Los islamistas de Boko Haram convierten la poderosa Nigeria en un segundo Mali

1
Miles de mujeres se manifiestan en Abidan (Nigeria) contra la pasividad del Gobierno frente a Boko Haram. / Efe
Miles de mujeres se manifiestan en Abidan (Nigeria) contra la pasividad del Gobierno frente a Boko Haram. / Efe

Económica y demográficamente no tienen nada que ver (Mali, 15 millones, uno de los países más pobres de África; Nigeria, 170 millones, uno de los más ricos) pero en los dos ha ocurrido lo mismo: el abandono de una parte de su territorio ha permitido a Al Qaeda crear su propia zona liberada.

Como en Mali, el Gobierno Federal de Nigeria ha dejado a su suerte la mitad septentrional, donde se concentra la población musulmana, infravalorando fatalmente el surgimiento, a comienzos de la pasada década, de movimientos islamistas radicales, movimientos que, a su vez, han explotado esa marginación acusando al Gobierno pro-occidental de enriquecerse con la exportación de gas y petróleo mientras la inmesa mayoría de la población vive en la miseria.

Siguiendo esta lógica, cuando las fuerzas armadas finalmente se decidieron a intervenir en el Norte, actuaron como un Ejército de ocupación, sembrando un terror indiscriminado que permitió al grupo Boko Haram engrosar sus filas y multiplicar sus acciones por todo el cuadrante nor-oriental e, incluso, a realizar sangrientos atentados suicidas en la capital, Abuya.

Boko Haram, en realidad, no tuvo entidad como grupo armado hasta 2009, cuando comenzó una oleada de atentados y ataques a instalaciones oficiales que no ha hecho más que crecer. Ese año, murieron quince de sus seguidores a manos de la Policía y su líder, Mohamed Yusef, clamó venganza y realizó un llamamiento a la sublevación general en los estados mayoritariamente musulmanes. Su detención y posterior ejecución sumaria aún radicalizó más al grupo, que pasó a estar dirigido por Abubakar Shekau.

En estos cinco años, las acciones de Boko Haram se han multiplicado de forma acelerada, responsabilizándose  ya de casi 3.000 muertes, en buena parte autoridades, policías y representantes del Gobierno Federal que preside  Goodluck Jonathan, además de civiles, tanto cristianos como musulmanes.

Y también como ocurrió en el Azawad, la expansión de Boko Haram se ha visto facilitada por la escasa presencia del Estado y de las fuerzas armadas en estos Estados del Norte. Cuando el Ejército nigeriano se dio cuenta de la envergadura que tomaba la organización islamista, ya era incapaz de hacer frente a una amenaza que hoy ha rebasado las fronteras de Nigeria para extenderse por el suroeste del Chad, el noroeste de Camerún y el sur de Níger, donde entró en contacto directo con Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI).

La gran diferencia entre el Mali de 2012 y la Nigeria de hoy estriba en que nos encontramos ante uno de los países más poblados del planeta y el mayor exportador de crudo de todo el continente africano (2.500.000 barriles al día), lo cual le ha permitido alcanzar índices de crecimiento de hasta el 9 por ciento en los últimos años.

Por esa razón, resulta tan esperpéntico que el secuestro de las 270 niñas (50 consiguieron escapar) del Colegio de Chibok coincida con la cumbre del Foro Económico Internacional dedicada al desarrollo de África, convocada en Abuya precisamente debido a que Nigeria se ha puesto a la cabeza de las economías del continente. El suceso, que ha conmocionado a la comunidad internacional, ha sacado a relucir que, pese a sus impresionantes ingresos, el Estado nigeriano es incapaz de proteger sus colegios en plena luz del día.

Según ha denunciado Amnistía Internacional, citando fuentes fidedignas, solo unas horas antes del secuestro colectivo la cercana base militar de Maiduguri recibió el aviso de que Boko Haram iba a actuar de forma inminente en el Liceo Femenino de Chibok. El Ejército, sin embargo, fue incapaz de reaccionar no tanto por dejadez o negligencia sino porque no tenían la fuerza y el armamento necesario para hacer frente a los atacantes. Mucho menos los 17 soldados del destacamento de Chibok, que, según estas informaciones, fueron inmediatamente rebasados por unos asaltantes muy superiores.

El vecino Níger ya ha reconocido que Boko Haram tiene bases en su territorio y también se han difundido noticias de que estos grupos armados se mueven por el Chad e incluso penetran en la República Centroafricana. Se da la circunstancia de que tanto el Chad como Níger tienen sus mejores unidades militares luchando contra Al Qaeda en el norte de Mali, en el marco de la operación Serval, puesta en marcha por Francia con la colaboración de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO), para impedir el surgimiento de un nuevo Afganistán en el corazón del Sahel.

Ahora está ocurriendo algo parecido en Nigeria tras el secuestro de las 220 niñas, un desafío para el que este poderoso Estado africano ha tenido que pedir ayuda a EEUU, Gran Bretaña, Francia e incluso a España. Se trata de una verdadera humillación no solo para el presidente Jonathan sino para todos los países que se reúnen en este Foro Económico Internacional, entre ellos los de la CEDEAO, incapaces de buscar otra solución a los problemas de esta parte de África que no se la tardía y siempre peligrosa intervención militar.

Leave A Reply