al menos un 68% de los adultos de este país conviven a diario con el exceso de kilos, mientras que cerca un 38% de los niños sufren las consecuencias de una mala alimentación. Curiosamente EEUU es la nación que más gasta en productos adelgazantes, casi 61 mil millones de dólares al año, más de lo que se genera  anualmente con la venta de libros, o en las salas de cine.

Ser gordo es, por lo tanto, una debilidad que pocos políticos pueden permitirse. No tener una religión es un pecado tan grave en EEUU que actualmente hay muchos más congresistas dispuestos a reconocer que son gais, antes que reconocer que son ateos. Afortunadamente para Christie él sí tiene una religión, si eso será suficiente para presentarse en el 2016 sólo el tiempo lo dirá.

2 Comments
  1. Rodrigo says

    Tranquila Tati…..

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